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sábado, 26 de octubre de 2024

388. La caída

 Hace años ("pre-pandemia", suelo decir para resumir) escribí un largo QSY (§35) que tenía como protagonista indirecto (como conjunto complementario, diría Mu) al dirigente político ahora caído. Se trataba entonces de lo político y organizativo, y de lo ideológico. Ahora el torrente mediático, de planos y estratos múltiples que no pretendo abordar aquí, me lleva (sigo bajo la influencia de una constelación que incluye a Merleau-Ponty y a Foucault) a una pequeña reflexión sobre el cuerpo y su encuentro con otros cuerpos, piel con piel, que es (no dejemos de ser en esto siempre aristotélicos) también alma con alma; sobre la reciprocidad esencial de ese encuentro. No debería ser posible disfrutar, ser feliz, si no lo es, a la vez (hama, diría Aristóteles) el otro, la otra persona. No lo es, en realidad, y afortunadamente se ha podido legislar (gracias a los nuestros, las nuestras) para fijar ahí el límite del delito: íntimo, profundo, traumático. Son oportunos aquí estos versos de un poeta comunista*, Juan Rejano:

"He de olvidarme de mí 
para no olvidar lo ajeno."

Nunca, y aun menos ahí, en el (glorioso) cuerpo a cuerpo.


* En relación con esta categoría (poeta comunista), ver nota al pie en §257.
 
 
 

lunes, 1 de julio de 2024

373. Si bien...

 Sigo suscribiendo (seguiría firmando, como decía, en un sentido más fáctico) el artículo de Boaventura de Sousa Santos recogido en el QSY anterior (§372). Sin embargo, no puedo dejar de traer aquí una breve consideración suscitada por un comentario, tan apropiado como contundente, por parte de Sigma, quien ya contribuyó, a su modo "singular y apasionado" a un QSY previo (§323). La cuestión, como me ha parecido entender, gira en torno a estas frases del artículo:

 "Nadie en el Sur global cree que Rusia o China estén interesadas en promover la guerra. Los imperios en ascenso prefieren las relaciones de suma positiva a las de suma cero (como la guerra). Su ascenso y aumento de influencia se basa en proporcionar ventajas reales a los nuevos aliados, aunque estén sujetos a condiciones de subordinación. Por eso favorecen la diplomacia y el multilateralismo."

No somos expertos (académicos) en geopolítica, Sigma y yo, ni queremos serlo, creo, sino tan solo "ciudadanos educados y competentes", en el sentido aristotélico (§285), y por eso nos permitimos opinar sobre esto, y preguntarnos, y preguntar al insigne profesor portugués, si vale el mismo concepto de imperio para describir a EE. UU., a Rusia, China o, por ampliar el espectro, a la India. El multilateralismo al que hace referencia el artículo parece implicar también una diversidad en las políticas internacionales de esos países inmensos y con un inmenso potencial de destrucción mutua (nuclear). 

Para la RAE el término "imperio" (la acepción que aquí nos interesa) equivale a "potencia hegemónica", y "hegemonía" indica la "supremacía que un Estado ejerce sobre otros". Supremacía cultural (continúo yo), económica (comercial, financiera), y militar, sobre todo militar. Y no solo militar en potencia, por decir así, también aristotélicamente, en un mundo lleno de bases militares (¿de quién? ¿para qué?), sino en acto, en guerra (¿de quién con quién?). Habría que volver, sí, a aquellos tiempos, hoy tan denostados, de la "coexistencia pacífica".



sábado, 1 de junio de 2024

370. Fulgurante

 Internet, las redes sociales, comunicativas, entre caóticas, libres y (oculta, pero muy precisamente) dirigidas. Uno sabe, por lo general, qué puede esperar de ellas, información menos homogénea que la de cada medio corporativo (ahí están todos, al menos los que no están prohibidos), más diversa y más extrema (as usual, eso dependerá de dónde se sitúe el punto medio virtuoso, y en eso son especialistas los medios corporativos), mucho dolor y espanto (la guerra: el mal), mucha rabia, y a veces también expresiones de auténtica felicidad, y de inteligencia, y de belleza. 

