Ando ahora, por cuestiones
académicas, con lecturas de filosofía de la mente, y voy poco a poco
desgranando, entre otros, el texto que parece fundamental para iniciarse
ordenadamente en este ámbito, The concept of mind, de Gilbert Ryle
(1949). Volví a este campo, en el que siempre encontré algo de artificioso
(recuerdo intensas y combativas lecturas de El Yo y su cerebro, de
Eccles y Popper, hace ya mucho tiempo), desde mi preocupación de estos últimos
años por el lenguaje y de la mano de Richard Rorty en su Philosophy and the
mirror of nature (1979). En este contexto, me parece interesante recordar
un texto de Lenin que recogí allá por 1984, y el comentario que me sugirió su
transcripción hace un par de años (Huellas).
"Es, por supuesto,
totalmente absurdo que el materialismo deba postular la 'inferior' realidad de
la conciencia o que necesariamente deba adherirse a una 'cosmovisión
mecanicista' de la materia en movimiento y no a una electromagnética o aún a
otra concepción inconmensurablemente más complicada." (Materialismo y
empiriocriticismo, en Obras Completas, Ed. Progreso.)
Este texto evoca aquella otra
cita, que utilicé tanto hace unos años, recogida por Ernst Bloch, en la que
Lenin decía que "el marxismo inteligente está más cerca del idealismo
inteligente que del materialismo vulgar". El marxismo no era entonces un
ingrediente cultural importante, como es ahora para muchos de nosotros, sino
que constituía el marco de nuestra manera de pensar, en ciencia, en filosofía y
en las cosas cotidianas, incluidas las políticas; era una ideología, en suma.
Un par de textos que he leído recientemente me permiten trazar la distancia
entre mi manera de ver las cosas entonces y ahora, en lo referente al marxismo.
G. Lukács escribe esto en un prólogo de 1962 a su Teoría de la novela,
publicada por primera vez en 1916: "Teoría de la novela no es
conservadora sino subversiva por naturaleza, aun cuando se base en utopías
inocentes o infundadas -la esperanza de que la desintegración del sistema
capitalista y, junto con esta, la destrucción de categorías sociales y
económicas alienantes y negadoras de la propia existencia, den paso a una vida
natural y digna del hombre". Este otro texto de Richard Rorty también
resuena, a la vez como lamento y homenaje, con mi propia experiencia y mi
visión actual de la cuestión: "Pero debo admitir que hemos perdido algo
muy importante ahora que no podemos vernos a nosotros mismos combatiendo al
'sistema capitalista'. Lo que hemos perdido es la sensación de que estamos
continuando una tradición grande y noble. Para bien o para mal, el socialismo
es una palabra que ha alzado los corazones de la mejor gente que vivió en
nuestro siglo. Muchos hombres y mujeres valientes murieron por esa palabra.
Murieron por una idea que resultó que no funcionaba, y sin embargo ellos y
ellas personificaron virtudes a las que la mayoría de nosotros difícilmente
podríamos aspirar. Fueron las personas más decentes, devotas y admirables de su
tiempo". Nada que añadir por mi parte. (De Huellas, 2015)
Sí, algo se puede añadir. Si
recojo aquí este texto de Rorty es porque creo que yo he tenido una experiencia
parecida a la suya, y más o menos directa, con este tipo, o categoría, de
personas. Marcial Suárez, Faustino Cordón y Eloy Terrón, por mencionar solo a los más próximos.