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domingo, 17 de marzo de 2024

356. Lo absurdo

 Sigo con Camus, me atrapa su estilo. Recojo aquí otro texto de su Sísifo para más adelante, quizás. El hombre (o la mujer, claro), se ha enfrentado ya al absurdo de la existencia, y ha llegado a ser el "hombre absurdo".

"En cierto punto de su camino, el hombre absurdo es solicitado. No faltan en la historia religiones ni profetas, inclusive sin dioses. Le piden que salte. Todo cuanto puede responder es que no lo acaba de entender, que eso no es evidente. No quiere hacer, precisamente, sino lo que entiende bien. Le aseguran que eso es pecado de orgullo, mas él no comprende la noción de pecado; quizás el infierno esté al final, pero no tiene bastante imaginación para imaginarse ese extraño futuro; acaso pierda la vida inmortal, pero eso le parece fútil. Quisieran que reconociese su culpabilidad. Él se siente inocente. A decir verdad, solo siente eso, su irremediable inocencia. Ella es la que le permite todo. Así, lo que se exige a sí mismo es vivir solamente con lo que sabe, arreglárselas con lo que es, sin que intervenga nada que no sea cierto. Le responden que nada lo es. Pero eso, por lo menos, es una certeza."*

Me pregunto si está claro en todos los casos quiénes son ellos, esos otros (y otras) que exigen todo eso de él (o ella), y también que quiere decir eso de vivir solo con lo que uno sabe. Intuyo que Camus se está acercando aquí a algo interesante (al menos para la idea, creo, que puso en marcha estos QSY). Veremos.


*Camus A. El mito de Sísifo. Traducción de Esther Benítez. Barcelona: Penguin, Random House, 2023, pp. 59 y 60.

 

 

viernes, 11 de agosto de 2023

329. El blog y la ensaladilla rusa

 Me contaron que, hace tiempo, un periódico publicó una lista de restaurantes donde se hacía la mejor ensaladilla rusa, no sé si de Madrid o de España. La cuestión es que, poco después, uno de esos locales, creo que el clasificado en primer lugar, dejó de ofrecer ensaladilla rusa a sus clientes. "Es que venía todo el mundo pidiendo la ensaladilla", parece que decía el responsable si se le preguntaba. 

Desde hace unas semanas este blog ha empezado a tener muchas más visitas que antes, cuando casi podía adivinar quiénes eran sus escasísimos lectores diarios. Entiendo el vértigo de la ensaladilla rusa. 



sábado, 14 de enero de 2023

286. Vasos comunicantes

 Una entrada en Huellas algo más activo últimamente es un silencio en QSY. Un silencio provisional, quizás, quién sabe, un fragmento de nada, inadvertido. The other way round, una entrada en QSY es un texto formalmente desplazado desde Huellas (lo oculto) hasta este pequeño espacio de exposición. No sé todavía qué ley gobierna la relación entre estos vasos comunicantes.  

 

 

sábado, 11 de diciembre de 2021

239. "Qué se yo", según Merleau-Ponty

Trotando entre textos, y buscando en realidad uno que está unas páginas más adelante en Lo visible y lo invisible, encuentro este, que no puedo dejar de incluir aquí:

