"Estar.
No hacer.
En el espacio entero del estar
estar, estarse, irse
sin ir
a nada.
A nadie.
A nada."
Al dios del lugar
"Pensar es reflexionar sobre lo que se sabe." (H.- G. Gadamer) "La dificultad en filosofía está en no decir más de lo que sabemos." (L. Wittgenstein) "Hemos definido el filosofar como un preguntar que comprende a partir de una emoción esencial de la existencia." (M. Heidegger) "El hombre siempre es más de lo que se sabe de él." (K. Jaspers)
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sábado, 14 de septiembre de 2019
viernes, 10 de noviembre de 2017
9. Música y pensamiento
La música es perfecta cuando,
escuchada, deja de sentirse para convertirse en pensamiento. Algo parecido le
ocurre al pensamiento con respecto a la realidad cuando se hace claro y ligero
y nos libera del tremendo peso de querer entender, entendiendo.
Shostakóvich, Op. 57. Intermezzo, cuarto movimiento. Esa tensión mantenida y modulada de los
violines sobre el ritmo constante que marca el piano representa a la vez un
pensamiento y un sentimiento, de modo que es lo mismo oírla que pensarla. (Huellas, 1992)
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Sí, ciertamente,
he sido y soy todavía capaz de conmoverme profundamente con la gran música, de
un modo que otras formas artísticas pocas veces alcanzan, llevando nuestra
capacidad emocional, aparentemente, más allá de nosotros mismos, o al menos de
nuestro horizonte cotidiano. El Andante del Concierto para piano Nº 2 de
Brahms, o el Benedictus dei de la Missa Solemnis de Beethoven (por poner
un par ejemplos que llevo especialmente conmigo desde hace muchos años) siguen
teniendo ese intenso efecto luminoso sobre mí. "Siempre la claridad viene
del cielo" (Claudio Rodríguez). De esa claridad hablo. Sin embargo
(entiéndase aquí solo un matiz, un giro, una inclinación, más que un
"pero"), han sido sobre todo las canciones de Bob Dylan, Leonard
Cohen, Dire Straits, Aztec Camera o Billy Joel (entre otros muchos) las que le
han devuelto, alegre o melancólicamente, el sentido, al menos durante unos
instantes, a muchas horas oscuras de mi vida. (Huellas, 2018)
Y no exagero, que podría parecer, habría que añadir. (2019)
Y no exagero, que podría parecer, habría que añadir. (2019)
- - - - - - - - - -
"Para que el hilo tenue tan infinitamente se prolongue,
para que solo quede por decir
la total extensión de lo indecible,
para que la libertad se manifieste,
para que andar del otro lado de la muerte sea
semplice e cantabile
y aquí y allí la música nos lleve
al centro, al fuego, al aire,
al agua antenatal que envuelve
la forma indescifrable
de lo que nunca nadie aún ha hecho
nacer en la mañana del mundo."
José Ángel Valente, Arietta, opus 111.
(Segundo movimiento de la Sonata Nº 32 en do menor, de Beethoven, la última que escribió.)
lunes, 14 de agosto de 2017
4. Huellas
Parece inevitable que acaben
llegando a este blog algunos fragmentos, comentados, de los textos (míos y de
otros) que, en forma de diario, desde hace unos cuantos años voy redactando,
transcribiendo y anotando (jugando así con los tiempos de la vida) bajo el
título de Huellas (Huellas. Veredas. Contrapunto. Paseo con la
ciencia y la filosofía. 1984 - ). A pesar de la exigencia de "pudor
autobiográfico" proclamada en un texto anterior. En el límite de tal
exigencia, mejor.
En una nota de estas Huellas
ya preveía, con las correspondientes dudas, esta transferencia, a partir de
algún momento, entre lo meramente personal y lo (posiblemente) público:
Nota. Hay aquí un dilema
latente sobre el que conviene reflexionar un poco. Todos estos textos nacieron
"hasta cierto punto", como suele decirse (y habrá que ver dónde está
ese "punto"), sin la intención de que fueran leídos más allá de mi círculo
más proximo, y aun ahí, en todo caso, solo por cierta curiosidad biográfica (de
la biografía común). Imaginaba e imagino. Eso garantiza la libertad a la hora
de escribir, y algo que podría llamar "verdad". Sin embargo, al
transcribirlas y comentarlas, esa limitación en la lectura se hace más
improbable. ¿Para qué entonces tanto esfuerzo en el detalle? ¿Solo para uno
mismo? Si en algún momento decido exponer estos textos a una amplia lectura (en
un blog, p. ej.), ¿cómo afectaría eso a los nuevos textos que escribiera a partir
de ese momento? Me imagino que se generaría en mí algo así como una conciencia
de autor, y que al escribir estaría considerando cada nuevo texto desde una
posible lectura diferente de la mía. Además, imagino también que empezaría a
preocuparme de una forma más "técnica" por la "calidad" del
texto escrito. Así visto, parece lógico pensar en no hacer nada público
mientras no tenga una forma más o menos definitiva.
