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domingo, 3 de marzo de 2024

353. La realidad y el recuerdo

Algunos discípulos y colegas de mi padre (reputado neurólogo) me han contado que él solía decir, en relación con el diagnóstico, que el menos fiable de todos es el del patólogo (utilizo esta forma anglosajona del término, ya plenamente establecida entre nosotros, en lugar de "anatomopatólogo", de origen francés y cada vez más en desuso). Ya entonces, hace no menos de cincuenta años, sonaría irónico, y esa era sin duda su intención; y yo he desarrollado mi vida profesional de neuropatólogo entre neurólogos que tomaban mi diagnóstico, especialmente en sesiones clínicas (clínico-patológicas), como el diagnóstico definitivo. No todos. A veces, al terminar una sesión, aún veo algún gesto escéptico que me recuerda la frase de mi padre y, naturalmente, mis propias limitaciones como observador en un nivel de la realidad y en una perspectiva determinados (por recordar de nuevo aquí a F. Cordón, con quien mi padre mantuvo largas conversaciones sobre biología y evolución).

 Ciertamente, en ocasiones lo más directo y empírico (el microscopio) parece lo más firme y verdadero, y no es así. Ocurre algo (vagamente) similar con la memoria, los recuerdos, o, para precisar más, los falsos recuerdos (o incluso aquellos recuerdos de los que no podemos saber si son falsos o no).

Llevo muchos años citando, con clara intención provocativa, una frase de Hermann Hesse que, como decimos a veces, me gustaría haber escrito yo mismo: "A los hijos no debemos educarlos, sino admirarlos." Cuando la cito suelo decir también que la leí en la correspondencia entre Hesse y Thomas Mann, un conjunto de cartas, por cierto, lleno de gestos y cosas admirables, de un altísimo respeto entre ambos amigos, aun más explícito y cuidadoso cuando había algún desacuerdo político o ideológico. Hace algunas semanas decidí buscar la cita para dejarla recogida en estos QSY... y no la encontré. Revisé las cartas de Hesse, las de Mann, especialmente aquellas en que hablan de la familia, de los hijos... y nada. Revisé también todo lo que tengo señalado (a lápiz) en el Glasperlenspiel, en Lecturas para minutos y en otros sitios, y tampoco está ahí. ¿Quizá Bajo las ruedas sea un buen candidato? ¿O es solo que parece ejemplificar la cita? En cualquier caso, tampoco ahí. ¿Es posible que la hubiera leído, no en un texto de Hesse, sino en uno sobre Hesse? Qué sé yo, produce una gran perplejidad caerse del burro de una certeza tan clara, tan evidente (y tan fácilmente falsable, por otra parte, como diría Popper)**.

Mientras tanto, quiero decir mientras no encuentre esa cita de Hesse (y aquí podría ir un emoji sonriente), podemos recurrir al socorrido consuelo de otra cita, cuya forma original se remonta a un aforismo de  Giordano Bruno: si non è vero è ben trovato. Ya me habría gustado inventarme aquella cita (y también esta otra, claro), pero de momento no lo veo muy probable.


* Hesse H. y Mann T. Correspondencia. Madrid: Anaya, 1992 (año, por cierto, en que nació uno de mis hijos).

** Recordemos aquí al Wittgenstein tardío de De la certeza, a quien he dedicado bastante tiempo en los últimos meses (y también a su noción de memoria).