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miércoles, 3 de septiembre de 2025

434. Memoria y familiaridad

 Ando ocupado últimamente, muy a ratos, con los determinantes o condicionantes (habría que pensar un poco más qué poner aquí) de la memoria propiamente humana, la que resulta del proceso de hominización, de la evolución humana. Ese será el objeto del próximo artículo. Es un campo diverso, heterogéneo, al que veo que conviene aproximarse con cautela y pocas ideas previas. Sin embargo, algunas va habiendo, o se van formando, al inicio del camino. Dos de ellas han resultado del trabajo (breve, rápido e intenso) de preparación de un artículo para la revista Trépanos (sobre la memoria en el pensamiento de Cordón): 1) el enorme desarrollo de la memoria de trabajo (working memory) como resultado de la evolución del lenguaje natural humano (la palabra, dice Cordón); y 2) la función clave, ligada también al lenguaje, de la memoria colectiva. Además, hay un papel, que todavía no sé ubicar bien en este pequeño esquema inicial, de la memoria autobiográfica. Por último (de momento), se me impone, (por decirlo con esta expresión tan de Cordón), especialmente en estos últimos días, la importancia funcional de esa forma de reconocimiento del entorno (de nuestro pequeño mundo inmediato) que rápidamente crea una sensación de familiaridad al menos suficiente como para mantener alejado das Ungeheure, lo inhóspito-monstruoso de Heidegger

 

 

martes, 19 de agosto de 2025

431. El ritmo y la marcha

 Vacaciones, cambio de ritmo. Siempre hay un ritmo, claro, y, como enseguida estoy pensando desde la bici, también hay una fuerza determinada en el pedaleo (fuerza compleja, dinámica, porque cambia de intensidad a lo largo de cada ciclo de pedaleo), y un piñón (y la decisión, clave, de cuándo cambiar la marcha). Uno está casi siempre por debajo o por encima de un nivel óptimo (de marcha, fuerza y ritmo), o puede alcanzar, sentir que alcanza, ese nivel óptimo (con una agradable sensación de acorde* con uno mismo), pero el mundo, en movimiento (el ambiente físico, diría Cordón), ha cambiado ya, ligeramente (acción y experiencia), y la pendiente es mayor o menor, y todo el ajuste tiene que comenzar de nuevo. Una y otra y otra vez, sin parar, y con unos efectos acumulados también siempre presentes (calor, sudor, un ligero cansancio en las piernas). El tiempo, el tempo, de las vacaciones, quizás, nos permite centrar nuestra atención, un poco distraída, en estos pequeños ajustes de la existencia. (Bx)

 

 *Recordando aquí el poema homónimo de Jorge Guillén.



domingo, 6 de julio de 2025

424. Dirección

 Todo esto que viene ocurriendo desde hace meses, desencadenado en gran medida por la publicación de la biografía de Cordón, y que me ha llevado a cierta dispersión (así lo llamaba hace poco), a una apertura simultánea de caminos (cuánto de divergentes, cuánto de paralelos, eso no lo sé), parece que va encontrando una dirección más o menos clara. O reencontrando, quizá, porque todos estos caminos (el artículo sobre la neurociencia de la memoria, el de los priones, el de la memoria colectiva, el excurso literario, el de la filosofía española), todos ellos, y las lecturas que implican, tienen en común (recuerdo que cuando se suman vectores ocurre algo así) la pregunta por la diferencia entre ciencia y filosofía, que ahora, y esto es lo nuevo que viene ocurriendo en los últimos meses, se amplía a la pregunta sobre el status (no sabría explicar ahora bien de qué tipo de status se trata) de la biología teórica (de aquella biología teórica que entonces, hace más de 30 años, hacíamos, aunque extraacadémicamente, totalmente en serio). Ese status (habrá que intentar definirlo mejor en el futuro) es doble, híbrido, mestizo o, por utilizar un término más directamente biológico, recombinante. Sí, la biología teórica, esta que buscamos, es ciencia (biología) y es también filosofía (biológica). Ese es su valor principal.

 

 

sábado, 28 de junio de 2025

421. Perdedores

 Sigue desarrollando su joven vida de libro recién publicado la biografía de Faustino Cordón*. El catedrático de Historia de la Ciencia de la UAM Javier Ordóñez Rodríguez, que nos sorprendió gratamente en la primera presentación del libro (Residencia de Estudiantes, Madrid, noviembre de 2024) con su referencia a Hobbes y al exilio interior (§390), acaba de publicar una reseña en la revista Llull** El tono y el marco son los de aquella presentación, pero (me) cuesta (quizás ahora más, en el texto escrito) asociar el recuerdo personal, vivo (revivido) y apasionado***, a la objetividad del discurso historiográfico. El autor no conoció personalmente a Cordón, ya lo dijo en la Residencia de Estudiantes, y tampoco conoce en profundidad su obra y su pensamiento (también lo dijo). Lo que conoce bien es la biografía que reseña detalladamente, y aun mejor, sin duda, el país en que se inscribió esa vida singular:

 "La historiografía española ha prestado una gran atención al exilio que se produjo a raíz de la guerra civil, pero se ha limitado a explorar el destino de los que debieron salir a México, Argentina u otros lugares extramuros. Sin embargo, poca atención ha recibido el exilio interior. El destino de los que debieron quedarse fue siempre ser considerados como perdedores. Perdieron la guerra, la posguerra, y finalmente la transición. Este colectivo está formado por personas como Faustino Cordón, pero también por un contingente numeroso de mujeres y hombres que quedaron disueltas en la sociedad franquista, condenadas a la invisibilidad. Tal vez sea el momento de dar voz a este colectivo. Ya es hora de honrarlos."**

Perdieron  (también) la transición, y nosotros, los de mi generación, los conocimos y admiramos (dignos, activos y pacientes, en cierto modo resignados, pero también confiados en un futuro de justicia y esperanza), y tenemos una responsabilidad especial en esa honra (memoria) colectiva. 