"Por ese camino, finalmente, se vería lo que es la interrogación filosófica. No el an sit, y la duda, en que el Ser está sobreentendido, y tampoco el «sólo sé que no sé nada» en que ya asoma la certeza absoluta de las ideas, sino un «¿qué sé yo?» verdadero, que no es completamente* el de Montaigne. Porque el «¿qué sé yo?» podría ser simple recurso a la dilucidación de las cosas que sabemos, sin examen alguno de la idea de saber. Sería entonces una de esas preguntas de conocimiento, como acaso puede serlo también «¿dónde estoy?», en las que uno sólo duda sobre la necesidad de hacer entidades -el espacio, el saber- tomadas como evidentes en sí mismas. Pero ya, cuando yo digo, en el curso de una frase, «qué sé yo?», es otra clase de pregunta la que nace, porque desborda la idea del saber mismo, invoca no sé qué lugar inteligible donde deberían encontrarse hechos, ejemplos, ideas, que me faltan**; insinúa que el modo interrogativo no es un derivado por inversión o por trastrocamiento del indicativo y del positivo, ni afirmación ni negación veladas o esperadas, sino una manera original de apuntar a algo, por decir de algún modo, una pregunta-saber, que por principio no puede ser superada por ningún enunciado o «respuesta», modo propio, quizás, de nuestra relación con el Ser, como si él fuera el interlocutor mudo o reticente de nuestras preguntas. «¿Qué sé yo?» es no sólo «¿qué es saber?» y no sólo «¿quién soy yo?», sino, finalmente, «¿qué hay?» e incluso «¿qué es el hay?». Estas preguntas no apelan a la exhibición de algo dicho que les pondría fin, sino al develamiento de un Ser que no está planteado porque no necesita estarlo, porque está silenciosamente detrás de todas nuestras afirmaciones, negaciones e, incluso detrás de todas las preguntas formuladas. No es que haya que olvidar éstas en su silencio, ni se trata de apresarlo en nuestro palabrerío, sino que la filosofía es la reconversión del silencio y de la palabra uno en otra (…)."***

 

* En francés, tout à fait, y la traducción, naturalmente, es correcta en sentido literal, pero algo incomoda en la lectura. "Que no es enteramente equivalente" al de Montaigne, entiendo, que lo es solo en parte.

** La negrita es mía.

*** Maurice Merleau-Ponty. Lo visible y lo invisible. Traducción de Estela Consigli y Bernard Capdevielle. Buenos Aires: Nueva Visión, 2010. Pp. 117 - 118.



sábado, 19 de diciembre de 2020

195. La vida y los libros

 Andaban algunos QSY errantes, inmaduros todavía, revoloteando por este espacio "gramatológico" (algunos de ellos también -todavía- bajo la fascinación de Derrida), y ha venido uno antiguo (§40) (mientras hacía su "copia de seguridad") a precipitarlos súbitamente (en el sentido químico del término, especialmente, como cuando sale mal una tinción de las que hacemos en el laboratorio, por lo general porque el material no estaba perfectamente limpio). Y así han quedado, in statu nascendi, como le gustaba decir con frecuencia a Cordón

Uno de ellos tenía que ver con mi lectura en curso de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, texto fluido y lúcido en defensa de los libros y la lectura, del que me he propuesto hacer (al menos) algún QSY poniéndolo en relación (todavía no sé con qué grado de justicia hermenéutica) con Las palabras, de Sartre. Lo personal de la lectura, la autobiografía de un lector, cómo compartirlo, poniendo así en juego todo su potencial entusiasmante, that is the question

Estoy en la segunda planta del inmenso edificio que comparten la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Mientras espero a que me abran una puerta trasera, interior, de acceso al Instituto, contemplo, a través de un ventanal, lo que ocurre en el patio interior de la Facultad. Ahí abajo hay una puerta abierta, creo que de la biblioteca (yo no estudié aquí), y algunos estudiantes han salido al jardín, al parecer, para descansar un rato. Hace muchos años que vengo con más o menos regularidad al Instituto a estudiar cerebros de autopsia, y creo que siempre he visto, mientras esperaba a que me abrieran, esa pintada justo al lado de la puerta de la biblioteca: "No estudies los libros, estudia la vida". Interesante disyunción para una facultad de Medicina, que podríamos "moderar" con un "solo" ("No solo estudies los libros..."), aunque no parece que sea eso lo que quiere decir. 

