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martes, 12 de diciembre de 2023

343. El privilegio de existir

 Busco en los últimos apartados de Kant y el problema de la metafísica una referencia de Heidegger a la memoria, una de las pocas explícitas que hay a lo largo de su obra. Y encuentro allí, entre las consideraciones, cuidadosas, detalladas y consistentes, que el filósofo va haciendo sobre la finitud de la vida humana y el problema del ser (dos caras de una misma moneda), esta afortunada expresión, que no le había leído antes: "el privilegio de existir"*. 

Todo un punto de llegada, desde aquel punto de partida (para él, y también para mi) en el Aristóteles "biólogo": "Es mejor ser que no ser, y vivir que no vivir" (De generatione animalium II, 1. 731b 30-31).

 

 Heidegger M. Kant y el problema de la metafísica. Traducción de Gred Ibscher Roth. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2013, p. 195.



lunes, 21 de agosto de 2023

332. Kallifatides o el Libro de buen amor (contiene spoiler)

 Espero no acostumbrarme mucho a esto de comentar las novelas cuando uno aún las tiene a medias, aunque no deja de ser un ejercicio estimulante que permite evaluar la continuidad de la propia lectura, y el juego literario entre lo esperado y, como diría Cernuda, lo vivido. En el caso de esta última de Kallifatides, el autor sabe mantenernos expectantes hasta el final (y, entiendo que es también lo que se propuso, en cierto modo militantes, partidistas). ¿De qué? Que cada uno/a haga su propia lectura y verá. Quiero entender el texto, en conjunto, como una fábula, donde la referencia continua a Aristóteles y su Poética (Christo, el protagonista, y su catarsis), no impide alguna que otra vulneración del principio de verosimilitud recomendado por el Estagirita. Por eso y por las sentencias o frases algo lapidarias que proliferan en el texto (a quién no le mordió Sartre, como a Iris Murdoch) en torno al amor, que sabemos ("quien lo probó lo sabe") o intuimos (¿afortunadamente?) como verdades eternas. Una espléndida fábula que acaba ¿bien?



sábado, 19 de agosto de 2023

331. Catártico Kallifatides

 Es extraña y catártica Amor y morriña, la novela de Kallifatides, esto último en diversos sentidos, explícitos (Aristóteles) e implícitos (la vida humana, tema esencialmente aristotélico). Y, claro, también habla de la memoria:

"El recuerdo que no se consolida con palabras se olvida rápida y fácilmente. Si no habláramos ni escribiéramos, lo olvidaríamos todo."*

Si no es que los recuerdos se han formado ya antes como si fueran palabras (Freud, Derrida).


* Kallifatides T. Amor y morriña. Traducción de Carmen Montes Cano. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2022.



viernes, 28 de julio de 2023

321. El sueño de una noche de verano (1)

Venimos hablando últimamente de felicidad y de amistad, nociones muy aristotélicas y estrechamente vinculadas. Y de su fragilidad. Por aquí también cayó un rayo hace tiempo. Uno entre unos cuantos, y de los peores. Cuando nos recuperamos del primer golpe (¿se recupera uno alguna vez del todo?), recordé en Huellas tres textos que había estado rumiando durante aquellos meses. Uno de ellos era una sentencia de Epicuro y otro un poema de Emilio Prados. Habrá ocasión de volver sobre ellos, quizás. El tercero, un soneto de Lope, habla de la amistad y del miedo a perderla.

 "Yo digo siempre, y lo diré, y lo digo,
que es la amistad el bien mayor humano,
más ¿qué español, qué griego, qué romano
nos ha de dar este perfecto amigo?
Alabo, reverencio, amo, bendigo
aquel a quien el cielo soberano
dio un amigo perfeto, y no es en vano,
que fue, confieso, liberal conmigo.
Tener un grande amigo y obligalle
es el último bien, y por querelle, 
el alma, el bien y el mal comunicalle;
mas yo quiero vivir sin conocelle;
que no quiero la gloria de ganalle
por no tener el miedo de perdelle."