 

De Miguel, E, Cordón, E. Faustino Cordón. El biólogo insumiso. Madrid: El Garaje Ediciones, 2024.

** Llull, Vol. 48 (N.º 96) 2025 - ISSN: 0210-8615 (impresa) / 3020-6014 (en línea), pp. 213-241. 

*** Hay un testimonio visual inolvidable del valor y la verdad de este recuerdo personal en la exposición de los dibujos y las historias de Paco Roca que ha tenido lugar recientemente en el Instituto Cervantes de Madrid: https://cultura.cervantes.es/espanya/es/la-memoria.-viaje-emocional-por-los-c%C3%B3mics-de-paco-roca/178770

 

 

domingo, 1 de junio de 2025

418. El exilio interior

 Este concepto, que se evoca de forma natural en el artículo (in progress), adquiere una dimensión cada vez más clara y significativa para nosotros a medida que va ampliándose la perspectiva histórica, de la memoria personal (autobiográfica) y transgeneracional (colectiva). Recojo aquí una referencia del artículo de Miguel Salabert en L'Express (octubre de 1958), donde se utilizó por primera vez (en francés, claro) este término. Poco después, Salabert publicaría una novela autobiográfica con ese mismo título (en castellano).

 https://www.marcel-carne.com/les-films-de-marcel-carne/1958-les-tricheurs/les-tricheurs-temoignages-de-marek-hlasko-pologne-bill-hopkins-royaume-uni-miguel-de-salabert-espagne-lexpress-1958/#sud

 

 

miércoles, 28 de mayo de 2025

417. Escritos exotéricos y esotéricos

 En enero de 2019, mientras se estaba gestando la biografía de Faustino Cordón, escribí una nota para aclararme un poco las ideas. Después la perdí, o al menos la perdí de vista. Se quedó, como archivo de Word, en algún lugar poco visitado. A veces, cuando la he recordado durante este tiempo (hasta la publicación del libro), tenía una sensación algo incómoda de haber "pecado" un poco contra la ciencia (en el caso de Cordón) o contra la filosofía (en el caso de Lledó, de quien también hablaba en esa nota). Ahora, en la preparación del artículo sobre los priones, la he recuperado, y la dejo aquí para que no se me vuelva a "trasarchivar":

 Me propongo responder a la pregunta que nosotros mismos nos hemos formulado (cuál ha sido el impacto de la obra de Faustino Cordón en la ciencia actual), y reconozco que no encuentro el marco adecuado para la respuesta. Así de personal, de singular, fue la vida y la obra de Faustino.

Esta mañana he estado revisando todas las páginas web que podrían darme algunas claves para la respuesta. He encontrado referencias, siempre interesantes, en algunas páginas institucionales (p. ej., de la Real Academia de la Historia), un mayor número de referencias a su labor como traductor de Darwin y de otros biólogos darwinistas, pero no citas académicas de su obra, salvo en el Diccionario de P. Tort. Esta es la realidad, Faustino no ha tenido (“aún”, como recuerda Gustavo Bueno en la citada referencia de la RAH) un impacto (para utilizar un término habitual en la ciencia actual) en el mundo científico académico. Eso no implica en absoluto que no lo pueda tener en el futuro.

En nuestras conversaciones anteriores, hemos hablado de figuras como A. Damasio, S. Jay Gould o R. Penrose, que son científicos con un alto nivel de impacto académico, en el sentido tradicional, y también (mucho más, posiblemente) en el mundo de la divulgación o de la cultura científica. Podemos buscar (y encontrar) algunas analogías entre los enunciados teóricos de estos autores y los de Faustino. Eso puede ser interesante desde el punto de vista de la Historia de la Ciencia, pero creo que no iría más allá algunas analogías formales y, sobre todo, de la participación en una tradición común, científica, darwinista y materialista, con los matices propios de cada autor.

Me parece que, en relación con Faustino, debemos enfocar la cuestión de otro modo. Para ello creo que debemos separar los aspectos generales, culturales, de su obra, de lo que podríamos llamar sus aspectos “técnicos”. Esto es algo que ocurre con frecuencia en el ámbito filosófico. Hay filósofos (y economistas, historiadores, filólogos, etc.) que se hacen bastante populares durante un tiempo porque enuncian o promueven determinadas ideas, que por lo general se insertan en una tradición determinada, y que escriben libros muy leídos (al menos durante unos años), pero cuyas aportaciones “técnicas” originales a la filosofía contemporánea (o a la disciplina correspondiente) son más difíciles de alcanzar para el lector no especializado (entre otras cosas, porque no suelen ser fáciles de entender). Pero hay otros filósofos, y pienso ahora en nuestro respetadísimo Emilio Lledó, que conocemos solo por sus aportaciones generales a la continuidad de la mejor tradición filosófica occidental, la que procede de la Grecia clásica más auténtica. (También podríamos considerar la figura de Agustín García Calvo, pero creo que Lledó se ajusta mejor a lo que quiero decir). Lledó tiene, con toda seguridad, una obra más “técnica”, en el sentido académico, pero no es la principal. La obra que vengo siguiendo desde hace ya décadas tiene una gran altura filosófica (pocos autores escriben y hablan de Platón como él), pero no es (ni pretende ser) una obra “técnicamente” original. Lledó se propone ofrecer a nuestras generaciones de estudiantes y lectores la oportunidad de leer y apasionarse con la cultura y la filosofía griegas (eso que conocemos todavía como Paideia), y con su inmensa estela en la historia del pensamiento occidental. Lledó cree, con razón, en el poder formador y transformador de la educación clásica y filosófica.