Llevo ya unos años persiguiendo, para una tesis que quién sabe cuándo podré terminar (sin que sea eso lo principal, naturalmente, Ítaca, Cavafis), diferentes cuestiones relativas a la ontología de la vida en el  pensamiento de Heidegger (especialmente en su diálogo recurrente con Aristóteles). A veces camino en penumbra, como todos, pero hay momentos de claridad que me indican, creo, que quizá no me haya equivocado. Estudio ahora los intensos años de desarrollo que precedieron a la publicación de Ser y tiempo en 1927. En una famosa conferencia de 1924, El concepto de tiempo, Heidegger sigue precisando su noción de Dasein ("ser ahí", existencia, vida humana), y explica: no podemos demostrarlo, ni mostrarlo, solo podemos serlo

Así han quedado estos pequeños brotes de QSY, detenidos y en cierto modo enlazados entre sí. No se descarta que en el futuro adquieran una forma más madura cuando el material de trabajo esté más limpio.



lunes, 19 de octubre de 2020

183. Mare magnum

 ¿Cuánto tiempo hay que dejar una idea abandonada a sí misma (o a uno mismo) para saber si de verdad constituye un proyecto o es solo un entretenimiento circunstancial del pensamiento? Horas, días, años… qué sé yo. Aun así, esa incertidumbre, a la que ya he conseguido acostumbrarme, no ha evitado que me haya pasado el día jugando con la posibilidad de un proyecto, o mejor una idea, que rápidamente se asoció ella sola a una especie de título: mare magnum. Son pequeños trucos para no perder el sabor original de una idea. En síntesis, ¿por qué no intentar captarla en lo que tiene de nudo de proyectos (pasados) y experiencias (anticipadas), por qué no actualizarla en una serie de textos totales (desde el punto de vista expresivo), sin índice, sin sistema, sin que ello suponga ningún compromiso conmigo mismo ni con nadie? (De Huellas, 1991)



sábado, 12 de septiembre de 2020

177. La imagen de los textos

Este blog, el programa, la plataforma, lo que sea que está detrás (es una forma de decirlo) del hecho de que este texto esté disponible (visible) en la red*, ofrece diversos formatos para su visualización**.  Resulta entretenido elegir uno, y también complicado. La distribución del espacio, los colores, el espacio y el lugar ocupado por las imágenes, todo se puede seleccionar dentro de un amplio rango de posibilidades. Las imágenes, es decir, las fotografías, no plantean ningún problema porque desde el comienzo del blog decidí (aunque creo que no lo escribí) que solo incluiría textos. Recordaba e invocaba entonces el mensaje esencial de Imágenes y palabras, de Emilio Lledó, y recuerdo y traigo aquí algunos momentos ("Es tiempo la materia de la escritura") de esa colección de textos:

"Ese imperio de viento, esas tempestades visuales que anegan y asfixian la posibilidad de pensar y, por consiguiente, la posibilidad de ser, vienen acompañadas, además, de una ideología que se expresa en aforismos que parecen lugares comunes e indiscutibles. Así aceptamos con la mayor sumisión y después de haber oído el discurso de la modernidad, del futuro de la modernidad, tesis como aquella que dice que «Una imagen vale más que mil palabras». ¿Qué imagen?, ¿qué valer?, ¿qué palabras?"

"En el mundo de la visualidad, en la inundación continua de las imágenes, es más necesario que nunca el cuidado del lenguaje, el cuidado de la interpretación; de lo que hacemos con ese lenguaje para que pueda ser captador y asimilador de imágenes que lo enriquezcan y lo estimulen y para que, sobre todo, pueda rechazar ese dominio de esperpentos que nos acosa. Un dominio que somete el desarrollo de la mente a un futuro cegado por el chisporroteo de fantasmas, de espectros que lentamente nos llevan, otra vez, al fondo de aquella caverna de la que, al parecer, hace milenios habíamos logrado escapar."***

