Mostrando entradas con la etiqueta Auden. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Auden. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de julio de 2023

312. Love one another or die

 En su Simbioética*, verdadera enciclopedia del ecologismo más lúcido (el que no acepta los menosmalismos de la sostenibilidad y el greenwashing corporativo, ideológico y político), Jorge Riechmann cita en varias ocasiones el conocido verso de Auden, "We must love one another or die", debemos amarnos unos a otros o morir**. El verso es conocido sobre todo en el mundo anglosajón, donde el poema al que pertenece, September 1, 1939, tuvo una gran difusión después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, el propio Auden mantuvo una relación difícil con su poema, y siempre pensó que transmitía un mensaje confuso. Lo eliminó de algunas antologías, y solo aceptó incluirlo después de cambiar, muy significativamente, la conjunción del verso famoso: "We must love one another and die". No hay esperanza, nada que hacer contra la catástrofe, por mucho que nos amemos unos a otros. Si me das a elegir, parece querer decir Riechmann, me quedo con el Auden más optimista, el que han elegido, más allá de las revisiones del autor, sus lectores***.


* Riechmann, J. Simbioética. Madrid: Plaza y Valdés, 2022.

** Riechmann, él mismo poeta y traductor de poesía (me parecen excelentes, p.ej., sus traducciones de René Char), traduce con la debida sencillez el citado verso como "Debemos amarnos los unos a los otros o morir." Una traducción que tengo a mano, más interpretativa, dice algo mucho menos poético: "debemos amar al prójimo o morir".

*** https://www.theguardian.com/books/2019/aug/31/wh-auden-september-1-1939-poem



miércoles, 3 de agosto de 2022

270. Eugénio de Andrade, poesía y prosa

 Creo que tengo dicho por aquí en algún sitio lo mucho que me suele gustar la prosa de los poetas, la que ellos escriben (la lista es infinita, Goethe, Poe, Shelley, Pessoa, Gide, Auden, JRJ, Machado, por recordar ahora rápidamente solo a algunos), y también, de vez en cuando, la que los críticos y comentaristas escriben sobre ellos. Siempre es una grata sorpresa encontrar textos de este último grupo que estén a la altura del placer que produce la lectura de los autores de referencia. El último ha sido el prefácio de José Tolentino Mendonça a la Poesia (sin tilde) de Eugénio de Andrade (Assírio & Alvim: Porto, 2021). Fue en Oporto, precisamente, donde compré el libro hace unas semanas, después de un memorable (y pequeño, como el país, según se repité allí tópicamente) encuentro entre neuropatólogos portugueses y españoles.

Dice cosas como estas Tolentino en su presentación:

"Sobretudo, não consentia em distrair-se da responsabilidade que é viver diante das coisas tão elementares como a luz da manhá, os goivos que florescem, o branco da página, o silente grito das vítimas ou o olhar do seu gato."

Sí, así se escribe de un poeta de la sensibilidad y nítida expresión de Eugénio de Andrade, que recuerda a Cernuda y en algo también a Claudio Rodríguez.  

Y también, más adelante, cuenta esto sobre cierta prosa del poeta:

"Foi, do princípio ao fim, desconcertante como um adolescente insolente e límpido. Ouvi Álvaro Siza contar uma historia passada em 74, que o demostra bem. Andava um grupo de alunos de Belas-Artes a pintar um mural quando viram aproximar-se Eugénio de Andrade que, nessa altura, no Porto, era já um mito. Vencendo o obstáculo da reverência que sentiam, dirigiram-se a ele perguntando-lhe se nâo queria deixar nada escrito no mural. Esperavam, naturalmente, um verso, uma dessas palavras que só um poeta pudesse grafar. Eugénio assentiu, pegou no pincel e escreveu:«abaixo o fascismo»."

Solo en eso se equivoca el comentarista: nada desconcertante.



domingo, 12 de abril de 2020

149. La Tempestad (I)

Hay momentos en que apetece refugiarse en una obra y decir "aquí me quedo"*, al menos durante un tiempo mientras acaba de pasar lo que esté pasando en esos momentos. A mí me ocurre con determinados textos a los que vuelvo una y otra vez, textos, libros, como Les mots de Sartre, y muchos otros, pero pienso ahora en el texto sartriano porque habla de esa relación especial, vital, que podemos tener con los libros. Podemos habitarlos, vivir en ellos, mientras, de alguna extraña forma, ellos también viven en (con) nosotros.