Creo que es este el lugar donde debemos situar a Faustino Cordón para evaluar el impacto cultural, científico y social de su obra. Lo que ha hecho Lledó con el pensamiento griego lo hizo Faustino con Darwin y el evolucionismo, y también con los principios racionales de la ciencia, y con la función de la ciencia en la educación y la cultura. Y con ello tuvo un gran impacto en muchas personas durante décadas, estudiantes, científicos, profesores, filósofos.  Ese lugar que estoy describiendo y en el que estoy situando a Faustino Cordón es el del maestro que sigue una tradición, la cultiva y la entrega a los demás, sus lectores, su escuela.

Ateniéndome al esquema que he planteado, creo que gran parte de lo que hemos venido considerando como obra “técnica” de Faustino no lo es realmente, sino que representa una extensión más o menos elaborada y especulativa del trabajo de enseñanza, de continuidad de la tradición darwinista en el que estaba embarcado. Creo que eso no lo vio él entonces, y tampoco lo vimos nosotros, sus discípulos. No estábamos, en gran medida, ante trabajo “técnico” original, sino ante determinados (y excelentes) desarrollos (en algunos casos personales, el de cada uno de nosotros) de esa tradición darwinista compartida por todos.

Faustino fue un maestro del darwinismo y de la racionalidad científica aplicada a todos los ámbitos de la realidad. Un maestro sin cátedra (académica) y sin escuela, pero con un impacto real sobre la cultura de su país y de su época.

Sí, también hay, con toda seguridad, una parte puramente “técnica” en su trabajo, especialmente el de los últimos años, cuando buscaba la coherencia total (con su modelo) de su interpretación de la evolución molecular. Eso es algo que, ciertamente, no parece haber tenido (“aún”, para recordar de nuevo a Gustavo Bueno) un impacto evidente en la ciencia actual. Sin embargo, es posible que eso no sea lo más importante de la obra de Faustino. (Hasta aquí la nota)

Esa diferencia entre lo técnico y lo divulgativo (qué poco me ha gustado siempre este término, que ahora se asocia tanto a ese otro, tan consumista, de "entretenimiento"; ¿no deberíamos decir simplemente "formativo"?) me parece ahora más abordable si establecemos una analogía (salvando las distancias de todo tipo, naturalmente) con la diferencia que se ha sugerido entre los escritos exotéricos (para cualquier ciudadano) y los textos esotéricos (para los alumnos del Liceo) de Aristóteles. Así lo plantearemos en el artículo. Aplicando ese criterio, por cierto, desaparece, creo, la antedicha sensación de "pecado".

 

 

sábado, 24 de mayo de 2025

416. Faustino Cordón y los priones

 La biografía de Cordón ha sido, sin duda, la magdalena de Proust que nos ha devuelto de un forma tan vívida a aquellos años (1980, fundamentalmente) en que creímos sincera y apasionadamente en la biología teórica, en una determinada biología teórica. Mi participación en la difusión del libro (entrevistas, actos de presentación y artículos) han acabado siempre en una defensa de la biología teórica. Hace unos días me vi haciendo un alegato en favor de una biología teórica "no reducida a meros modelos matemáticos", frente a las miradas de incomprensión (así las interpreté) de los asistentes (profesores y alumnos) a la presentación del libro en la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid. Recordé entonces la pasión (y la seriedad) con que comencé a escribir mis Huellas (Huellas. Veredas. Contrapunto). Se trataba entonces de pequeñas notas, de anotaciones rápidas de ideas, planes o estrategias de trabajo, también de guiones para organizar lo escrito, que acabaron formando un pequeño diario. Hace diez años comencé a "poner en limpio" (y a comentar y anotar) aquel diario en esas Huellas que ahora me resultan tan derridianas y que no han dejado nunca de "depositarse" desde entonces. La Nota previa que escribí entonces (2015) pretendía (lo mismo que la evocación que ahora intento), no perder (en el olvido) aquella pasión y aquel impulso originario:

 "A los 24 años, en lo más alto de mi romanticismo científico, enamorado de la Neurología Comparada, devoto (ya para siempre) de Darwin, y presunto continuador del pensamiento de Faustino Cordón, maestro en tantas cosas, decidí iniciar algo así como un diario científico para anotar informalmente todo lo que en adelante iba a vivir en el desarrollo de esa singular ciencia evolucionista. A esas páginas, llenas de dibujos y esquemas sobre experimentos entre audaces y fantásticos, de momentos de extrema confianza en mí mismo, y también de duda y perplejidad, jalonados de signos de admiración e interrogación, fueron siguiendo otras, más serenas, en las que poco a poco buena parte de mis lecturas y reflexiones iban dejando algunas huellas. Desde entonces, aunque cada vez con menos frecuencia, he seguido escribiendo esos textos, siempre con la idea de registrar algún momento de reflexión, por breve que fuera, si me parecía que no debía perder del todo su pequeña estela verbal; y también, confieso, por el puro placer de escribir. Ahora, más de treinta años después de aquellas primeras notas, convertido ya en científico profesional y filósofo amateur, me parece oportuno volver sobre ellas -no todas, quizás-, y especialmente sobre aquellas que transcriben y comentan textos literarios, filosóficos o científicos que quise, de este modo, conservar para más adelante. Es posible que así sea el camino de la reflexión y de la vida, un camino marcado por innumerables huellas, antiguas o recientes, huellas de otros, y también algunas, pocas, nuestras."