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Sobre esto, un texto de Gadamer:
"Ahora bien, hay,
ciertamente, fijaciones escritas de lo hablado en las que no se trata de un
texto en el sentido de la palabra que se sostiene. Este es el modo en que
cumplen su función, la de servir únicamente de apoyo a la memoria, los apuntes
privados, las notas, la escritura al dictado. En estos casos es claro que la
anotación escrita solo toma vida recurriendo a la memoria reciente. Un texto de
este tipo no se enuncia a sí mismo y, si fuese publicado, no sería nada que
"dice" algo. Es solo la huella escrita de un recuerdo que vive por sí
mismo." (H.-G. Gadamer, Acerca de la verdad de la palabra, en Arte
y verdad de la palabra, Ed. Paidós, 1998.)
Es eso, y eso es lo que son,
solamente, Huellas. La pregunta es en qué punto comienzan a sostenerse por sí mismas. Este blog puede entenderse, en el sentido expresado en el texto anterior, como un experimento gadameriano. (2018)
En su obra
sobre Flaubert, el personaje-narrador creado por Julian Barnes, ese apasionado
y descreído Geoffrey Braithwaite, escribe sobre las Memorias de Mauriac, e
introduce de este modo una compleja reflexión (también desde el punto de vista
literario) sobre el uso que el autor de Madame
Bovary hizo en sus novelas de sus propios recuerdos personales.
“El otro día estaba leyendo a Mauriac: las Mémoires intérieurs, escritas justo al final de su vida. Es el momento en el que se amontonan hasta enquistarse las últimas píldoras de vanidad, el momento en el que el yo empieza a murmurar patéticamente: «Acordaos de mí, acordaos de mí…»; es el momento en que se escriben las autobiografías, en el que se llevan a cabo los últimos actos jactanciosos, y se ponen por escrito los recuerdos que ningún otro cerebro conserva, creyendo, equivocadamente, que poseen algún valor.
Sin embargo, eso es precisamente lo que Mauriac se niega a hacer. Escribe sus Mémoires, pero no son sus memorias. Nos ahorra en esas páginas los juegos infantiles, esa primera criada en el desván húmedo, el tío astuto que tiene un montón de anécdotas que contar, todo eso. Mauriac prefiere hablarnos de los libros que ha leído, de los pintores que le han gustado, de las obras de teatro que ha visto representar. Se encuentra a sí mismo mirando la obra de los demás.”[1]
Sin embargo, eso es precisamente lo que Mauriac se niega a hacer. Escribe sus Mémoires, pero no son sus memorias. Nos ahorra en esas páginas los juegos infantiles, esa primera criada en el desván húmedo, el tío astuto que tiene un montón de anécdotas que contar, todo eso. Mauriac prefiere hablarnos de los libros que ha leído, de los pintores que le han gustado, de las obras de teatro que ha visto representar. Se encuentra a sí mismo mirando la obra de los demás.”[1]
No está mal como ideal, no. Quién pudiera saber hacerlo, sin dejar a cada paso alguna huella involuntaria de su propio paso. Algo de ese juego pudoroso (juego, insisto) hay también en estas Huellas. (2018)
[1] “El loro
de Flaubert”, de Julian Barnes. Traducción de Antonio Mauri. Ed. Anagrama,
Barcelona, 2015. Pág. 116.
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La huella que en mí dejó un instante, y que anoté en ese momento lo mejor que pude. (2018)
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Contra esta fidelidad buscada de la memoria, encuentro el poema Criptomemorias, de José Ángel Valente.
"Debiéramos tal vez
reescribir despacio nuestras vidas,
hacer en ellas cambios de latitud y fechas (...)"
Debiéramos quizás, como dice el poeta, pensar en qué medida estamos ya haciendo esto justamente cuando pretendemos lo contrario.
"Debiéramos dejar falsos testigos,
perfiles maquillados,
huellas rotas (...)"
No debemos, en todo caso, olvidar este otro ámbito, este extremo, posible de la memoria. (2018)
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Sobre el experimento gadameriano mencionado más arriba: notas, con el mismo valor simbólico e instrumental que el de las marcas que hacemos en un texto cuando lo leemos y nos llama la atención, nos interesa. ¿Para quién las hacemos? (2018)
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