Con el maestro siempre, en esto como en otras cuestiones que se han inscrito en algunos rincones de este blog. Sin embargo, ese imperio poderoso acaba alcanzando (rozando) también a las palabras, a los textos, que también convierte, como nos recordó Bradbury (#56), en imágenes: "un texto en una pantalla no es un texto, sino la imagen de un texto." No podemos sino conceder, ante estos textos inscritos, representados, en nuestras pantallas, que de alguna forma debemos tratarlos también como imágenes; de alguna forma, esto es, con un formato determinado. Al fin y al cabo, algo parecido ocurre con los textos en papel, que sostenemos en las manos y tocamos y olemos: pueden ser de una manera o de otra, más o menos adecuada para una lectura cómoda y agradable. Solo quería decir, en suma, que, obligado a seleccionar un diseño del blog, he elegido de momento el que me parecería mejor si el texto estuviera inscrito en papel (siempre se puede imprimir, ¿y entonces?). Aquel cuya imagen se parece más a la de un texto real, aunque esto parezca escrito desde la caverna, como nos recuerda el maestro.


* Comienzo este texto en diálogo con el DRAE. Compruebo, tecno-ignorante, que "blog", "red", "web", e "internet" ya forman parte de los términos incluidos en el diccionario (aceptados, hemos dicho siempre, esa cuestión de la autoridad). Dudo al escribir "red" por si el término no es lo bastante específico, pero lo es en ese contexto (por eso está aceptado).

** Dudo también aquí al elegir el término, y de nuevo el DRAE viene en mi ayuda tendiendo un puente entre la primera acepción de "visualizar", "visibilizar" (acabo de escribirlo), y la última (quinta), "hacer visible una imagen en un monitor." Una imagen, un texto, o un texto-imagen. Sí, de eso estoy hablando, como se verá.

*** LLedó, Emilio. Imágenes y palabras. Madrid, Ed. Taurus, 1998. (pp. 152-153 y 155)



viernes, 21 de agosto de 2020

175. El orden de los textos

 Me había formulado una tarea para este mes de agosto (una tarea vacacional, se entiende) bajo el título o lema de “el orden de los textos”, título que no puede evitar evocar el de aquel texto deslumbrante de Foucault ya mencionado aquí en algún lugar, El orden del discurso (§131). Ocurre, viene ocurriendo, que estos breves textos de QSY han ido sustituyendo poco a poco a aquellos de Huellas; han ido ocupando su lugar (en el discurso) en el momento de su concepción (intuición) y elaboración (escritura). ¿Qué sentido tienen unos y otros? ¿Un sentido meramente autobiográfico (Huellas) o de expresión/reflexión de lo actual (QSY)? ¿Es posible separar ambos sentidos ante la blanda necesidad ocasional de escribir estas breves notas sobre lo que hay en cada momento? Ontología de la actualidad, enunciaba Foucault. En cuanto a lo autobiográfico, un fragmento de otro texto también deslumbrante, en este caso de Derrida*:

“La autobiografía, la escritura de sí del ser vivo, la huella del ser vivo para sí, el ser para sí, la auto-afección o la auto-infección como memoria o archivo de lo vivo sería un movimiento inmunitario (por consiguiente un movimiento de salvación, de salvamento y de redención de lo salvo, de lo santo, de lo inmune, de lo indemne, de la desnudez virginal e intacta) pero un movimiento inmunitario siempre amenazado de tornarse auto-inmunitario, como todo autos [cursiva del autor], toda ipseidad, todo movimiento automático, automóvil, autónomo, autorreferencial. Nada corre el riesgo de resultar tan emponzoñador como una autobiografía, emponzoñador para sí, en primer lugar, auto-infeccioso para el presunto firmante así auto-afectado.”

Tres años después de iniciar este QSY, este experimento gadameriano, recuerdo, es hora de devolver a Huellas su condición original (equívoca y cuestionable, por cierto) de texto escrito, en principio, solo como registro (contra el olvido), y no con intención expresiva, comunicativa. Esto último, aunque discretamente (equívocamente también), corresponde a QSY. Seguirá siendo posible, sin embargo, que algunas Huellas emerjan de vez en cuando de ese fondo reflexivo personal, como burbujas, y lleguen a formar parte del modo expresivo de QSY, esto es, que puedan ser compartidas. Sigo sin saber por qué, el experimento (ahora también derridiano) continúa, seguramente porque valga la pena hacerlo (o expresión equivalente).