 ¿Es posible que esa línea de sutura que he venido imaginando entre la ciencia y la filosofía del ser vivo, entre zoé y bíos, resulte ser un espacio virtual, como el que existe entre dos membranas anatómicas (como las que Foucault evocaba en las descripciones de Bichat), y que sea ese el lugar propio de la biología teórica? Quizás, y también es posible que Alfonso Ogayar y yo podamos recuperar ese espacio en un gesto de justicia (hermenéutica) hacia la figura y la obra de Cordón. Se dice en la biografía, y se viene repitiendo en las presentaciones y en algunos artículos de prensa, que Cordón descubrió los priones décadas antes de que Stanley Prusiner formulara su hipótesis del prion. Por diferentes motivos, Alfonso y yo nos hemos visto envueltos en cuestiones relacionadas con los priones, más teóricos los suyos y muy prácticos los míos. No, Cordón no descubrió los priones, eso podemos discutirlo bien. Sin embargo, la teoría evolucionista de Cordón constituye un marco idóneo para entender la existencia de los priones y de las propiedades prionoides de las proteínas. Por ahí empezaremos.

 

 

viernes, 2 de mayo de 2025

409. Nini (ni filósofo ni poeta)

 Una nota de apoyo, mínima reflexión lateral, durante la preparación de la charla de Oporto. Quiero tenerla aquí a mano, por más que pueda parecer que, de tanto hablar de Cordón en estas últimas semanas, y de las innumerables notas que entonces escribimos todos, el tono recuerda al de aquellos tiempos.

De mí puedo decir que soy un filósofo amateur, o ni siquiera eso. Mi relación con la filosofía es parecida a la que tengo con la poesía. Me considero competente, realmente competente, para apreciarla (y juzgarla, como el ciudadano educado de Aristóteles), pero no, bien lo sé, para producirla.



sábado, 22 de marzo de 2025

404. Faustino Cordón

"En un lugar de mi autobiografía del que no quiero acordarme", dice un texto de Julio Cortázar que escuché hace poco, en voz del propio autor, en el Café del Sur de Dimitri Papanikas. No quisiera acordarme yo, precisamente, del momento y el motivo de mi despedida de Cordón, yo en busca de mi propio camino, intuido, y él muy cerca ya del final del suyo. Estos breves textos que acaba de publicar Mundo Obrero quieren, muy modestamente, hacer justicia a lo que aprendí de él y a todo lo que compartimos (preguntas, ideas, esperanzas y desalientos) en aquellos años inolvidables.

https://mundoobrero.es/2025/03/21/faustino-cordon-pensamiento-y-obra/

https://mundoobrero.es/2025/03/21/actualidad-de-la-biologia-evolucionista/

https://mundoobrero.es/2025/03/21/la-ciencia-en-la-vanguardia-del-desarrollo-social/

 

 

domingo, 8 de diciembre de 2024

392. Teoría o historia del ser vivo

 Será, en parte, por la reciente inmersión, intensa, profunda, en el pensamiento de Foucault y de Canguilhem (biología, memoria, historia); será por la publicación, también reciente, de la biografía de Cordón, que ha convertido de una manera tan vívida para mí, tan autobiográfica, aquel "problema del ser vivo" que nos obsesionaba en la historia de esa obsesión; el caso es que podría resultar que una de las respuestas a nuestra pregunta "¿qué es un ser vivo?" (si no la propia solución del problema) haya que ir a buscarla en la historia de esa misma pregunta, desde la más remota hasta la más próxima y en continuidad con la ciencia y la filosofía del ser vivo actuales.



domingo, 1 de diciembre de 2024

391. Gérmenes de orden

Hace unos días, cuando participé en la presentación de la biografía de Faustino Cordón que se acaba de publicar (§390)*, recordé un pequeño texto suyo que yo, con 16 o 17 años, había copiado en un papel y tenía pinchado en un panel de corcho, delante de mi mesa de estudio. Tenía algunas frases más allí pinchadas, aunque solo recuerdo ahora esta y una de Einstein. El texto, que pertenece a La función de la ciencia en la sociedad (1966), está muy oportunamente citado en la p. 222 de la biografía.

"Por desalentador que nos resulte, tenemos que aplicarnos en construir pequeños gérmenes de orden y hacerlo sin perder las coordenadas del orden general, a fin de, en lo posible, prepararlo y facilitarlo. Este es nuestro destino actual que tenemos que aceptar animosamente; sin duda, el orden desde abajo trasciende con más dificultad hacia arriba, pero también lo hace, y, por lo demás, la organización es una tarea permanente (...)."

Más allá de su propia y singular teoría biológica, y también de su figura personal, tan carismática, tiene interés en Cordón algo que podríamos llamar su imagen del mundo. Ahora que he vuelto a leer sus textos, y los míos de entonces, veo que esta Weltanschauung, también singular, que le sirvió siempre de emblema, de bandera, a la vez que de escudo protector, está centrada, creo, en su concepto de pensamiento general. Merece alguna atención este concepto: lo común, lo impersonal, y también lo más verdadero en cada momento histórico, o al menos lo que tiende a ello. Lo más alto, decía él siempre, pero no hipostasiado desde arriba, sino alzado, como escribió Saramago.

 

* De Miguel, E, Cordón, E. Faustino Cordón. El biólogo insumiso. Madrid: El Garaje Ediciones, 2024.

 

 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

390. Insumiso

 Semanas intensas de recuerdos y emociones en torno a la biografía de Faustino Cordón, recién publicada*. Y en medio un par de congresos, con sus viajes y kilómetros correspondientes, Madrid, Barcelona (Foucault), Madrid, Valencia y, para terminar, de vuelta a Madrid. Muy interesante la intervención de F. J. Ordóñez, profesor de Historia de la Ciencia, en la presentación de la Residencia de Estudiantes (11 de noviembre) y su alusión al Estado-cadáver de Hobbes** (cualquier estado tras una guerra civil), y a la España B del exilio interior, a la que Cordón perteneció. En cuanto a la presentación del 25 de noviembre en el Ateneo, mi satisfacción por haberla, mal que bien, co-protagonizado. Fue una oportunidad (intensa, como todo lo relacionado con Cordón) de recordar aquellos años de aprendizaje y orientación. 

La memoria tiene lugar en el presente, pero es del pasado, dice Aristóteles en De memoria et reminiscencia, y esa es su aporía fundamental. Sartre, por su parte, se pregunta en El ser y la nada: "¿Cuál es el ser de un ser pasado?" Sea como sea que intentemos resolver estas arduas cuestiones, que habrían sido muy del gusto de Cordón (y que él habría planteado seguramente en términos del medio propiamente humano), este biólogo insumiso, como recoge el título de su biografía (y, por encima de todo, fáustico, añadiría yo), estuvo muy presente en ambas presentaciones. Tanto, que en la mía, que acompañé de recuerdos personales (demasiados, quizá) hice varias veces el gesto de dirigirme a él como si estuviera sentado ahí a mi lado, acompañándonos.

Los recuerdos, lo mismo que los libros, se abren y después, en algún momento, se cierran, no sin dejar algún rastro de nostalgia, de melancolía, y una estela de pensamientos sobre los pasados posibles. "Conmigo vais...", cantó el poeta, y así es, conmigo vienen aquellos años de pasión científica, aprendizaje e insumisión.


* De Miguel, E, Cordón, E. Faustino Cordón. El biólogo insumiso. Madrid: El Garaje Ediciones, 2024.

** La imagen del Estado como un cuerpo artificial se encuentra en la breve Introducción a Leviatán.




domingo, 1 de septiembre de 2024

378. Cada verano tiene su descubrimiento

 El descubrimiento o, bueno, algo así como una primera intuición o certeza (o mejor, cierta claridad), se produjo bastante al principio del verano (de las vacaciones, quiero decir). No ha habido tiempo de reflexionar un poco sobre ello hasta ahora. Se trata, como tantas veces, de un cruce de caminos. 

Venía pensando desde hace algún tiempo que, en mi serie de artículos sobre la memoria ("Ciencia y filosofía..."), debería incluir una especie de excurso literario dedicado a la memoria en la literatura, y especialmente en Proust, claro. Por otra parte, a lo largo de las últimas semanas, con motivo del artículo que tengo ahora en elaboración (Jaspers, Plessner y Merleau-Ponty), me he ido encontrando cada vez más con Proust, sobre todo de la mano de Merleau-Ponty. Finalmente, para completar el cruce (los hay así de complejos en el valle de Nebra, por donde anduve paseando, hasta ayer, estas cosas), vino el precioso librito de Vattimo ya citado en estos QSY*, o más bien, el espléndido prólogo que le dedica Franca D'Agostini. Dice esto la filósofa italiana sobre la perspectiva filosófica de Vattimo:

"Lo que creo ha sido importante en el trabajo de Vattimo es esta clara visión de la filosofía como algo distinto de las ciencias (exactas o de la naturaleza) y de las humanities o del arte: pero 'distinto' propiamente en cuanto profundamente comprometido e implicado en las problemáticas de fondo de todo esto, y ligado por mil vínculos de afinidad y participación a cada práctica cultural."

Como dice la gota de rocío de Silvio (desde la literatura, la poesía y el amor, precisamente), "esto es lo que faltaba / para que saliera el sol". Tan empeñado como llevo estos años en poner una al lado de la otra, más que en distinguirlas entre sí, la ciencia y la filosofía de la vida y la memoria, y no acababa de ver que hay un tercer territorio en juego (y al que he venido dedicando un tiempo inmenso y gozoso en mi vida), el de la literatura. Habrá pues, deo volente, como solía decir irónicamente Cordón, un excurso proustiano.


*Vattimo G. Vocación y responsabilidad del filósofo. Barcelona; Herder, 2012.

 

 


domingo, 3 de marzo de 2024

353. La realidad y el recuerdo

Algunos discípulos y colegas de mi padre (reputado neurólogo) me han contado que él solía decir, en relación con el diagnóstico, que el menos fiable de todos es el del patólogo (utilizo esta forma anglosajona del término, ya plenamente establecida entre nosotros, en lugar de "anatomopatólogo", de origen francés y cada vez más en desuso). Ya entonces, hace no menos de cincuenta años, sonaría irónico, y esa era sin duda su intención; y yo he desarrollado mi vida profesional de neuropatólogo entre neurólogos que tomaban mi diagnóstico, especialmente en sesiones clínicas (clínico-patológicas), como el diagnóstico definitivo. No todos. A veces, al terminar una sesión, aún veo algún gesto escéptico que me recuerda la frase de mi padre y, naturalmente, mis propias limitaciones como observador en un nivel de la realidad y en una perspectiva determinados (por recordar de nuevo aquí a F. Cordón, con quien mi padre mantuvo largas conversaciones sobre biología y evolución).

 Ciertamente, en ocasiones lo más directo y empírico (el microscopio) parece lo más firme y verdadero, y no es así. Ocurre algo (vagamente) similar con la memoria, los recuerdos, o, para precisar más, los falsos recuerdos (o incluso aquellos recuerdos de los que no podemos saber si son falsos o no).