 


viernes, 30 de junio de 2023

307. Crecer y florecer

 Leo siempre con gusto a Martha Nussbaum, y me encuentro de vez en cuando dialogando con sus textos; los más antiguos, dedicados a la biología aristotélica, y los más recientes, sobre filosofía moral y política. Aristóteles siempre al fondo, críticamente asumido. La pluralidad y la fragilidad del bien, cuestiones que ahora me reclaman, con su clara huella vital (más bíos que zoé). Y la defensa del florecimiento humano, más que del mero crecimiento, noción aquella genuinamente aristotélica. Florecer (flourish), no solo crecer.



sábado, 10 de junio de 2023

303. El "poder" de las vanguardias (y el cinismo de un pacto)

 Decía Freud que, en su exploración de los rincones desconocidos del alma humana, siempre que descubría un nuevo ámbito de estudio para la ciencia, algún poeta había estado allí antes que él. Algo parecido ocurre en la política, que trata, como enseñó Aristóteles, no de lo que es (objeto de la ciencia), sino de aquello que puede ser de una u otra manera. En algunos frentes de avance político y social (pienso ahora en el feminismo, el ecologismo y el animalismo*), hay personas, activistas, que llegan antes porque van "haciendo camino", en ocasiones de modo ruidoso, escandaloso y algo teatral. Otros, más calculadores (maquinadores, por decirlo con un término que Heidegger desarrolló en un sentido iluminador), aprovecharán después esos mismos caminos para mostrar al mundo adónde lleva ("como no podría ser de otra manera"), no la imaginación y la audacia, sino la necesidad y el sentido común. Son aquellos y no estos, sin embargo, como cantó el poeta (comunista)**, "los imprescindibles" ("die Unersetzlichen"***).

*El activismo del que aquí se habla (docta spes, para decirlo con Bloch) es, precisamente, el que ha elevado el feminismo a la lucha por la dignidad de la diferencia humana, el ecologismo a la lucha por la supervivencia de la biosfera, y el animalismo, no solo a la defensa de los animales no humanos, sino, también y más allá, a la reivindicación de la condición esencialmente animal del ser humano.

**Ver nota al pie en §257.

***"Los insustituibles", en una traducción más precisa y también más al caso del pacto político reciente (y cínico) que aquí se comenta.



domingo, 4 de junio de 2023

301. El cuerpo, la mente y la bici

 Para los que le dan muchas vueltas a la cuestión mente-cuerpo (mind-body) no es mi caso, precisamente, una recomendación: que se suban a una bici y empiecen a pedalear y disfrutar del paseo, si es posible con un cierto esfuerzo añadido (velocidad, cuestas, etc.). Y, si es posible también, en un día de primavera tan perfecto como el de hoy. Pronto se olvida uno incluso de que está subido a una bici y que va pedaleando, conduciendo y ajustando sutilmente el cuerpo, el peso, la inclinación, a los movimientos de... ¿qué? Cuando llevo un rato pedaleando, y mi atención se centra sobre todo en el camino, el entorno, la bici es mi cuerpo y quien la lleva es mi alma (en sentido aristotélico), soy yo mismo, no cuerpo ni mente, sino pura actividad (enérgeia) ciclista (Bx).



sábado, 13 de mayo de 2023

297. Discrepancias en la izquierda (De consolatione)

 Estás leyendo algo sobre una cuestión muy específica, compleja, en la que buscas orientación, estructura, unos cuantos hitos fundamentales que te ayuden a fijar un camino. Estás concentrado, todo lo que permite el contexto y, en algún momento, te das cuenta de que estás pensando en otra cosa. Algo que has leído te ha llevado a un territorio mucho más amplio y aparentemente lejano.

En este caso, ni siquiera se trataba del texto principal, sino de una nota a pie de página. Intento familiarizarme con la literatura más especializada (y reciente) sobre la noción clásica de pneuma, las nociones, en realidad, porque, como era de esperar, se trata de un núcleo problemático que evoluciona y se diversifica a lo largo de toda la Antigüedad y más allá (acá). Como siempre, Aristóteles, que escribe muy poco sobre esta noción, le da un matiz especial que tiene importantes consecuencias en la filosofía y la ciencia posteriores. La física del alma, que acabaría convirtiéndose nada menos que en el espíritu

El libro reúne un conjunto de ensayos sobre la noción de pneuma en la Antigüedad Occidental*. El primer ensayo, de C. G. King, se titula "Ancient philosophy and science at the crossroads of metaphysics and medicine". El tema es fascinante y me lleva de nuevo a pensar cuántas cosas (de nuestras ciencias y filosofías) empezaron en aquella escuela médica de la isla de Cos. 