 

* Jacques Derrida. El animal que luego estoy si(gui)endo. Traducción de Cristina de Peretti y Cristina Rodríguez Marciel. Madrid: Ed. Trotta, 2008.

 

 

jueves, 18 de junio de 2020

166. Regando

Regar las plantas de la terraza, cuando toca, es para mí una acción plena, una tarea que se ajusta a su momento adecuado, idóneo, y que, si hay tiempo y tranquilidad, se cumple con placer. Como otras actividades que dejan por un momento la reflexión suspendida, suelta, libre, como el piñón de una bicicleta, bien puede incorporarse a la metodología de estos QSY, junto a sus compañeras ya inscritas, la ducha (Dx) y la bici (Bx) (§18), con su propia denominación de origen (Rx). (Rx)


viernes, 24 de enero de 2020

131. Lo que se dice y lo dicho

Lo dice, precisamente, Michel Foucault en El orden del discurso*, ese texto/discurso admirable:

"En resumen, puede sospecharse que hay regularmente en las sociedades una especie de nivelación entre discursos: los discursos que «se dicen» en el curso de los días y de las conversaciones, y que desaparecen en el acto mismo que los ha pronunciado; y los discursos que están en el origen de cierto número de actos nuevos de palabras que los reanudan, los transforman o hablan de ellos, en resumen, discursos que, indefinidamente, más allá de su formulación, son dichos, permanecen dichos, y están todavía por decir. Los conocemos en nuestro sistema de cultura: son los textos religiosos o jurídicos, son también esos textos curiosos, cuando se considera su estatuto, y que se llaman «literarios»; y también en cierta medida los textos centíficos."

A continuación, una vez definida esta división, Foucault la fluidifica, la quiebra. "Es cierto que esta diferencia no es ni estable, ni constante, ni absoluta." También la dramatiza (o la ironiza). "La desaparición radical de este desnivel no puede ser nunca más que juego, utopía o angustia."

Sí, en esta última frase están convocados algunos asuntos recurrentes de estos QSY, el juego, (Glasperlenspiel, Hesse), la utopía (Experimentum mundi, Bloch) y los maestros de la fenomenología existencial (Sartre y Merleau-Ponty) que acabaron presentándome a sus severos padres (Husserl y Heidegger).

Más allá de tanta gente ilustre, autores en el sentido foucaultiano, queda la cuestión, experimental en estos QSY, como se viene diciendo (p. ej., §4), de esa ligera, aunque radical transición, que lleva de lo meramente pensado (o vivido) a lo escrito (lo dicho). Ahí hay un misterio. 

* Michel Foucault. El orden del discurso. Traducción de Alberto González Troyano. Barcelona: Ed. Austral, 2019.


sábado, 4 de enero de 2020

126. Una (otra) cuestión de método

Como es previsible que estos QSY vayan haciéndose referencia, cada vez más, unos a otros, cada entrada (cada título) de QSY estará identificado con un número. La referencia a un QSY irá señalada con ese número precedido por un símbolo (§). No tendría sentido que esos números fueran asignados aleatoriamente, y por eso serán correlativos. El orden temporal tiene en esto cierta importancia, aunque no mucha. Se  trata de intentar aquí también un experimento sobre la memoria, en la que el orden, por lo general, brilla por su ausencia. 



