Tengo mucho respeto por la buena divulgación científica. Todas nuestras vocaciones (científicas, filosóficas, artísticas) tienen detrás una cultura activa, que nos llama (vocación = Ruf, llamada), nos convoca. Mi despertar científico no tuvo que ver con lo cósmico/cosmológico, sino que vino de la mano de los naturalistas, Darwin, el primero (y definitivo), y de los etólogos europeos (Lorenz, Heinroth, Tinbergen, v. Frisch, Leyhausen, Eibl-Ebesfeldt). Con ellos descubrí la emoción de saber y de preguntar(me).
He participado con gusto, desde mi particular ángulo de visión/práctica científica, en el homenaje a Cosmos, de Carl Sagan, en su 40 aniversario, que se ha hecho público hace unos días. Me consta que sus editores, Alicia Parra y Quintín Garrido, han hecho un trabajo paciente y exquisito.
Aquí el enlace al texto completo:
Y aquí el enlace a mi contribución: