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miércoles, 28 de mayo de 2025

417. Escritos exotéricos y esotéricos

 En enero de 2019, mientras se estaba gestando la biografía de Faustino Cordón, escribí una nota para aclararme un poco las ideas. Después la perdí, o al menos la perdí de vista. Se quedó, como archivo de Word, en algún lugar poco visitado. A veces, cuando la he recordado durante este tiempo (hasta la publicación del libro), tenía una sensación algo incómoda de haber "pecado" un poco contra la ciencia (en el caso de Cordón) o contra la filosofía (en el caso de Lledó, de quien también hablaba en esa nota). Ahora, en la preparación del artículo sobre los priones, la he recuperado, y la dejo aquí para que no se me vuelva a "trasarchivar":

 Me propongo responder a la pregunta que nosotros mismos nos hemos formulado (cuál ha sido el impacto de la obra de Faustino Cordón en la ciencia actual), y reconozco que no encuentro el marco adecuado para la respuesta. Así de personal, de singular, fue la vida y la obra de Faustino.

Esta mañana he estado revisando todas las páginas web que podrían darme algunas claves para la respuesta. He encontrado referencias, siempre interesantes, en algunas páginas institucionales (p. ej., de la Real Academia de la Historia), un mayor número de referencias a su labor como traductor de Darwin y de otros biólogos darwinistas, pero no citas académicas de su obra, salvo en el Diccionario de P. Tort. Esta es la realidad, Faustino no ha tenido (“aún”, como recuerda Gustavo Bueno en la citada referencia de la RAH) un impacto (para utilizar un término habitual en la ciencia actual) en el mundo científico académico. Eso no implica en absoluto que no lo pueda tener en el futuro.

En nuestras conversaciones anteriores, hemos hablado de figuras como A. Damasio, S. Jay Gould o R. Penrose, que son científicos con un alto nivel de impacto académico, en el sentido tradicional, y también (mucho más, posiblemente) en el mundo de la divulgación o de la cultura científica. Podemos buscar (y encontrar) algunas analogías entre los enunciados teóricos de estos autores y los de Faustino. Eso puede ser interesante desde el punto de vista de la Historia de la Ciencia, pero creo que no iría más allá algunas analogías formales y, sobre todo, de la participación en una tradición común, científica, darwinista y materialista, con los matices propios de cada autor.

Me parece que, en relación con Faustino, debemos enfocar la cuestión de otro modo. Para ello creo que debemos separar los aspectos generales, culturales, de su obra, de lo que podríamos llamar sus aspectos “técnicos”. Esto es algo que ocurre con frecuencia en el ámbito filosófico. Hay filósofos (y economistas, historiadores, filólogos, etc.) que se hacen bastante populares durante un tiempo porque enuncian o promueven determinadas ideas, que por lo general se insertan en una tradición determinada, y que escriben libros muy leídos (al menos durante unos años), pero cuyas aportaciones “técnicas” originales a la filosofía contemporánea (o a la disciplina correspondiente) son más difíciles de alcanzar para el lector no especializado (entre otras cosas, porque no suelen ser fáciles de entender). Pero hay otros filósofos, y pienso ahora en nuestro respetadísimo Emilio Lledó, que conocemos solo por sus aportaciones generales a la continuidad de la mejor tradición filosófica occidental, la que procede de la Grecia clásica más auténtica. (También podríamos considerar la figura de Agustín García Calvo, pero creo que Lledó se ajusta mejor a lo que quiero decir). Lledó tiene, con toda seguridad, una obra más “técnica”, en el sentido académico, pero no es la principal. La obra que vengo siguiendo desde hace ya décadas tiene una gran altura filosófica (pocos autores escriben y hablan de Platón como él), pero no es (ni pretende ser) una obra “técnicamente” original. Lledó se propone ofrecer a nuestras generaciones de estudiantes y lectores la oportunidad de leer y apasionarse con la cultura y la filosofía griegas (eso que conocemos todavía como Paideia), y con su inmensa estela en la historia del pensamiento occidental. Lledó cree, con razón, en el poder formador y transformador de la educación clásica y filosófica.

Creo que es este el lugar donde debemos situar a Faustino Cordón para evaluar el impacto cultural, científico y social de su obra. Lo que ha hecho Lledó con el pensamiento griego lo hizo Faustino con Darwin y el evolucionismo, y también con los principios racionales de la ciencia, y con la función de la ciencia en la educación y la cultura. Y con ello tuvo un gran impacto en muchas personas durante décadas, estudiantes, científicos, profesores, filósofos.  Ese lugar que estoy describiendo y en el que estoy situando a Faustino Cordón es el del maestro que sigue una tradición, la cultiva y la entrega a los demás, sus lectores, su escuela.

Ateniéndome al esquema que he planteado, creo que gran parte de lo que hemos venido considerando como obra “técnica” de Faustino no lo es realmente, sino que representa una extensión más o menos elaborada y especulativa del trabajo de enseñanza, de continuidad de la tradición darwinista en el que estaba embarcado. Creo que eso no lo vio él entonces, y tampoco lo vimos nosotros, sus discípulos. No estábamos, en gran medida, ante trabajo “técnico” original, sino ante determinados (y excelentes) desarrollos (en algunos casos personales, el de cada uno de nosotros) de esa tradición darwinista compartida por todos.

Faustino fue un maestro del darwinismo y de la racionalidad científica aplicada a todos los ámbitos de la realidad. Un maestro sin cátedra (académica) y sin escuela, pero con un impacto real sobre la cultura de su país y de su época.

Sí, también hay, con toda seguridad, una parte puramente “técnica” en su trabajo, especialmente el de los últimos años, cuando buscaba la coherencia total (con su modelo) de su interpretación de la evolución molecular. Eso es algo que, ciertamente, no parece haber tenido (“aún”, para recordar de nuevo a Gustavo Bueno) un impacto evidente en la ciencia actual. Sin embargo, es posible que eso no sea lo más importante de la obra de Faustino. (Hasta aquí la nota)

Esa diferencia entre lo técnico y lo divulgativo (qué poco me ha gustado siempre este término, que ahora se asocia tanto a ese otro, tan consumista, de "entretenimiento"; ¿no deberíamos decir simplemente "formativo"?) me parece ahora más abordable si establecemos una analogía (salvando las distancias de todo tipo, naturalmente) con la diferencia que se ha sugerido entre los escritos exotéricos (para cualquier ciudadano) y los textos esotéricos (para los alumnos del Liceo) de Aristóteles. Así lo plantearemos en el artículo. Aplicando ese criterio, por cierto, desaparece, creo, la antedicha sensación de "pecado".

 

 

lunes, 12 de mayo de 2025

415. With a little help from Eugenio Trías

 Vivimos entre textos, los que leemos, escribimos, pensamos o decimos; y también los que somos (diría Derrida). Este de Eugenio Trías, luminoso, viene a salir al paso oportunamente de la oscuridad (de sentido y de ánimo) que parece impregnar el QSY anterior. 

El filósofo catalán acaba de plantear su crítica a la noción heideggeriana de Dasein, que podríamos alinear, en cierto modo, con el poema de Borges, desde su propia filosofía del futuro. Y dice esto:

"Quien no se apropia de su historia personal a través de la expresión verbalizada activa de su sí-mismo ya sido, al horizonte del fulgor de la palabra plena y poética capaz de abrir el horizonte de advenimiento y desbordamiento, quien no ilumina con el rayo de la palabra-acción el trastero o desván donde malviven los escombros históricos propios existentes en asociación libre, hiriendo y rasgando la tiniebla de un futuro de incertidumbre y vehiculando a través del fulgor del rayo de su palabra-acción su propio deseo, eros; quien, por tanto, no se adueña de su eros, en toda su magnitud de verdad, placer, brillo, horror y pesadilla, su eros configurador y tanático, creador y destructor, ese ser humano se ve en la condena sisífea a la compulsión de la repetición, a repetir lo no memorizado, a repetir sin diferencia en el futuro, pues solo el buzo de sí mismo, el espeleólogo de su historia personal puede abrir campo de novedad y futurición, pasto al futuro."

 "...a repetir lo no memorizado", quizás esté ahí el origen de aquellas Huellas y, en su evolución, de estos QSY, en alguna intención inconsciente de no repetir sin diferencia (de nuevo aquí Derrida). En cualquier caso, nos da cierto ánimo Trías, lo mismo que Machado y, por concluir con el QSY previo, también Aristóteles (ánimo/ánima).

 

* Trías, Eugenio. Filosofía del futuro. Barcelona: Ariel, 1983 (p. 49).

 

 

domingo, 11 de mayo de 2025

414. Tener y no tener

Me cruzo de nuevo con unos versos que activan ese "click poético" que ya conozco bien. Son de Borges esta vez, y los escuché cantados en Café del Sur (RNE, Radio 3). Al parecer, y eso lo descubrí también en ese programa, Borges ha sido el poeta más cantado en la música popular del siglo XX. El poema se titula 1964, año en el que el poeta argentino cumplió 65 años (vaya por Dios), y el primer verso (del poema I) es así de inclemente:

"Ya no es mágico el mundo. Te han dejado."

Ese es el tema, y también el tono. En ese ambiente de desolación, más adelante, se inscriben mis versos:

 "Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy solo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido."

 Repites vanamente... sí, la idea es sutil y yo me la he repetido unas cuantas veces, o una idea parecida (veremos), en relación con otro poema, esa maravilla dedicada por Machado a Francisco Giner de los Ríos:

"Vivid, la vida sigue
Los muertos mueren y las sombras pasan;
Lleva quien deja y vive el que ha vivido."

Borges habla "en vida", aunque en sentido decadente, descendente, y Machado evoca la vida ya concluida y proyectada hacia el futuro (en sentido, por decir así, ascendente). Ambos textos se cruzan (como planos que se cortaran) en la idea de que no importa dejar de tener si se ha tenido, que bien podría traducirse en un consejo (melancólico, vano, en Borges, y esperanzado en Machado), de no renunciar a nada porque pueda ser finito o efímero. Así la propia vida, "vive el que ha vivido", idea muy bergsoniana, en la que resuena otra del Aristóteles biólogo: "es mejor vivir que no vivir".

 

 

viernes, 2 de mayo de 2025

409. Nini (ni filósofo ni poeta)

 Una nota de apoyo, mínima reflexión lateral, durante la preparación de la charla de Oporto. Quiero tenerla aquí a mano, por más que pueda parecer que, de tanto hablar de Cordón en estas últimas semanas, y de las innumerables notas que entonces escribimos todos, el tono recuerda al de aquellos tiempos.

De mí puedo decir que soy un filósofo amateur, o ni siquiera eso. Mi relación con la filosofía es parecida a la que tengo con la poesía. Me considero competente, realmente competente, para apreciarla (y juzgarla, como el ciudadano educado de Aristóteles), pero no, bien lo sé, para producirla.



miércoles, 27 de noviembre de 2024

390. Insumiso

 Semanas intensas de recuerdos y emociones en torno a la biografía de Faustino Cordón, recién publicada*. Y en medio un par de congresos, con sus viajes y kilómetros correspondientes, Madrid, Barcelona (Foucault), Madrid, Valencia y, para terminar, de vuelta a Madrid. Muy interesante la intervención de F. J. Ordóñez, profesor de Historia de la Ciencia, en la presentación de la Residencia de Estudiantes (11 de noviembre) y su alusión al Estado-cadáver de Hobbes** (cualquier estado tras una guerra civil), y a la España B del exilio interior, a la que Cordón perteneció. En cuanto a la presentación del 25 de noviembre en el Ateneo, mi satisfacción por haberla, mal que bien, co-protagonizado. Fue una oportunidad (intensa, como todo lo relacionado con Cordón) de recordar aquellos años de aprendizaje y orientación. 

La memoria tiene lugar en el presente, pero es del pasado, dice Aristóteles en De memoria et reminiscencia, y esa es su aporía fundamental. Sartre, por su parte, se pregunta en El ser y la nada: "¿Cuál es el ser de un ser pasado?" Sea como sea que intentemos resolver estas arduas cuestiones, que habrían sido muy del gusto de Cordón (y que él habría planteado seguramente en términos del medio propiamente humano), este biólogo insumiso, como recoge el título de su biografía (y, por encima de todo, fáustico, añadiría yo), estuvo muy presente en ambas presentaciones. Tanto, que en la mía, que acompañé de recuerdos personales (demasiados, quizá) hice varias veces el gesto de dirigirme a él como si estuviera sentado ahí a mi lado, acompañándonos.