Algo así me viene pasando con La Tempestad durante este período de encierro. Creo que al principio fue porque imaginé la vuelta al mundo de antes (de ayer, por decirlo con Zweig), a la calidez de nuestro mundo de la vida, con las palabras de Miranda, O brave new world**, como un (re)descubrimiento del esplendor cotidiano de nuestra vida en común. Después, sin embargo, fui reconociendo la riqueza de sugerencias que aquel extraño episodio, cómico, trágico y  mágico en una isla al margen del mundo podría traer para acompañarme durante estas semanas. Y también los posibles compañeros de viaje, además de los exóticos o misteriosos personajes de la obra: Montaigne, Ernst Bloch, Harold Bloom, G. Wilson Knight y Auden, entre otros que aparecerán.

To be continued.


* Cómo no pensar, si uno escribe esto, en los versos de Goytisolo (Palabras para Julia):
 "(...)
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
(...)"


** MIRANDA: O wonder!
How many goodly creatures are there here!
How beauteous mankind is! O brave new world
That has such people in't. 
(Acto V, Escena I)

También es inevitable que estas palabras nos remitan a la obra homónima de Aldous Huxley. Intentaremos explorar también hacia dónde nos conduce esa referencia.


domingo, 16 de febrero de 2020

133. Auden

Como me ocurrió hace unas semanas con Yeats (§128), encuentro ahora por los caminos de Twitter unos versos de Auden que reclaman mi atención. Ya leídos y olvidados, o no recordados, porque los acabo encontrando también en mi Auden*. ¿Será verdad eso que dice Heidegger, que es más importante lo que olvidamos que lo que recordamos?

"How should we like it were stars to burn
With a passion for us we could not return?
If equal affection cannot be,
Let the more loving one be me."

                                             The more loving one

Intento aquí mi propia traducción, algo arriesgada, en la que coincido solo en parte con la de Eduardo Iriarte:

"¿Cómo nos parecería que hubiera estrellas que ardieran
por nosotros con una pasión que no pudiéramos corresponder?
Si el afecto no puede ser igual,
Que el más amante sea yo."

En lo ontológico-cosmológico, lo mismo que en lo afectivo (si no se trata de lo mismo en ambos casos), es mejor dar que recibir. 


* W. H. Auden. Canción de cuna y otros poemas. Selección, traducción y prólogo de Eduardo Iriarte, Barcelona: Ed. Lumen, 2006.




miércoles, 1 de enero de 2020

123. José Hierro

Iba en busca de un soneto para añadir a la colección (ver QSY de 03/04/2019) y encontré (de momento) este bonito (y claro) texto en la Introducción del poeta*.

"El soneto existe -ya lo sabemos de sobra- porque Andrea Navagiero le contó el truco a Boscán y éste a Garcilaso. El bueno del Marqués de Santillana estuvo a punto de frustrar el invento con sus espantosos cuarenta y dos sonetos fechos (eso creía él desde su sordera para el endecasílabo) al itálico modo. Eran como el  artilugio volador de alas de pájaro de Leonardo, comparado con los de alas inmóviles de Bleriot y Compañía. Dios le perdone por su buena voluntad. Después de Garcilaso, todo ha sido fácil, Dios le premie por su delicadísimo oído."

La técnica del arte, oculta y transparente en el soneto, que sostiene el texto eminente en alto, como indica Gadamer (aquí la asociación no es nada gratuita).

Disfruto muy especialmente de la prosa (no sin técnica) de los poetas (JRJ, Machado, Salinas, Cernuda, Lorca, Ángel González... y Shelley, Gide, Pessoa, Char, Auden, y tantos otros**).

* José Hierro. Sonetos. Madrid: Ayto. de S. Sebastián de los Reyes, 1999.

** No querría liarme, pero en otro plano, algo inclinado con respecto a este, habría que situar a los escritores de (más o menos abundante) prosa que además son poetas, y muchas veces enormes (por decir algunos a salto de mata, Goethe, Víctor Hugo, Hardy, Unamuno, Poe, Borges, Hesse, Günther Grass, Handke,... y amplíese -si procede- esta lista y la anterior de acuerdo con la experiencia y las preferencias de cada cual).