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domingo, 12 de abril de 2020

149. La Tempestad (I)

Hay momentos en que apetece refugiarse en una obra y decir "aquí me quedo"*, al menos durante un tiempo mientras acaba de pasar lo que esté pasando en esos momentos. A mí me ocurre con determinados textos a los que vuelvo una y otra vez, textos, libros, como Les mots de Sartre, y muchos otros, pero pienso ahora en el texto sartriano porque habla de esa relación especial, vital, que podemos tener con los libros. Podemos habitarlos, vivir en ellos, mientras, de alguna extraña forma, ellos también viven en (con) nosotros.

Algo así me viene pasando con La Tempestad durante este período de encierro. Creo que al principio fue porque imaginé la vuelta al mundo de antes (de ayer, por decirlo con Zweig), a la calidez de nuestro mundo de la vida, con las palabras de Miranda, O brave new world**, como un (re)descubrimiento del esplendor cotidiano de nuestra vida en común. Después, sin embargo, fui reconociendo la riqueza de sugerencias que aquel extraño episodio, cómico, trágico y  mágico en una isla al margen del mundo podría traer para acompañarme durante estas semanas. Y también los posibles compañeros de viaje, además de los exóticos o misteriosos personajes de la obra: Montaigne, Ernst Bloch, Harold Bloom, G. Wilson Knight y Auden, entre otros que aparecerán.

To be continued.


* Cómo no pensar, si uno escribe esto, en los versos de Goytisolo (Palabras para Julia):
 "(...)
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
(...)"


** MIRANDA: O wonder!
How many goodly creatures are there here!
How beauteous mankind is! O brave new world
That has such people in't. 
(Acto V, Escena I)

También es inevitable que estas palabras nos remitan a la obra homónima de Aldous Huxley. Intentaremos explorar también hacia dónde nos conduce esa referencia.


sábado, 17 de noviembre de 2018

21. Das Glasperlenspiel

Uno de los mayores aciertos de Hermann Hesse* es haber sabido representar como "juego de abalorios" (Glasperlenspiel) eso que venimos haciendo con la cultura y el conocimiento, con nosotros mismos, los que hemos creído desde que tenemos uso de razón, por así decirlo, que nada hay más importante, salvo las personas mismas, que el pensamiento, que no es sino pensamiento de algunas personas**. Incluso ese "algunas" ha sabido traducirlo Hesse delicadamente en un sentido "democráticamente" elitista***. Yo no podría decir cuántos "juegos de abalorios" he planeado  y comenzado, muchos, muchísimos, y en eso ha consistido hasta ahora principalmente mi vida intelectual. ¿Terminaré alguno de ellos o es solo uno el que se termina a lo largo de la vida? ¿O es, más bien, que el juego intelectual, aun el de los que lo abordan seriamente, con su vida entera****, consiste solo en eso, en planear y comenzar? (De Huellas, 2006)


* Quizá el mayor de todos, entre otros muchos, fue su valiente y decidida apuesta por la paz frente a las dos Guerras Mundiales del s. XX, en compañía de otras figuras geniales, como Romain Rolland, André Gide y Stefan Zweig. De este pacifismo ejemplar y perfectamente vigente, se hablará en otras entradas de este blog.

** Hecho pensamieno transmisible y colectivo en el lógos común, compartido, el lenguaje.

*** No en un sentido clasista, sino de elevación personal. No de elevación "sobre los demás", como en el poema de Goytisolo ("Me lo decía mi abuelito / me lo decía mi papá [...]"), sino de elevación sobre uno mismo, en el sentido de Agustín de Hipona.

**** ¿Profesionalmente, académicamente?