Llevo muchos años citando, con clara intención provocativa, una frase de Hermann Hesse que, como decimos a veces, me gustaría haber escrito yo mismo: "A los hijos no debemos educarlos, sino admirarlos." Cuando la cito suelo decir también que la leí en la correspondencia entre Hesse y Thomas Mann, un conjunto de cartas, por cierto, lleno de gestos y cosas admirables, de un altísimo respeto entre ambos amigos, aun más explícito y cuidadoso cuando había algún desacuerdo político o ideológico. Hace algunas semanas decidí buscar la cita para dejarla recogida en estos QSY... y no la encontré. Revisé las cartas de Hesse, las de Mann, especialmente aquellas en que hablan de la familia, de los hijos... y nada. Revisé también todo lo que tengo señalado (a lápiz) en el Glasperlenspiel, en Lecturas para minutos y en otros sitios, y tampoco está ahí. ¿Quizá Bajo las ruedas sea un buen candidato? ¿O es solo que parece ejemplificar la cita? En cualquier caso, tampoco ahí. ¿Es posible que la hubiera leído, no en un texto de Hesse, sino en uno sobre Hesse? Qué sé yo, produce una gran perplejidad caerse del burro de una certeza tan clara, tan evidente (y tan fácilmente falsable, por otra parte, como diría Popper)**.

Mientras tanto, quiero decir mientras no encuentre esa cita de Hesse (y aquí podría ir un emoji sonriente), podemos recurrir al socorrido consuelo de otra cita, cuya forma original se remonta a un aforismo de  Giordano Bruno: si non è vero è ben trovato. Ya me habría gustado inventarme aquella cita (y también esta otra, claro), pero de momento no lo veo muy probable.


* Hesse H. y Mann T. Correspondencia. Madrid: Anaya, 1992 (año, por cierto, en que nació uno de mis hijos).

** Recordemos aquí al Wittgenstein tardío de De la certeza, a quien he dedicado bastante tiempo en los últimos meses (y también a su noción de memoria).



sábado, 25 de febrero de 2023

288. Contad los muertos

 A un año ya del inicio de esta guerra, como todas, evitable, recuerdo la sorna con que Marcial Suárez contaba la leyenda patriotera de la batalla de Rocroi. "¡Contad los muertos!" Recuerdo también cómo en algunas discusiones políticas, a veces duras, crudas (la fuerza del logos), él mismo denunciaba el recurso (fácil, a veces desesperado) de algún participante a "los muertos", y especialmente a los muertos de un bando, del otro o, con aparente ecuanimidad, a los de ambos bandos. "Venga, ahora vamos a ponernos a contar los muertos", decía. Un comunista cansado de que le estuvieran echando encima (como aún hoy nos los echan) "los muertos del comunismo".

De los vivos y los muertos, la admirable trilogía de Símonov, sobre aquel episodio, aquella visión, de Pierre en Guerra y paz. Novela que leí por recomendación de Faustino Cordón.

Contar los muertos, que es, como nos enseña Heidegger con sus singulares juegos etimológicos (en sus lecciones sobre Nietzsche), contar-con ellos. Con los que haga falta, como una mercancía más. Tanatopolítica.

En la tercera parte de Los Thibault, El verano de 1914, Jacques, el Aliosha de la familia, vive en Ginebra con otros revolucionarios y pacifistas. Pensando en un artículo que tiene que entregar, recuerda un texto de Lamartine: "Hay dos patriotismos. Hay uno que se compone de todos los odios, de todos los prejuicios, de todas las groseras antipatías que los pueblos, embrutecidos por gobiernos interesados en desunirlos, alientan unos contra otros... Hay otro que se compone, por el contrario, de todas las verdades, todos los derechos que los pueblos tienen en común...". Sí, primero piensa que se trata de "verborrea decimonónica", pero después se da cuenta de que sigue plenamente vigente. 

También hoy. Que alguien cuente (y nos cuente) los muertos de esta guerra. Y que nos cuente para qué han muerto, para qué se han matado unos a otros.

Algo así se preguntó Mark Knopfler durante la Guerra de las Malvinas:

 "Now the sun's gone to hell and

The moon's riding high

Let me bid you farewell

Every man has to die

But it's written in the starlight

And every line in your palm

We're fools to make war

On our brothers in arms."

 


miércoles, 11 de mayo de 2022

261. Ciencia y filosofía de la memoria (I)

 Aquí el comienzo (deo volente, como solía decir en broma Cordón) de una serie de artículos sobre ciencia y filosofía actuales, en el ámbito de la memoria, si es que soy capaz al final de sujetar bien esos fogosos caballos.

https://nah.sen.es/es/numeros/numero-actual/498-ciencia-y-filosofia-de-la-memoria-en-el-siglo-xxi-1-una-aproximacion-hermeneutica



jueves, 7 de abril de 2022

255. Cordón & Terrón

 Ayer, homenaje a Faustino Cordón en el Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM)*. Homenaje necesario, en el que también era necesario y esperable que no se hablara menos de Eloy Terrón que de Faustino. "Hablábamos entonces de Cordón y Terrón como se habla de Marx y Engels", recordó con entusiasmo uno de los intervinientes. 

Fue un acto agradable, tan poco académico como lo fueron los homenajeados, una reunión de "rojos", como aquellas en las que aprendimos tanto con ellos. 

Alfonso Ogayar y yo, sentados en la última fila, señalados e interpelados como "colaboradores" por algunos de los ponentes. Extrañas sensaciones, treinta años después. ¿Puede uno "traicionar" un pensamiento y extraer a la vez lo mejor de él? Es lo que dice Heidegger que hay que hacer con los grandes pensadores.

Vi claro, una vez más, que la obra de Cordón, su pensamiento, resulta más rico y estimulante cuando se analiza en un contexto filosófico que si se sitúa en un marco meramente científico, más aun si este último se limita al de la ciencia académica de su tiempo y su país. Y aun más  -y esto es lo peor- si se hace en una perspectiva estrechamente cientifista. 

