Comienzo a leer El asalto a la razón (Die Zerstörung der Vernunft, pero en la versión inglesa, The destruction of reason, que es la que he podido bajar fácilmente de la web) con un ánimo medio divertido, esperando que el amigo Lukács, a quien he leído siempre con gusto, la emprenda a palos con estos filósofos que, por las cosas de la vida (en varios de los sentidos posibles de la expresión), han llegado a fascinarme tanto. "Ninguna posición filosófica puede ser inocente", nos recuerda y nos advierte (discite moniti) el filósofo húngaro. Haríamos bien en no olvidarlo.
"A cualquiera que haga política le definen sus enemigos", escribía hegelianamente Pablo Iglesias en un tuit reciente. ¿También a quien haga filosofía?
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