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jueves, 22 de julio de 2021

220. Justicia hermenéutica (para Cuba)

 Hace ya unas cuantas semanas que mi lectura del Junco de Irene Vallejo quedó interrumpida en esa página donde la autora habla de las "cárceles castristas". Fueron esas palabras amigas-enemigas las que provocaron la reflexión, un tanto general, de §216. Por justicia hermenéutica, pensé entonces, y recordé que era eso lo que Marcuse dijo que había aprendido de su primer maestro, Heidegger. Para poder seguir leyendo el Junco, un poco de justicia hermenéutica, ante la ideología (esa ideología dominante, normativa, acrítica) que aflora a veces inesperadamente.

Algunos días después, una cena de amigos en nuestra terraza, con cierto desencanto político en el ambiente. La Asamblea General de la ONU acababa de aprobar, por vigesimonovena vez, una resolución pidiendo el fin del embargo de Estados Unidos a Cuba. Bloqueo, en realidad, porque el embargo implica la amenaza "imperial" a los países que comercien con Cuba. A aquellos que el Imperio puede amenazar, claro. Todos los demás suponen, sencillamente, una amenaza para el Imperio, y, por extensión, para todos los países sometidos a su vasallaje. Eso acaba creyendo tanta gente. Solo dos países votaron en contra de la resolución, Estados Unidos e Israel. Como alguien escribió entonces en Twitter, el mundo votó a favor del fin del embargo, no así los enemigos del mundo.

Allí, en Cuba, al parecer, la pandemia está llevando a la gente al límite de la resistencia, y más allá. Algo de eso debe de haber detrás de estos últimos "acontecimientos", proclamados urbi et orbi por los dispositvos mediáticos imperantes. Mucho sufrimiento cotidiano, nos consta. Sin embargo, ya me equivoqué al inicio de las llamadas "primaveras árabes", hace una década, y leí con cierto escepticismo los breves textos de advertencia que iba escribiendo Fidel, ya mayor y retirado de la vida política activa, en Granma. ¿Democratizar Siria, Libia, antes Iraq? A la vista del resultado (guerras interminables, millones de refugiados, estados desaparecidos o sometidos), se trató (trata) de una nueva forma, especialmente destructiva y homicida, de colonización. Bien lo saben los cubanos (de Cuba), y los palestinos (¿de dónde?).

Decimos "sí se puede", y hemos visto que algo se puede, sí, pero dentro de un rango de actuación, ay, demasiado estrecho, en algún sitio, en algún país, durante algún tiempo. Qué se puede contra el neoliberalismo depredador y salvaje, contra el Imperio, como entidad político-militar, en último término. Quién. Se puede resistir, y eso hacen algunos países (colectivos humanos) heroicos, pero, ay, cuánto tiempo. Cuba. Palestina. Como realidades vivas (millones de seres humanos) y como símbolos (de muchos millones más).

En unos textos recientemente publicados con el título de Alrededores del Ser (y traducidos al castellano por Teresa Oñate), Gianni Vattimo recuerda varias veces la idea de Walter Benjamin de que la izquierda occidental se ha guiado, mucho más que por la perspectiva (utópica) de un mundo futuro, por la exigencia de justicia, de reconocimiento, para el pasado. De comprensión, de justicia hermenéutica. Qué menos.


sábado, 20 de marzo de 2021

207. Médicos y filósofos

 En su Junco, Irene Vallejo (§195, 200) va y viene de un punto a otro (espacio-temporal) de la Antigüedad clásica, volviendo con frecuencia al mundo helenístico, que parece actuar en su texto como origen o referencia de sus paseos. Uno podría representarse su trayectoria como la de un ratón en un Morris water maze (laberinto de agua), peleando con su memoria (y con el diseño experimental) para (re)encontrar el camino hacia la comida. Comparto su fascinación por aquella cultura rica y abierta en la que se configuraron tantas potencialidades de este mundo nuestro de ahora, también en lo filosófico y lo científico. Cuando leí la Historia de Grecia de Hermann Bengston*, señalé esta frase en el texto: "Es gigantesca la cantidad de asociaciones religiosas, sociales y profesionales de los griegos en Asia y en Egipto." Como si el autor estuviera hablando del mundo actual. 