La nota a pie de página (Nota 2, p. 3), en realidad cita a otro autor, G. E. R. Lloyd**, un reputado e interesante experto en la ciencia aristotélica y en el análisis comparado de las culturas griega y china clásicas. La cuestión es que en la China clásica llegó a desarrollarse una noción análoga a la de pneuma, el concepto de qi. "What we find in Greece is a far more sustained and overt polemic. The Greeks did not just continue to disagree about the answers to the questions, of what the soul is and of how it affects the body; they went on disagreeing also on the basic senses and references of many of the key terms, especially aither and pneuma". "Los griegos no solo siguieron discrepando sobre las respuestas a las preguntas... sino también sobre el sentido de muchos de los términos claves..." Los griegos... y nosotros, sus (no siempre dignos) herederos, me encuentro pensando (aun a riesgo del consabido eurocentrismo), siempre discrepando de todo y con todos. 

Comienza una campaña electoral en la que se pondrán de manifiesto una vez más (y, como siempre, se exagerarán) las discrepancias, las diferencias y discusiones, en la izquierda del país, los países o los lugares que habitamos. En estos momentos, consuela pensar en los griegos que, discrepando, crearon este mundo nuestro. Los griegos eran de izquierdas.


* Bartos H. & King C. G (Eds.). Heat, pneuma, and soul in ancient philosophy and science. Cambridge University Press: Cambridge, 2020.

** https://es.wikipedia.org/wiki/Geoffrey_Lloyd



jueves, 11 de mayo de 2023

295. Las dos culturas

 Aunque llevo toda la vida es un decir oyendo hablar de "las dos culturas", esa noción siempre asociada a C. P. Snow, a un texto suyo muy citado (¿y muy leído?) durante décadas, me he mantenido intuitivamente, creo, alejado de ese "tópico". Intuía también que esa cuestión no era ajena a mi zigzagueo habitual entre la ciencia y la filosofía, pero creo que la veía, de lejos, en su aspecto más superficial, más banal. Los de "ciencias", los de "letras", todo eso. Evitar las ingenuidades filosóficas de los científicos y las ingenuidades científicas de los filósofos, eso me propuse en algún momento como programa personal, como lema. También esto, así enunciado, tenía su buena dosis de banalidad (y de dificultad). Sin embargo, ahí está la cosa, ahí sigue, más como marco que como tópico, y habría de llegar el momento por qué no pensarlo así en que no podría rehuir el encuentro con el tópico; en que no querría ya evitarlo, por mejor decirlo. 

Como tantas cosas buenas, el encuentro fue en una librería, El Buscón, librería duradera y resistente, de barrio y universal (internetera). Andaba yo buscando algo vagamente, o no, solo esperando (Heráclito), quizás, y practicando ese ejercicio visual que aprendí muy joven, el de leer a toda velocidad los títulos y autores de los lomos de los libros, el de escanear rápidamente y de forma semi-inconsciente toda una pared de una librería. Así hacemos los patólogos cuando sobrevolamos al microscopio mares de células y tejidos en espera de que aparezca algo anómalo. Allí estaba, The two cultures, un librito delgado, Cambridge University Press, editado por primera vez en 1959, en una reimpresión de 2000, con veintitrés reimpresiones previas*. Muy leído, ciertamente (al menos, la edición original en inglés). Pues hasta aquí llegó mi algo forzada indiferencia, Mr. Snow. Veamos qué tenemos que decirnos sesenta y cuatro años después de aquella famosa conferencia (7 de mayo de 1959). 