 "Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa", dice Celaya, y parafraseando podemos decir: ser científico no es ser científico sino otra cosa (más), pensador, inductor de nuevo pensamiento. Si el pensamiento de Cordón no ha tenido el debido reconocimiento en su país (y sí, algo más, en un país vecino con mejores tradiciones intelectuales, Francia), el problema (o el síntoma) es del país (mayoritariamente reaccionario y culturalmente colonizado).


* https://caum.es/2021/12/15/faustino-cordon/

** Aviso, en De tranquilamente hablando (1947).



sábado, 6 de febrero de 2021

200. Antiguo futuro

Tomo la idea del título del espléndido libro de Irene Vallejo (El infinito en un junco) (§195), que voy leyendo muy poco a poco para que me dure más, o quién sabe si para acercarme al ritmo con que ella lo escribió (§185). "Qué antiguo puede llegar a ser el futuro", dice, con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan en 2016. Un premio al canto, a la oralidad de la literatura occidental, como si fuera un premio tardío (¡y tanto!) a los poetas orales, los aedos griegos, que la inventaron, antes de que quedara fijada por escrito en Homero. Celebré mucho entonces la concesión del premio -Irene Vallejo sobrevuela con gracia e ironía la polémica asociada-, y defendí en algunas conversaciones que al escuchar a Dylan es tan importante lo que dice, lo que canta, como la forma precisa en que lo dice. Dylan canta y recita al mismo tiempo, como un poeta proclamando (Gadamer dixit) sus versos. 

Alguna analogía con este futuro anterior, de ida y vuelta, me sugirió la lectura de un artículo de prensa que me envió hace poco Alfonso Ogayar, buen amigo, profesor y biólogo teórico*. Con motivo de la reciente publicación en castellano de un libro sobre las polémicas que mantuvieron Richard Dawkins y Stephen J. Gould**, José Manuel Sánchez-Ron habla de ellos en el artículo, y de sus diferentes perfiles personales y científicos, y también ideológicos. Alfonso y yo, desde nuestra común navegación al lado de Faustino Cordón, siempre hemos sido más de Gould, en cuanto a teoría evolutiva, en una tradición que hemos entendido consistentemente darwinista***. Sin embargo, en el artículo se presta más atención a lo ideológico, incluyendo la actitud de ambos autores ante la religión. Dawkins, "liberal", y Gould, "socialista", ambos términos en su idiosincrático sentido estadounidense. En mi correo de respuesta, escribí esto: "Leí hace años el libro de Gould sobre ciencia y religión****, y me pareció muy astuto, muy fino. A Dawkins, ateo militante (y en teoría, solo en teoría, "uno de los nuestros") lo sigo en twitter, y hay que ver cómo habla de los 'socialistas' del Partido Demócrata (Sanders y compañía, que sí son de los nuestros), dice cosas que podría firmar Trump."

No hacía mucho tiempo que Alfonso y yo habíamos comentado un "cruce" atípico análogo entre ideología y teoría biológica en las primeras décadas del siglo pasado, con motivo de otro artículo intercambiado*****. No hay biología sin biopolítica, al parecer. Ernst Haeckel, autor fundamental en la historia del darwinismo y el evolucionismo, y en esa perspectiva histórica también "uno de los nuestros", fue un ferviente defensor del nacionalismo y el imperialismo alemán, además del darwinismo social y la eugenesia. Fue uno de los autores más respetados por los ideólogos nazis. En cambio, uno de sus discípulos, Hans Driesch, destacado representante del neovitalismo (que solemos asociar a un oscuro conjunto de fuerzas, impulsos o espíritus vitales) promovió el pacifismo y el universalismo, lo que le costó su puesto académico. Por su parte, en aquellos funestos años, Heidegger, ese admirador de Hitler al que dedico tantas horas de estudio (intentaré dejar claro algún día por qué) fue un profundo crítico del biologismo en todas sus formas. 

Recordemos, en fin, lo que decía Ernst Bloch, citando a Lenin: "el idealismo inteligente está más cerca del materialismo inteligente que el materialismo tosco".


* https://elcultural.com/gould-versus-dawkins

** Kim Sterelny. Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould. Ed. Arpa, 2020.

*** Entre mis libros favoritos de evolución, y en mi biblioteca, está The structure of evolutionary theory (Belknap Press: Cambridge, 2002), de Gould, un verdadero placer para la lectura. Alfonso me regaló  Ontogenia y filogenia. La ley fundamental biogenética (Crítica: Barcelona, 2010) una vez que fui a dar una charla a su instituto. La ley biogenética de Haeckel, claro.

**** Stephen J. Gould. Ciencia versus religión: un falso conflicto. Crítica: Barcelona 2007.

***** Giuseppe Bianco. Philosophies of life. In: P. Gordon, W. Breckman (Eds.). The Cambridge History of Modern European Thought, Vol. 1. CUP: Cambridge, 2019.



miércoles, 6 de enero de 2021

197. Mejor o peor

Últimamente, en casa, cuando hablamos de política, o cuando discutimos (no parece que se pueda hablar propiamente de política si no se discute, en alguna de las variantes más o menos apolíneas o dionisiacas de esta actividad humana fundamental) lo hacemos a lo grande. No hablamos de las diferentes consecuencias de las políticas de derechas o izquierdas (para qué insistir), ni de las variedades (cuasi botánicas, a veces) de la izquierda (al menos de momento, mientras sigan gobernando los nuestros); no, ni siquiera hablamos ya (solo) de este país. Vamos a lo más importante, lo primero (prótos), aquello que va, o puede ir, mejor o peor. ¿Para quién, para qué, por qué? Ahí está la discusión. 