Los recuerdos, lo mismo que los libros, se abren y después, en algún momento, se cierran, no sin dejar algún rastro de nostalgia, de melancolía, y una estela de pensamientos sobre los pasados posibles. "Conmigo vais...", cantó el poeta, y así es, conmigo vienen aquellos años de pasión científica, aprendizaje e insumisión.


* De Miguel, E, Cordón, E. Faustino Cordón. El biólogo insumiso. Madrid: El Garaje Ediciones, 2024.

** La imagen del Estado como un cuerpo artificial se encuentra en la breve Introducción a Leviatán.




sábado, 26 de octubre de 2024

388. La caída

 Hace años ("pre-pandemia", suelo decir para resumir) escribí un largo QSY (§35) que tenía como protagonista indirecto (como conjunto complementario, diría Mu) al dirigente político ahora caído. Se trataba entonces de lo político y organizativo, y de lo ideológico. Ahora el torrente mediático, de planos y estratos múltiples que no pretendo abordar aquí, me lleva (sigo bajo la influencia de una constelación que incluye a Merleau-Ponty y a Foucault) a una pequeña reflexión sobre el cuerpo y su encuentro con otros cuerpos, piel con piel, que es (no dejemos de ser en esto siempre aristotélicos) también alma con alma; sobre la reciprocidad esencial de ese encuentro. No debería ser posible disfrutar, ser feliz, si no lo es, a la vez (hama, diría Aristóteles) el otro, la otra persona. No lo es, en realidad, y afortunadamente se ha podido legislar (gracias a los nuestros, las nuestras) para fijar ahí el límite del delito: íntimo, profundo, traumático. Son oportunos aquí estos versos de un poeta comunista*, Juan Rejano:

"He de olvidarme de mí 
para no olvidar lo ajeno."

Nunca, y aun menos ahí, en el (glorioso) cuerpo a cuerpo.


* En relación con esta categoría (poeta comunista), ver nota al pie en §257.
 
 
 

lunes, 1 de julio de 2024

373. Si bien...

 Sigo suscribiendo (seguiría firmando, como decía, en un sentido más fáctico) el artículo de Boaventura de Sousa Santos recogido en el QSY anterior (§372). Sin embargo, no puedo dejar de traer aquí una breve consideración suscitada por un comentario, tan apropiado como contundente, por parte de Sigma, quien ya contribuyó, a su modo "singular y apasionado" a un QSY previo (§323). La cuestión, como me ha parecido entender, gira en torno a estas frases del artículo:

 "Nadie en el Sur global cree que Rusia o China estén interesadas en promover la guerra. Los imperios en ascenso prefieren las relaciones de suma positiva a las de suma cero (como la guerra). Su ascenso y aumento de influencia se basa en proporcionar ventajas reales a los nuevos aliados, aunque estén sujetos a condiciones de subordinación. Por eso favorecen la diplomacia y el multilateralismo."

No somos expertos (académicos) en geopolítica, Sigma y yo, ni queremos serlo, creo, sino tan solo "ciudadanos educados y competentes", en el sentido aristotélico (§285), y por eso nos permitimos opinar sobre esto, y preguntarnos, y preguntar al insigne profesor portugués, si vale el mismo concepto de imperio para describir a EE. UU., a Rusia, China o, por ampliar el espectro, a la India. El multilateralismo al que hace referencia el artículo parece implicar también una diversidad en las políticas internacionales de esos países inmensos y con un inmenso potencial de destrucción mutua (nuclear). 

Para la RAE el término "imperio" (la acepción que aquí nos interesa) equivale a "potencia hegemónica", y "hegemonía" indica la "supremacía que un Estado ejerce sobre otros". Supremacía cultural (continúo yo), económica (comercial, financiera), y militar, sobre todo militar. Y no solo militar en potencia, por decir así, también aristotélicamente, en un mundo lleno de bases militares (¿de quién? ¿para qué?), sino en acto, en guerra (¿de quién con quién?). Habría que volver, sí, a aquellos tiempos, hoy tan denostados, de la "coexistencia pacífica".



sábado, 1 de junio de 2024

370. Fulgurante

 Internet, las redes sociales, comunicativas, entre caóticas, libres y (oculta, pero muy precisamente) dirigidas. Uno sabe, por lo general, qué puede esperar de ellas, información menos homogénea que la de cada medio corporativo (ahí están todos, al menos los que no están prohibidos), más diversa y más extrema (as usual, eso dependerá de dónde se sitúe el punto medio virtuoso, y en eso son especialistas los medios corporativos), mucho dolor y espanto (la guerra: el mal), mucha rabia, y a veces también expresiones de auténtica felicidad, y de inteligencia, y de belleza. 