Quedaban pocos meses para que yo naciera (lo autobiográfico, como nos enseñó Dilthey, nos da una medida, una conexión, un marco, en este caso temporal), cuando Charles Percy Snow pronunció su famosa conferencia, una Rede Lecture, en la Senate House de Cambridge con el título de "Las dos culturas y la revolución científica." El impacto periodístico y cultural fue enorme, dentro y fuera de Europa, y dio lugar durante años a una extensa literatura de comentarios, en su mayor parte elogiosos, y unos pocos, también famosos, inesperadamente agresivos (p. ej., el de F. R. Leavis). Snow había tocado una tecla clave de la cultura y la educación occidentales desde hacía décadas, algo que él había empezado a ver, como físico (años 1930s), en el laboratorio Cavendish de Cambridge (con Rutherford), y que había confirmado durante su vida profesional posterior como novelista de éxito. Llegó a ocupar un alto cargo de Educación en un gobierno laborista y tuvo la oportunidad de actuar contra esa división social en las "dos culturas" creando la primera infraestructura educativa estatal para la formación masiva de ingenieros en su país. Snow pensaba que la revolución científica de las primeras décadas del s. XX exigía que los dirigentes o gobernantes no tuvieran una formación basada solo en las Humanidades, y que el Reino Unido se encontraba, a este respecto muy por detrás de la URSS y de Estados Unidos. Vale la pena escuchar sus propias palabras, tal como él mismo resumía su propuesta cuatro años después de la conferencia original ("The two cultures: a second look"). Traduzco:

"Se trata de algo como esto. En nuestra sociedad (esto es, la sociedad occidental avanzada) hemos perdido incluso la más mínima intención de conservar una cultura común. Las personas que conocemos que han recibido una educación más intensa ya no pueden comunicarse entre ellas en el plano de sus principales preocupaciones intelectuales. Esto constituye un problema serio para nuestra vida creativa, intelectual y, sobre todo, normal. Nos está llevando a interpretar erróneamente el pasado, a juzgar mal el presente, y a negar nuestras esperanzas sobre el futuro. Nos está haciendo difícil o imposible adoptar acciones correctas.

Presenté el ejemplo más incisivo de esta falta de comunicación mediante los dos grupos de gente que representan lo que he bautizado como "las dos culturas." Uno de ellos incluía a los científicos, en cuyo peso, mérito e influencia no es necesario insistir. El otro incluía a los intelectuales literarios. No quise decir que los intelectuales literarios son los que toman las decisiones principales en el mundo Occidental. Quise decir que los intelectuales literarios representan, verbalizan y en gran medida configuran el estado de ánimo de la cultura no científica: no toman las decisiones, pero sus palabras se filtran en la mente de los que lo hacen. Entre estos dos grupos los científicos y los intelectuales literarios hay poca comunicación y, en lugar de camaradería, hay algo así como hostilidad."**

¿Sigue valiendo este diagnóstico en la era de internet, en el laberinto cultural que hoy todos habitamos (F. Jarauta)?*** ¿Y en la naciente era de la inteligencia artificial? La cultura común, esa "tercera cultura" añorada por Snow, ¿no ha acabado siendo la cultura tecnocientífica de los ingenieros que él mismo contribuyó a construir? 

 Me pregunto por qué esta fórmula de Snow, "las dos culturas", sigue siendo tan socorrida. Por qué todos, aún hoy, parecemos entender con ella algo tan evidente que no hace falta explicarlo. Es posible que, en realidad, la cuestión principal no esté (solo) situada en ese eje cultural (y educativo) intuido por Snow, sino en el problema, aun más general, de la especialización, la de la educación, el conocimiento y el trabajo. 

"El continuo avance de la ciencia en expansión se invierte en la desconexión mutua de las parcelas atomizadas (...). La continua creación de lenguajes especializados para cada rama del saber impide la existencia del saber; el especialista en lo particular (y todos lo somos ya, seamos o no científicos) es analfabeto en general."****

Sí, esto es así y no hay que olvidarlo, pero es posible que haya algo más. Que no se trate solo de los lenguajes, de las palabras (y los conceptos), sino también de los modos, las maneras de hablar y pensar. Y también de mirar y ver. Es posible que en el límite, en los extremos, de lo que Snow llamó "las dos culturas" se encuentren esas prácticas que, de un modo un tanto idealizado, esquemático, vengo llamando "ciencia" y filosofía". Lo empírico y lo especulativo (¿narrativo, metafórico?), que tan bien podemos ver entreverado (en el origen, diríamos) en Aristóteles. Siempre separado lo uno de lo otro, siempre diferente, pero también en diálogo permanente.