miércoles, 25 de diciembre de 2019

120. Para qué un texto, dónde


No podía prever, o quizá sí en el fondo, en algún fondo que llegara a establecerse (término este -fondo- demasiado duro y definitivo), una competencia (o algo así) entre estos textos ocasionales (ya Huellas) y esos otros públicos (aunque tan discretamente) del Qué sé yo. Y eso que en muchas ocasiones se trata de textos compartidos, los mismos textos, o casi. Veo que han bastado unos cuantos meses de QSY, estos últimos más intensos, y más activos, en la reflexión política (ontología política, me decía, no sé si algo irónicamente) para que me haya dado cuenta de lo específico (y mejor, diríamos aristotélicamente) de cada una de esas “superficies de inscripción” (me gusta esta expresión de T. Oñate, otra maestra). Hay ya una tensión entre estas Huellas y los QSY, que me lleva a defender ambos textos por su propia singularidad (valga, o no, la redundancia) performativa (término que tomo prestado de la filosofía del lenguaje, a la que nunca le he quitado ojo, aunque la mirada de estos últimos años haya sido un tanto oblicua). 

Cada nuevo texto de QSY, sea cual sea su origen, obliga a una construcción de su estructura y de su sentido, y (en consecuencia) a una claridad expresiva que forma parte ya de la mera intención de escribirlo. Porque, más o menos leídos (eso no es relevante para el experimento gadameriano en que, como he insistido varias veces, consisten), se trata de textos públicos, publicados. He podido experimentar durante estos meses lo que eso supone, la diferencia esencial entre una nota personal y un texto ¿trans-personal?. 

Hay un límite, sin embargo, una asíntota, mejor, hacia el que tienden (podrían tender) estos textos, y en el que se muestra un riesgo, el de (no se trata de un juego, de un jugar con las palabras) lo impersonal. A veces, se elige ahí, o surge sencillamente (se elige, en el fondo, en algún fondo) escribir lo más claro y directo, ¿lo más tópico? Cuando percibo ese riesgo, me parece poder refugiarme en estas Huellas, como decía, "performativamente", escribiendo a mano con pluma, irregularmente, tachando cuando hace falta, sin un objeto claro, sin una clara necesidad expresiva o transmisiva, valdría decir. Por el mero placer de escribir, de detener el tiempo, como pedía Goethe (Fausto). Exageras esa oposición de los textos, podría decirme yo o podría decirme otro (¿otra oposición más o menos ficticia?), y decirme también que no se trata sino de momentos de un mismo proceso dialéctico. Sí, ciertamente, es una forma de ver las cosas (muchas, al menos) que ayuda a relativizar (en el sentido más superficial del término). El deseo (órexis) y el placer (hedoné) de escribir en cada momento, invoquemos de nuevo ahora, mejor, esas dimensiones (funciones) profundas del alma, como en cada momento nos hagan más felices, siquiera en el momento preciso de hacer efectiva la escritura.

Cada uno de ellos, QSY y Huellas, tiende, podríamos decir si quisiéramos buscar aquí alguna conclusión, a su propio género de verdad. Por decirlo (muy) clásicamente, una verdad externa y una verdad interna (respectivamente). Umwelt e Innenwelt (der Tiere), aquellas dos nociones de J. von Uexküll que vuelvo a encontrar en el lenguaje naturalista y poético de Ida Vitale*.

Fueron estas notas, ahora Huellas, las que me dieron acceso, o crearon, no sé, este espacio en el que a veces puedo refugiarme y respirar; este espacio que no sé nombrar, pero que sé que existe. Cuando se convierten en QSY, ¿qué le ocurre a este espacio? ¿Es posible compartirlo? (De Huellas, 2019)


* Ida Vitale. De plantas y animales. Barcelona: Ed. Tusquets, 2019.



miércoles, 2 de octubre de 2019

94. Leer poesía

¿Por qué, para qué, se lee poesía? Por el hábito (héxis) de hacerlo, sin duda, cuando se tiene, entre tantos otros que nos constituyen. Para navegar cerca de lo absoluto y lo verdadero (humano) que algunos poetas (bastantes, afortunadamente) han intuido y han sabido registrar. Y para pescar allí algunos versos afines que, cuando los encontramos, se quedan con nosotros para siempre. Algunos de los versos, vivos, que han ido dejando mis lecturas, como un sedimento, como huellas, van apareciendo en estos QSY. Si alguna vez me sintiera capaz de comentarlos, lo haría. (Dx)