En esa especie de mercado persa, la poesía tiene el efecto purificador que suele tener en la vida (cotidiana, si uno tiene buen cuidado Sorge de que la poesía se convierta en algo cotidiano). Purificador de las palabras, de su sonido y sentido (Valéry), de los instantes, los sentimientos (propios y compartidos), de la memoria (individual y colectiva), de eso, en fin, medio oculto que pre-sentimos como verdadero. 

Afortunadamente, si uno se deja buscar por ella (por los algoritmos dichosos, supongo), hay mucha poesía en internet, sobre todo citada, y uno no puede sino agradecer (a quien corresponda) cuando en la pantalla se cruzan unos versos que no le son conocidos... y son, además, fulgurantes.

Así es la buena poesía, la grande, y ese es el término que me vino inmediatamente a la conciencia cuando los leí: fulgurantes. Versos traducidos, además, del alemán, con todo lo que la traducción podría dejarse en el camino. Unos versos de Rilke, un poeta lleno de fulgores (como, entre nosotros, Valente). 

No conservo la pantalla original ni puedo decir que esta sea exactamente la traducción (ni la versificación) que me llegó entonces, y he tenido que dirigirme de nuevo a la web para buscarla (no tengo el libro físico en alemán ni en español). No cuesta nada encontrarlos porque toda la gran poesía está en la web (en unos pocos aspectos, este mundo hipertecnológico es maravilloso).

"Giro desde hace miles de años 

Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

No es fácil explicar (ni explicarse) cómo un conjunto tan limitado de palabras puede tener un efecto tan potente sobre el alma (si a algo podemos llamar hoy alma sería justamente esto, aunque también, con Aristóteles, Heidegger y Byung-Chul Han**, podríamos llamarlo corazón). En estos casos, antes de hacerme más preguntas, prefiero buscar el texto original e imaginar (pecado de hybris) mi propia traducción. Para ello también fue generosa la web. Incluyo aquí la estrofa completa, que permite apreciar el contexto de los versos. 

"(...) und ich kreise jahrtausendelang; 
und ich weiß noch nicht: bin ich ein Falke, ein Sturm  
oder ein großer Gesang." ***
 
No se me ocurre nada que pueda acercar el texto castellano del traductor a mi propia lectura de los versos de Rilke. Quizás, podría parecer que la pregunta tiene una nota más suave e indecisa en el texto original, sin signo de interrogación, y eso le da al texto un carácter más meditativo, como si en realidad el poeta no esperara ninguna respuesta a sus ¿preguntas?. Conviene, en todo caso, tener presente qué significa ahí el giro al que hace referencia la voz poética. Estas estrofas pertenecen al comienzo del primer Libro del poemario, Das Buch vom mönchischen Leben, El libro de la vida monástica. El poeta acaba de despertar y su mirada redescubre el mundo (O brave new world, exclama la Miranda de Shakespeare), que se le presenta como se le ofrecen a una novia las cosas que desea, las pequeñas y las grandes, y el alma se echa a volar.

"Vivo la vida en círculos crecientes
Que sobre las cosas se dibujan…
El último quizás no lo acabe
Y sin embargo quiero intentarlo.
Giro en torno de Dios, de la torre antigua.
Giro desde hace miles de años
Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

Como decía, leí estos versos hace unos días, cuando cruzaron la pantalla de mi ordenador como una estrella fugaz, y reconocí en ellos su efecto fulgurante. Ayer, al despertar de un breve sueño de propofol mezclado con un gas de estupendos efectos, despertar digno de un poeta, creo que los comprendí (viví, erlebte) algo mejor.


* Rilke, Rainer María. El libro de las horas. Traducción de Federico Bermúdez Cañete. Barcelona: Lumen, 1993. 

** Han, Byung-Chul. El corazón de Heidegger. Barcelona: Herder, 2021.

*** https://www.gutenberg.org/files/24288/24288-h/24288-h.htm