Andaban algunos QSY errantes, inmaduros todavía, revoloteando por este espacio "gramatológico" (algunos de ellos también -todavía- bajo la fascinación de Derrida), y ha venido uno antiguo (§40) (mientras hacía su "copia de seguridad") a precipitarlos súbitamente (en el sentido químico del término, especialmente, como cuando sale mal una tinción de las que hacemos en el laboratorio, por lo general porque el material no estaba perfectamente limpio). Y así han quedado, in statu nascendi, como le gustaba decir con frecuencia a Cordón.
Uno de ellos tenía que ver con mi lectura en curso de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, texto fluido y lúcido en defensa de los libros y la lectura, del que me he propuesto hacer (al menos) algún QSY poniéndolo en relación (todavía no sé con qué grado de justicia hermenéutica) con Las palabras, de Sartre. Lo personal de la lectura, la autobiografía de un lector, cómo compartirlo, poniendo así en juego todo su potencial entusiasmante, that is the question.
Estoy en la segunda planta del inmenso edificio que comparten la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Mientras espero a que me abran una puerta trasera, interior, de acceso al Instituto, contemplo, a través de un ventanal, lo que ocurre en el patio interior de la Facultad. Ahí abajo hay una puerta abierta, creo que de la biblioteca (yo no estudié aquí), y algunos estudiantes han salido al jardín, al parecer, para descansar un rato. Hace muchos años que vengo con más o menos regularidad al Instituto a estudiar cerebros de autopsia, y creo que siempre he visto, mientras esperaba a que me abrieran, esa pintada justo al lado de la puerta de la biblioteca: "No estudies los libros, estudia la vida". Interesante disyunción para una facultad de Medicina, que podríamos "moderar" con un "solo" ("No solo estudies los libros..."), aunque no parece que sea eso lo que quiere decir.
Llevo ya unos años persiguiendo, para una tesis que quién sabe cuándo podré terminar (sin que sea eso lo principal, naturalmente, Ítaca, Cavafis), diferentes cuestiones relativas a la ontología de la vida en el pensamiento de Heidegger (especialmente en su diálogo recurrente con Aristóteles). A veces camino en penumbra, como todos, pero hay momentos de claridad que me indican, creo, que quizá no me haya equivocado. Estudio ahora los intensos años de desarrollo que precedieron a la publicación de Ser y tiempo en 1927. En una famosa conferencia de 1924, El concepto de tiempo, Heidegger sigue precisando su noción de Dasein ("ser ahí", existencia, vida humana), y explica: no podemos demostrarlo, ni mostrarlo, solo podemos serlo.
Así han quedado estos pequeños brotes de QSY, detenidos y en cierto modo enlazados entre sí. No se descarta que en el futuro adquieran una forma más madura cuando el material de trabajo esté más limpio.
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