* Snow, C. P. The two cultures. Cambridge University Press: Cambridge, 2000.

** Ibid., p. 60-61.

*** Jarauta, F. El mundo como laberinto. https://mondiplo.com/el-mundo-como-laberinto.

**** Duque, F. Filosofía de la técnica de la naturaleza. Abada Ed.:  Madrid, 2019, p. 282.



domingo, 8 de enero de 2023

285. El experto y la persona informada

Los comentaristas de Aristóteles, tanto los antiguos como los más recientes, han considerado el Libro I de De partibus animalium (Partes de los animales) como una lección, más o menos independiente, sobre el objeto y la metodología de estudio de la biología aristotélica. El primer párrafo del texto que nos ha llegado, de acuerdo con algunos de ellos, como Pierre Aubenque, contiene, además, claves sobre aspectos más amplios o globales de la metodología y la lógica del estagirita, y en particular sobre su dialéctica (desarrollada en Tópicos), esto es, el modo en que la investigación se enfrenta al conocimiento general establecido (endoxa)*. Es el terreno en el que, en la Grecia de aquella época (siglos V y IV a. C.), desarrollaron su sutil arte los retóricos y los sofistas. 

"En todo género de especulación y búsqueda, tanto en la más trivial como en la más elevada, parece que hay dos clases de actitud; podríamos llamar a la primera ciencia de la cosa (epistémen tou prágmatos), y a la otra una especie de cultura (paideían tiná), pues es propia del hombre cultivado la aptitud para emitir un juicio (jrinai) pertinente acerca de la manera, correcta o no, conforme a la cual se expresa quien habla."

 Qué indican aquí hoy para nosotros los términos "ciencia" (epistéme) y "cultura" (paideía), constituye una cuestión previa a cualquier reflexión que podamos hacer, veinticuatro siglos después, sobre este texto. Así lo sugieren los diferentes términos de uso actual (siglos XX y XXI) en los que han sido vertidos. A. L. Peck, en una de las traducciones clásicas inglesas, recoge "conocimiento científico del sujeto" (a scientific knowledge of the subject) y "competencia de una persona educada" (an educated person's competence), respectivamente**. Por su parte, los autores de una traducción reciente al castellano eligen los términos "ciencia del objeto" y "especie de cultura".*** Para situar el binomio que propone Aristóteles en nuestro mundo actual del conocimiento (s. XXI), altamente intensivo y especializado, y con amplísimo acceso a cualquier contenido a través de la web, propongo utilizar, respectivamente, los términos "experto" y "persona informada". Si ello supone una devaluación de los términos originales, puede ser un buen motivo para medir la distancia, para bien y para mal, por decir así, que media entre aquel mundo y este, aunque eso puede quedar para otro momento (científico vs. experto, persona cultivada vs. informada, etc.).

¿Por qué establece Aristóteles esta diferencia?

"Pues es esa cualidad la que pensamos que pertenece al hombre dotado de cultura general (tón hólos pepaideiménon), y el resultado de la cultura (tó pepaidesthai) es precisamente esa aptitud. Debe añadirse, ciertamente, que este último hombre es capaz de juzgar (jritijón), según creemos, él solo por así decir acerca de todas las cosas, mientras que el otro solo es competente en una naturaleza determinada (peri tinos physeos aphorisménes)."

Para Aristóteles, y esa es la clave de su dialéctica, el diálogo entre la ciencia y el conocimiento general más alto (cultivado) no genera conocimiento verdadero sino crítica, y ese elemento negativo contribuye a la riqueza y a la precisión de la ciencia señalando aquello que, justamente, le falta en cada momento. 

Si todo esto me parece pertinente es por la complejidad que entraña hoy la relación entre la ciencia y la filosofía ‒entre qué ciencia y qué filosofía, deberíamos preguntarnos inmediatamente. En este marco, puedo decir que mi propia aproximación a la ciencia es la de un experto en un ámbito específico de cosas, y a ello he dedicado mi vida profesional, mientras que ante la filosofía solo pretendo ser esa persona informada o cultivada en la que pensó Aristóteles, alguien a quien él mismo consideraba competente para juzgar (criticar) su pensamiento.