Sobre la Paideía, la educación, y la cultura griegas en esa época, dice Irene Vallejo algo en torno a la especialización. "Todo el que podía permitírselo, evitaba aprender algo tan envilecedor como un oficio. Lo elegante era el ocio - es decir, el cultivo de la mente, la amistad y la conversación: la vida contemplativa -. Solo la medicina, incuestionablemente necesaria para la sociedad, logró imponer un tipo de formación propia. A cambio, los médicos padecían un claro complejo de inferioridad cultural. Desde Hipócrates a Galeno, todos repetían en sus textos el mantra de que un médico también es un filósofo. No querían dejarse encerrar dentro de su esfera particular, sino que se esforzaban por mostrarse cultos y calzar en sus escritos alguna cita de los poetas imprescindibles." 

Vaya, de eso se trataba al fin. Tendríamos que recurrir, posiblemente, a uno de esos médicos-filósofos, uno de los principales, el de Viena, para que nos liberara de esa regresión, llevándonos de nuevo al mundo fascinante y problemático de nuestra infancia cultural. ¿Para quedarnos?


* Hermann Bengston. Historia de Grecia. Traducción de Julio Calonge. Madrid: Ed. Gredos, 2008.



sábado, 6 de febrero de 2021

200. Antiguo futuro

Tomo la idea del título del espléndido libro de Irene Vallejo (El infinito en un junco) (§195), que voy leyendo muy poco a poco para que me dure más, o quién sabe si para acercarme al ritmo con que ella lo escribió (§185). "Qué antiguo puede llegar a ser el futuro", dice, con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan en 2016. Un premio al canto, a la oralidad de la literatura occidental, como si fuera un premio tardío (¡y tanto!) a los poetas orales, los aedos griegos, que la inventaron, antes de que quedara fijada por escrito en Homero. Celebré mucho entonces la concesión del premio -Irene Vallejo sobrevuela con gracia e ironía la polémica asociada-, y defendí en algunas conversaciones que al escuchar a Dylan es tan importante lo que dice, lo que canta, como la forma precisa en que lo dice. Dylan canta y recita al mismo tiempo, como un poeta proclamando (Gadamer dixit) sus versos. 

Alguna analogía con este futuro anterior, de ida y vuelta, me sugirió la lectura de un artículo de prensa que me envió hace poco Alfonso Ogayar, buen amigo, profesor y biólogo teórico*. Con motivo de la reciente publicación en castellano de un libro sobre las polémicas que mantuvieron Richard Dawkins y Stephen J. Gould**, José Manuel Sánchez-Ron habla de ellos en el artículo, y de sus diferentes perfiles personales y científicos, y también ideológicos. Alfonso y yo, desde nuestra común navegación al lado de Faustino Cordón, siempre hemos sido más de Gould, en cuanto a teoría evolutiva, en una tradición que hemos entendido consistentemente darwinista***. Sin embargo, en el artículo se presta más atención a lo ideológico, incluyendo la actitud de ambos autores ante la religión. Dawkins, "liberal", y Gould, "socialista", ambos términos en su idiosincrático sentido estadounidense. En mi correo de respuesta, escribí esto: "Leí hace años el libro de Gould sobre ciencia y religión****, y me pareció muy astuto, muy fino. A Dawkins, ateo militante (y en teoría, solo en teoría, "uno de los nuestros") lo sigo en twitter, y hay que ver cómo habla de los 'socialistas' del Partido Demócrata (Sanders y compañía, que sí son de los nuestros), dice cosas que podría firmar Trump."

No hacía mucho tiempo que Alfonso y yo habíamos comentado un "cruce" atípico análogo entre ideología y teoría biológica en las primeras décadas del siglo pasado, con motivo de otro artículo intercambiado*****. No hay biología sin biopolítica, al parecer. Ernst Haeckel, autor fundamental en la historia del darwinismo y el evolucionismo, y en esa perspectiva histórica también "uno de los nuestros", fue un ferviente defensor del nacionalismo y el imperialismo alemán, además del darwinismo social y la eugenesia. Fue uno de los autores más respetados por los ideólogos nazis. En cambio, uno de sus discípulos, Hans Driesch, destacado representante del neovitalismo (que solemos asociar a un oscuro conjunto de fuerzas, impulsos o espíritus vitales) promovió el pacifismo y el universalismo, lo que le costó su puesto académico. Por su parte, en aquellos funestos años, Heidegger, ese admirador de Hitler al que dedico tantas horas de estudio (intentaré dejar claro algún día por qué) fue un profundo crítico del biologismo en todas sus formas. 

