Descubrí hace poco esta canción temprana de Dylan a través del detallado comentario que le dedica Christopher Ricks en su Dylan poeta. Visiones del pecado*. Digo temprana porque el poeta la escribió en 1963, con 22 años, aunque no la publicó hasta 1985. Poeta de alta inspiración juvenil, como Claudio Rodríguez y Keats, entre otros y otras (su Mr. Tambourine Man, se publicó en 1965, de modo que debió de escribirlo con 23 o 24 años). Es un buen momento para recordar que Claudio Rodríguez comenzó a escribir su Don de la ebriedad a los 17 años ("Siempre la claridad viene del cielo"). Los nombres de Keats y Dylan, por cierto, se unen en Mr. Tambourine Man, inspirada en parte en la Oda a un ruiseñor del poeta inglés.
Hace ya casi una semana pasamos un día intenso y duro por cuestiones de salud en esta pequeña tribu nuestra (desgracias temidas, imaginadas, después no confirmadas, afortunadamente), y esta canción recién descubierta se instaló en mi conciencia, como un bálsamo, con su ritmo sosegado (como el andante aquel de la Primera Sinfonía de Brahms). Con frecuencia me invento pequeños lemas temporales que me sirven de guía durante varios días, y a veces estos lemas son fragmentos de poemas o canciones que se quedan un tiempo suspendidos, "como pompas de jabón", ante mis ojos (o, más bien, ante mis oídos). No es la primera vez que he encontrado en una canción de Dylan, en su ritmo salmodiado, sus imágenes crípticas, profundas, y sus geniales rimas, su sonido y sentido (Valéry), en definitiva, una medicina frente a la incertidumbre y el desasosiego.
No se me ocurre mejor homenaje a la canción y a su autor que profundizar en su interpretación, traduciéndola. Lo intentaré estrofa a estrofa, para que el texto original (en cursiva) y la traducción se encuentren más próximos. Y comenzaré, por lo demás, con la sonrisa que me ha dejado la lectura de la Nota previa a la traducción, por parte de Miquel Izquierdo y José Moreno, en Bob Dylan. Letras (1962 - 2001)**, de donde he tomado la versión original del texto. Advierten los traductores, a quien ose enfrentarse a los versos del bardo, que encontrará allí "una sintaxis tortuosa cuando no intransitable, metáforas descabelladas o decapitadas, alusiones enigmáticas, oraciones truncadas, citas encubiertas o descubiertas, visiones herméticas, cartas sacadas de la manga, juegos de manos y de palabras, ambigüedades, zumbidos, equívocos, caprichos, extravagancias, caminos sin retorno, cantos que ruedan y balas perdidas..." Bueno, tampoco hay que ponerse así, me (les) digo. La poesía no tiene por qué ser fácil (Steiner), y siempre es un placer (enorme) pararse a pensar (o sentir, como diría Pessoa) qué escucha uno y qué comprende en un poema (cantado o no). Sí, lo de intentar trasladarlo a otro idioma (el materno) es una temeridad, pero forma parte de ese placer, y la tarea será más interesante aun si voy confrontando mi versión con el trabajo previo de los traductores (que ya sufrieron lo suyo, como dicen). Recogeré su versión entre corchetes, mientras que la mía irá detrás en negrita.
Lay down your weary tune
[Deja ya tu maltrecha canción]
No sigas más con tu gastada melodía
Lay down your wery tune (...)
Lay down your wery tune (...)
Lay down your wery tune (...)
* Ricks, Christopher. Dylan poeta. Visiones del pecado. San Lorenzo de El Escorial: Langre, 2007.
** Dylan, Bob. Letras. 1962 - 2001. Madrid: Alfaguara, 2004, p. 214-5.