 * Aubenque P. El problema del ser en Aristóteles. Traducción de Vidal Peña. Taurus: Madrid; 1987. Texto de PA citado en la p. 272, que transcribo aquí porque la traducción me parece más clara que las otras dos mencionadas.

** Aristotle. XII. Parts of animals. Movement of animals. Progression of animals. Translated by A. L. Peck and E. S. Forster. Harvard UP: London; 1983.

*** Aristóteles. Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales. Traducción de E. Jiménez Sánchez-Escariche y A. Alonso Miguel. Gredos: Madrid, 2000.



jueves, 20 de enero de 2022

248. Un paseo por (hacia) la biopolítica

 Una nueva iniciativa de la Cátedra Hercritia y del foro Glauca (Por una postmodernidad alternativa, desplazando al neoliberalismo), y aquí una nueva contribución, resultado de un largo paseo (2020 - 2021) por (y en busca de) la biopolítica, en medio de esta crisis biopolítica global:

https://www.catedradehermeneutica.org/por-una-postmodernidad-alternativa-15/



miércoles, 8 de diciembre de 2021

238. Entre las voces, una

 Trabajar los textos de muchos otros, subrayar, anotar, organizar, hasta que uno empieza a escuchar débilmente (y después, de una forma más neta), como escribió el poeta, "entre las voces, una". A veces, esa voz (ya no eco) es, al final, la de uno mismo, la de la comprensión del problema, de la pregunta y/o la respuesta. Una, pros hén.



miércoles, 5 de mayo de 2021

211. Aporías de la democracia: el muro

Voy aprendiendo poco a poco de biopolítica, esa noción o perspectiva (todavía no sé bien de qué género de cosa se trata) que estuvo bastante de moda hace unos años (en torno al cambio de siglo) y que ha vuelto a emerger en muchos análisis de la pandemia actual. De la historia previa del término y de su uso, en los años 70 del s. XX y después, con Foucault en el centro de la imagen, naturalmente, y en los años 20 y 30 y sus consecuencias necropolíticas, se hablará cuando proceda (hay un artículo en ciernes). Me preocupa ahora principalmente encontrar un camino (decir "mi" camino sería solo otra forma de decirlo) hacia una biopolítica positiva, vivificante (por no decir salvífica, término más alejado de un posible -y necesario- sentido a-teo). No solo por cierto optimismo militante, que aprendí a ejercitar con Bloch, sino porque mi primer encuentro con ella, creo, me permitió intuir la conclusión a la que habría de llegar cualquier análisis en este ámbito: Ciudad de La Habana, enero de 1993 (§55). Como en tanta biopolítica actual, ese camino tiene una referencia original (primera) en Aristóteles

El hombre como ser vivo y como sujeto/objeto político; la vida, en el ser humano y en el resto de los seres vivos, sometida al control y al poder políticos (biopoder); las estructuras (esto es más marxista) y los dispositivos (esto es foucaultiano) que gobiernan la vida y la muerte; de todo esto han tratado los que han pensado la biopolítica. Entiendo que hay una biopolítica de las poblaciones, los grupos sociales, las multitudes "vivas", y hay otra, entreverada con la anterior, de las individualidades, los cuerpos las personas, las subjetividades ("anatomo-política" es el término acuñado por Foucault). De esta última he aprendido la noción de "subjetivación" ("subjetificación", en algunas traducciones casi imposibles). Primero el término, porque aún tengo que llegar a la noción. 

¿Cómo se construye biológicamente (biográficamente, diría Ortega) la idea que uno tiene, se hace, de sí mismo? ¿Cómo se hace la persona que uno piensa que es, y a cuya altura -en palabras de Conrad- uno pretende siempre estar? ¿Se trata del mismo proceso que, considerado desde otro ángulo (la práctica política), lleva a la adscripción (firme, vital) a una ideología? 