Recordemos, en fin, lo que decía Ernst Bloch, citando a Lenin: "el idealismo inteligente está más cerca del materialismo inteligente que el materialismo tosco".


* https://elcultural.com/gould-versus-dawkins

** Kim Sterelny. Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould. Ed. Arpa, 2020.

*** Entre mis libros favoritos de evolución, y en mi biblioteca, está The structure of evolutionary theory (Belknap Press: Cambridge, 2002), de Gould, un verdadero placer para la lectura. Alfonso me regaló  Ontogenia y filogenia. La ley fundamental biogenética (Crítica: Barcelona, 2010) una vez que fui a dar una charla a su instituto. La ley biogenética de Haeckel, claro.

**** Stephen J. Gould. Ciencia versus religión: un falso conflicto. Crítica: Barcelona 2007.

***** Giuseppe Bianco. Philosophies of life. In: P. Gordon, W. Breckman (Eds.). The Cambridge History of Modern European Thought, Vol. 1. CUP: Cambridge, 2019.



sábado, 19 de diciembre de 2020

195. La vida y los libros

 Andaban algunos QSY errantes, inmaduros todavía, revoloteando por este espacio "gramatológico" (algunos de ellos también -todavía- bajo la fascinación de Derrida), y ha venido uno antiguo (§40) (mientras hacía su "copia de seguridad") a precipitarlos súbitamente (en el sentido químico del término, especialmente, como cuando sale mal una tinción de las que hacemos en el laboratorio, por lo general porque el material no estaba perfectamente limpio). Y así han quedado, in statu nascendi, como le gustaba decir con frecuencia a Cordón

Uno de ellos tenía que ver con mi lectura en curso de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, texto fluido y lúcido en defensa de los libros y la lectura, del que me he propuesto hacer (al menos) algún QSY poniéndolo en relación (todavía no sé con qué grado de justicia hermenéutica) con Las palabras, de Sartre. Lo personal de la lectura, la autobiografía de un lector, cómo compartirlo, poniendo así en juego todo su potencial entusiasmante, that is the question

Estoy en la segunda planta del inmenso edificio que comparten la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Mientras espero a que me abran una puerta trasera, interior, de acceso al Instituto, contemplo, a través de un ventanal, lo que ocurre en el patio interior de la Facultad. Ahí abajo hay una puerta abierta, creo que de la biblioteca (yo no estudié aquí), y algunos estudiantes han salido al jardín, al parecer, para descansar un rato. Hace muchos años que vengo con más o menos regularidad al Instituto a estudiar cerebros de autopsia, y creo que siempre he visto, mientras esperaba a que me abrieran, esa pintada justo al lado de la puerta de la biblioteca: "No estudies los libros, estudia la vida". Interesante disyunción para una facultad de Medicina, que podríamos "moderar" con un "solo" ("No solo estudies los libros..."), aunque no parece que sea eso lo que quiere decir. 

Llevo ya unos años persiguiendo, para una tesis que quién sabe cuándo podré terminar (sin que sea eso lo principal, naturalmente, Ítaca, Cavafis), diferentes cuestiones relativas a la ontología de la vida en el  pensamiento de Heidegger (especialmente en su diálogo recurrente con Aristóteles). A veces camino en penumbra, como todos, pero hay momentos de claridad que me indican, creo, que quizá no me haya equivocado. Estudio ahora los intensos años de desarrollo que precedieron a la publicación de Ser y tiempo en 1927. En una famosa conferencia de 1924, El concepto de tiempo, Heidegger sigue precisando su noción de Dasein ("ser ahí", existencia, vida humana), y explica: no podemos demostrarlo, ni mostrarlo, solo podemos serlo

Así han quedado estos pequeños brotes de QSY, detenidos y en cierto modo enlazados entre sí. No se descarta que en el futuro adquieran una forma más madura cuando el material de trabajo esté más limpio.