"Habito um país sem memória ‒alguém sabe de lugar mais triste?" *
* Eugénio de Andrade, Soberania
"Pensar es reflexionar sobre lo que se sabe." (H.- G. Gadamer) "La dificultad en filosofía está en no decir más de lo que sabemos." (L. Wittgenstein) "Hemos definido el filosofar como un preguntar que comprende a partir de una emoción esencial de la existencia." (M. Heidegger) "El hombre siempre es más de lo que se sabe de él." (K. Jaspers)
"Habito um país sem memória ‒alguém sabe de lugar mais triste?" *
* Eugénio de Andrade, Soberania
Ayer por la noche, en un contexto tan modesto como auténtico (un teatro del barrio, pocos espectadores), vimos a un joven (muy joven) bailarín volar sobre el escenario, lleno de rabia, de creatividad, de belleza, y también (la salvación que él mismo parecía proponer), de ironía. Delicada e inteligente ironía para poder seguir creando y viviendo. Ya en casa, y poco antes de caer dormido, encontré en Eugénio de Andrade unas palabras esenciales que podrían resumir lo que habíamos visto.
Cena con hijos (con Mu, Pi y Alfa), ya adultos e independientes, siempre admirables (como quería mi cita favorita, quizás imaginaria, de Hesse [§353]). Sus vidas, entrelazadas (a veces más, y a veces ya menos) con las nuestras. Sus esperanzas y alegrías, como sus penas y preocupaciones (Sorgen), siempre también las nuestras. Calidez común del reencuentro, recordada, renovada. Comprensiones y algunas incomprensiones, sutiles, generacionales, necesarias. Momentos de vida rotunda y plena que merecerían unos versos de Jorge Guillén.
(Sí, ahí en el fondo suena, resuena, Father and son, de Cat Stevens, que (mal) recordábamos hace poco durante una cena especialmente agradable, entre copas (de vino), y también la novela de Turguéniev, y esos versos doloridos, catárticos, de Claudio Rodríguez y Eugénio de Andrade, que dejé aquí hace tiempo en suspenso.)
(E. de Andrade, Arte de navegar)
Creo que tengo dicho por aquí en algún sitio lo mucho que me suele gustar la prosa de los poetas, la que ellos escriben (la lista es infinita, Goethe, Poe, Shelley, Pessoa, Gide, Auden, JRJ, Machado, por recordar ahora rápidamente solo a algunos), y también, de vez en cuando, la que los críticos y comentaristas escriben sobre ellos. Siempre es una grata sorpresa encontrar textos de este último grupo que estén a la altura del placer que produce la lectura de los autores de referencia. El último ha sido el prefácio de José Tolentino Mendonça a la Poesia (sin tilde) de Eugénio de Andrade (Assírio & Alvim: Porto, 2021). Fue en Oporto, precisamente, donde compré el libro hace unas semanas, después de un memorable (y pequeño, como el país, según se repité allí tópicamente) encuentro entre neuropatólogos portugueses y españoles.
Dice cosas como estas Tolentino en su presentación:
"Sobretudo, não consentia em distrair-se da responsabilidade que é viver diante das coisas tão elementares como a luz da manhá, os goivos que florescem, o branco da página, o silente grito das vítimas ou o olhar do seu gato."
Sí, así se escribe de un poeta de la sensibilidad y nítida expresión de Eugénio de Andrade, que recuerda a Cernuda y en algo también a Claudio Rodríguez.
Y también, más adelante, cuenta esto sobre cierta prosa del poeta:
"Foi, do princípio ao fim, desconcertante como um adolescente insolente e límpido. Ouvi Álvaro Siza contar uma historia passada em 74, que o demostra bem. Andava um grupo de alunos de Belas-Artes a pintar um mural quando viram aproximar-se Eugénio de Andrade que, nessa altura, no Porto, era já um mito. Vencendo o obstáculo da reverência que sentiam, dirigiram-se a ele perguntando-lhe se nâo queria deixar nada escrito no mural. Esperavam, naturalmente, um verso, uma dessas palavras que só um poeta pudesse grafar. Eugénio assentiu, pegou no pincel e escreveu:«abaixo o fascismo»."
Solo en eso se equivoca el comentarista: nada desconcertante.