Comencé esta nota unos días antes de las últimas elecciones en la Comunidad de Madrid (4 de mayo de 2021), de alguna forma intuyendo (temiendo) sus trágicas consecuencias para la izquierda local. "El muro" que incluí en el titulo ha resultado ser, expresado en votos, más alto que lo imaginado. Un muro, aparentemente compacto, de subjetividades, de sujetos (a sus propios miedos, inducidos, a su egoismo, en muchos casos, a su perplejidad, quizás, en otros). Como el que rodea el jardín del gigante egoísta en el cuento de Wilde. Un muro tan bien construido que, cuando la izquierda (ingenua, voluntarista, a veces paternalista) se acerca, crece.

 

 

domingo, 21 de marzo de 2021

208. Es bonito saber

 Me comprometí a dar una charla sobre los efectos de la COVID-19 sobre el sistema nervioso, ahora y en el futuro post-pandémico (difícil todavía de intuir). Como en tantas ocasiones, sobre lo que sé y lo que no sé. Lo que uno puede ofrecer en este contexto (lo que posiblemente se espera de uno) es un lugar desde el que estudiar y actualizar los datos, lo que "se" sabe hasta el momento. Un lugar (así dijo Darwin una vez) que es también hábito, experiencia, un lugar donde se vive, habitado. Construir. Habitar. Pensar (Heidegger). 

Como siempre, el tiempo aprieta, pero es posible hacerse (desde este lugar, punto de vista, Standpunkt) rápidamente con lo principal que hay que saber sobre una cuestión, un campo (otro lugar, este compartido) que se viene desarrollando desde hace solo un año. Internet, Pubmed, lo inconmensurable hecho hábito, rutina. Rápidamente, la familiaridad antigua, sedimentada, se extiende, acogedora, al nuevo conocimiento. Las cosas encajan, ocupan su lugar propio, con nosotros. Vamos sabiendo, entendiendo, y sabiendo también lo que aún no entendemos . 

Metafísica, A I: "Todos los hombres desean por naturaleza saber". Y el deseo cumplido produce placer. 



lunes, 15 de marzo de 2021

206. Pi

 El derrotismo de la izquierda española, y en particular de la madrileña, forma parte del inóculo original (sí, como el pecado) que se nos proporciona (como marco preteórico, como paradigma), sabe Marx cómo, con nuestra educación, aun cuando esta haya sido progresista. Cada cosa hacia su lugar propio, como en la física aristotélica, y el de la izquierda es abajo, como la tierra. Naturalmente.

Estábamos a punto de iniciar la desbandada, después del anuncio de unas elecciones bien calculadas, y anunciadas como un rayo amenazador, para mayor gloria de la derecha (casi siempre) triunfante, cuando un dirigente, como en la metáfora (también) aristotélica (§41) se detiene, mira hacia atrás, e inicia la recomposición de la izquierda, "...y en breves instantes todos los que huían se vuelven a formar de acuerdo con el principio (arché) que los une."

El principio, arché, Prinzip, el principio esperanza (Das Prinzip Hoffnung).



sábado, 19 de diciembre de 2020

195. La vida y los libros

 Andaban algunos QSY errantes, inmaduros todavía, revoloteando por este espacio "gramatológico" (algunos de ellos también -todavía- bajo la fascinación de Derrida), y ha venido uno antiguo (§40) (mientras hacía su "copia de seguridad") a precipitarlos súbitamente (en el sentido químico del término, especialmente, como cuando sale mal una tinción de las que hacemos en el laboratorio, por lo general porque el material no estaba perfectamente limpio). Y así han quedado, in statu nascendi, como le gustaba decir con frecuencia a Cordón

Uno de ellos tenía que ver con mi lectura en curso de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, texto fluido y lúcido en defensa de los libros y la lectura, del que me he propuesto hacer (al menos) algún QSY poniéndolo en relación (todavía no sé con qué grado de justicia hermenéutica) con Las palabras, de Sartre. Lo personal de la lectura, la autobiografía de un lector, cómo compartirlo, poniendo así en juego todo su potencial entusiasmante, that is the question