Cómo escapar al marco impuesto por los medios de comunicación en cada momento, esa es otra cuestión, importante, urgente, que ya asusta. Y al de las llamadas redes sociales, que no son ya, salvo excepciones alternativas (de eso otro, precisamente), sino una extensión cuasi infinita de esos medios. Cuestión paralela, o indisociable, de aquella otra de la ideología de la que venía alertándome en unos QSY anteriores (p. ej., §116). Para otro momento. El caso es que, con ocasión del cambio de año, se difunden desde los medios de comunicación todo tipo de listas de datos, hechos, acontecimientos, en perspectiva temporal. Se impone también el marco de discusión pinkeriano (§99): ¿el mundo está cada vez peor o cada vez mejor? ¿La situación global del mundo mejora o empeora? 

Es difícil separar la respuesta del marco en que se formula, y ni siquiera lo intentamos en nuestra animada discusión doméstica/universal (no propiamente académica, aunque incorpora cierta multidisciplinariedad que podríamos considerar académica). Aceptamos, pues, sin más, el supuesto (en sentido lógico-matemático) del debate modernidad (Ilustración)/postmodernidad, y vamos directamente a los datos. Pesa mucho en el debate lo sanitario (lo biopolítico, en el fondo), y ahí no parece que pueda haber mucha discusión: las cosas (por resumir) van claramente a mejor. Morbilidad, mortalidad, esperanza de vida (en sentido epidemiológico y ontológico), aun allí donde los datos son peores, han ido mejorando claramente en las últimas décadas. Es muy interesante esa dimensión profunda, invisible, de la historia humana, que solo se pone de manifiesto con el paso de las generaciones. 

Sin embargo, ¿cómo podemos asumir a la vez, cognitiva y éticamente, esos datos de mejoría global y las infinitas tragedias humanas locales aún persistentes? Tragedias que son catástrofes: guerras, miseria, hambre, desastres climáticos, migraciones. La persistencia imperturbable, solo comparable a la de una religión, de un sistema socioeconómico profundamente injusto y depredador*. ¿Es compatible nuestro optimismo de izquierda -docta spes- con el catastrofismo inmanente a la izquierda occidental? Wärmestrom (corriente cálida) y Kältestrom (corriente fría), escribió acertadamente Bloch. No podemos/debemos abandonar ninguna de las dos, en su dialéctica. Tengo para mí (lo diré con esta expresión también favorita de Cordón) que, de alguna forma (que estaría muy bien poder demostrar alguna vez), las actitudes y acciones de los que somos por lo general tan catastrofistas (incluso las de algunos recalcitrantes del todo mal), forman parte del motor que contribuye a que sucesivas generaciones de seres humanos estén habitando un mundo en el fondo cada vez mejor (Dx**).


* Sistema, por otra (o la misma) parte, capaz de producir logros globales históricos, como la creación ultrarrápida de vacunas frente a la actual pandemia. ¿Pero a quién son realmente atribuibles esos logros? ¿Siempre (o solo) al sistema? ¿No, en alguna medida, y cada vez más, a eso que venimos llamando, lo público?

** Escuchando la suave ondulación de la voz de Natalie Merchant (Beloved wife).



sábado, 19 de diciembre de 2020

195. La vida y los libros

 Andaban algunos QSY errantes, inmaduros todavía, revoloteando por este espacio "gramatológico" (algunos de ellos también -todavía- bajo la fascinación de Derrida), y ha venido uno antiguo (§40) (mientras hacía su "copia de seguridad") a precipitarlos súbitamente (en el sentido químico del término, especialmente, como cuando sale mal una tinción de las que hacemos en el laboratorio, por lo general porque el material no estaba perfectamente limpio). Y así han quedado, in statu nascendi, como le gustaba decir con frecuencia a Cordón

Uno de ellos tenía que ver con mi lectura en curso de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, texto fluido y lúcido en defensa de los libros y la lectura, del que me he propuesto hacer (al menos) algún QSY poniéndolo en relación (todavía no sé con qué grado de justicia hermenéutica) con Las palabras, de Sartre. Lo personal de la lectura, la autobiografía de un lector, cómo compartirlo, poniendo así en juego todo su potencial entusiasmante, that is the question

Estoy en la segunda planta del inmenso edificio que comparten la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Mientras espero a que me abran una puerta trasera, interior, de acceso al Instituto, contemplo, a través de un ventanal, lo que ocurre en el patio interior de la Facultad. Ahí abajo hay una puerta abierta, creo que de la biblioteca (yo no estudié aquí), y algunos estudiantes han salido al jardín, al parecer, para descansar un rato. Hace muchos años que vengo con más o menos regularidad al Instituto a estudiar cerebros de autopsia, y creo que siempre he visto, mientras esperaba a que me abrieran, esa pintada justo al lado de la puerta de la biblioteca: "No estudies los libros, estudia la vida". Interesante disyunción para una facultad de Medicina, que podríamos "moderar" con un "solo" ("No solo estudies los libros..."), aunque no parece que sea eso lo que quiere decir. 

Llevo ya unos años persiguiendo, para una tesis que quién sabe cuándo podré terminar (sin que sea eso lo principal, naturalmente, Ítaca, Cavafis), diferentes cuestiones relativas a la ontología de la vida en el  pensamiento de Heidegger (especialmente en su diálogo recurrente con Aristóteles). A veces camino en penumbra, como todos, pero hay momentos de claridad que me indican, creo, que quizá no me haya equivocado. Estudio ahora los intensos años de desarrollo que precedieron a la publicación de Ser y tiempo en 1927. En una famosa conferencia de 1924, El concepto de tiempo, Heidegger sigue precisando su noción de Dasein ("ser ahí", existencia, vida humana), y explica: no podemos demostrarlo, ni mostrarlo, solo podemos serlo

Así han quedado estos pequeños brotes de QSY, detenidos y en cierto modo enlazados entre sí. No se descarta que en el futuro adquieran una forma más madura cuando el material de trabajo esté más limpio.