En esa especie de mercado persa, la poesía tiene el efecto purificador que suele tener en la vida (cotidiana, si uno tiene buen cuidado Sorge de que la poesía se convierta en algo cotidiano). Purificador de las palabras, de su sonido y sentido (Valéry), de los instantes, los sentimientos (propios y compartidos), de la memoria (individual y colectiva), de eso, en fin, medio oculto que pre-sentimos como verdadero. 

Afortunadamente, si uno se deja buscar por ella (por los algoritmos dichosos, supongo), hay mucha poesía en internet, sobre todo citada, y uno no puede sino agradecer (a quien corresponda) cuando en la pantalla se cruzan unos versos que no le son conocidos... y son, además, fulgurantes.

Así es la buena poesía, la grande, y ese es el término que me vino inmediatamente a la conciencia cuando los leí: fulgurantes. Versos traducidos, además, del alemán, con todo lo que la traducción podría dejarse en el camino. Unos versos de Rilke, un poeta lleno de fulgores (como, entre nosotros, Valente). 

No conservo la pantalla original ni puedo decir que esta sea exactamente la traducción (ni la versificación) que me llegó entonces, y he tenido que dirigirme de nuevo a la web para buscarla (no tengo el libro físico en alemán ni en español). No cuesta nada encontrarlos porque toda la gran poesía está en la web (en unos pocos aspectos, este mundo hipertecnológico es maravilloso).

"Giro desde hace miles de años 

Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

No es fácil explicar (ni explicarse) cómo un conjunto tan limitado de palabras puede tener un efecto tan potente sobre el alma (si a algo podemos llamar hoy alma sería justamente esto, aunque también, con Aristóteles, Heidegger y Byung-Chul Han**, podríamos llamarlo corazón). En estos casos, antes de hacerme más preguntas, prefiero buscar el texto original e imaginar (pecado de hybris) mi propia traducción. Para ello también fue generosa la web. Incluyo aquí la estrofa completa, que permite apreciar el contexto de los versos. 

"(...) und ich kreise jahrtausendelang; 
und ich weiß noch nicht: bin ich ein Falke, ein Sturm  
oder ein großer Gesang." ***
 
No se me ocurre nada que pueda acercar el texto castellano del traductor a mi propia lectura de los versos de Rilke. Quizás, podría parecer que la pregunta tiene una nota más suave e indecisa en el texto original, sin signo de interrogación, y eso le da al texto un carácter más meditativo, como si en realidad el poeta no esperara ninguna respuesta a sus ¿preguntas?. Conviene, en todo caso, tener presente qué significa ahí el giro al que hace referencia la voz poética. Estas estrofas pertenecen al comienzo del primer Libro del poemario, Das Buch vom mönchischen Leben, El libro de la vida monástica. El poeta acaba de despertar y su mirada redescubre el mundo (O brave new world, exclama la Miranda de Shakespeare), que se le presenta como se le ofrecen a una novia las cosas que desea, las pequeñas y las grandes, y el alma se echa a volar.

"Vivo la vida en círculos crecientes
Que sobre las cosas se dibujan…
El último quizás no lo acabe
Y sin embargo quiero intentarlo.
Giro en torno de Dios, de la torre antigua.
Giro desde hace miles de años
Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

Como decía, leí estos versos hace unos días, cuando cruzaron la pantalla de mi ordenador como una estrella fugaz, y reconocí en ellos su efecto fulgurante. Ayer, al despertar de un breve sueño de propofol mezclado con un gas de estupendos efectos, despertar digno de un poeta, creo que los comprendí (viví, erlebte) algo mejor.


* Rilke, Rainer María. El libro de las horas. Traducción de Federico Bermúdez Cañete. Barcelona: Lumen, 1993. 

** Han, Byung-Chul. El corazón de Heidegger. Barcelona: Herder, 2021.

*** https://www.gutenberg.org/files/24288/24288-h/24288-h.htm