Estoy en la segunda planta del inmenso edificio que comparten la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Mientras espero a que me abran una puerta trasera, interior, de acceso al Instituto, contemplo, a través de un ventanal, lo que ocurre en el patio interior de la Facultad. Ahí abajo hay una puerta abierta, creo que de la biblioteca (yo no estudié aquí), y algunos estudiantes han salido al jardín, al parecer, para descansar un rato. Hace muchos años que vengo con más o menos regularidad al Instituto a estudiar cerebros de autopsia, y creo que siempre he visto, mientras esperaba a que me abrieran, esa pintada justo al lado de la puerta de la biblioteca: "No estudies los libros, estudia la vida". Interesante disyunción para una facultad de Medicina, que podríamos "moderar" con un "solo" ("No solo estudies los libros..."), aunque no parece que sea eso lo que quiere decir. 

Llevo ya unos años persiguiendo, para una tesis que quién sabe cuándo podré terminar (sin que sea eso lo principal, naturalmente, Ítaca, Cavafis), diferentes cuestiones relativas a la ontología de la vida en el  pensamiento de Heidegger (especialmente en su diálogo recurrente con Aristóteles). A veces camino en penumbra, como todos, pero hay momentos de claridad que me indican, creo, que quizá no me haya equivocado. Estudio ahora los intensos años de desarrollo que precedieron a la publicación de Ser y tiempo en 1927. En una famosa conferencia de 1924, El concepto de tiempo, Heidegger sigue precisando su noción de Dasein ("ser ahí", existencia, vida humana), y explica: no podemos demostrarlo, ni mostrarlo, solo podemos serlo

Así han quedado estos pequeños brotes de QSY, detenidos y en cierto modo enlazados entre sí. No se descarta que en el futuro adquieran una forma más madura cuando el material de trabajo esté más limpio.



martes, 9 de junio de 2020

164. McEwan y los gorriones de Yeats

Me siento interpelado, aludido, por McEwan en su búsqueda insomne de un verso de Yeats a través de la trama de su biblioteca y su memoria adolescentes*. Así viven los versos en nuestra memoria (en nuestro cuerpo), como los memes de Dawkins, atrapados y atrapándonos; ocultos en las "galerías del alma" (Machado), dejando a veces mínimamente al descubierto esa clave que nos permitirá "reproducir su movimiento original" (De memoria, Aristóteles) y devolvernos así fugazmente momentos anteriores, pequeños, intensos y hondos, también luminosos, de nuestra vida.

Me gustaría imaginar que el novelista encontró un buen día (una buena noche) estos QSY (§128) en su inquieto (y al parecer productivo) confinamiento, y que también anduvo persiguiendo versos de Yeats, él sí, en sus propias huellas adolescentes, sin recurrir a Internet. Ahí están enterrados nuestros versos, en la arqueología profunda de lo que venimos siendo. Podría imaginar también, por qué no, que aquella búsqueda del Ozimandias de Shelley (también con la ayuda de Internet) resuena en otro lugar de su texto (§143). "El propio tiempo está cambiando. Se extiende por una vasta llanura a nuestro alrededor, dispersándose, quizá a punto de desaparecer."

¿Qué homeros de nuestra paideia podemos compartir con un escritor tan admirable como McEwan? ¿Cómo, viniendo de lenguas diferentes (de poetas casi siempre diferentes), podemos encontrarnos en esa inmensa casa del ser** que es el lenguaje humano?

Del poema que buscaba McEwan hay tres versiones (de 1891, 1892 y 1925***), y solo las dos últimas fueron publicadas. Estos son los versos (primer cuarteto, 1892) que él buscaba aquella noche (The Sorrow ofLove):


"The quarrel of the sparrows in the eaves,
The full round moon and the star-laden sky,
And the loud song of the ever-singing leaves
Had hid away earth's old and weary cry.
(...)"
                                                 
"La disputa de los gorriones en el alero,
La luna llena completa y el cielo cargado de estrellas,
Y la canción potente de las hojas eternamente sonoras
habían ocultado el antiguo y cansado lamento de la tierra."

Un placer, Sr. McEwan, hasta la próxima. 



* https://elpais.com/opinion/2020-05-09/notas-sobre-el-coronavirus.html

** M. Heidegger. Carta sobre el Humanismo.

*** https://www.uv.es/fores/poesia/sorrowlove.html