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miércoles, 20 de marzo de 2024

357. Lo terco

No importa perderse a veces, olvidarse incluso, estar a otra cosa. También explorar, porque quién sabe, quién puede estar siempre seguro del camino. Y lo nuevo (novum, decía Bloch) se anuncia, porque somos tiempo (dice Heidegger), pero volvemos a ello (¿siempre, una y otra vez, como quiso Nietzsche?), aunque sea de un modo re-novado. Si paramos un momento (cuando podamos) y cerramos los ojos (como nos propuso Husserl), notamos que está por ahí cerca, acogedor. Jaspers lo llamo lo abarcador (das Umgreifende), y yo, en un ámbito más pequeño y personal, más autobiográfico (como lo comprendió Dilthey), prefiero llamarlo ahora lo terco, lo que no nos abandona y constituye así una certeza, la mayor, quizás. Y nos persigue, a veces, como un recuerdo, y lo sentimos en el cuerpo, como el tábano de Sócrates.



domingo, 8 de enero de 2023

285. El experto y la persona informada

Los comentaristas de Aristóteles, tanto los antiguos como los más recientes, han considerado el Libro I de De partibus animalium (Partes de los animales) como una lección, más o menos independiente, sobre el objeto y la metodología de estudio de la biología aristotélica. El primer párrafo del texto que nos ha llegado, de acuerdo con algunos de ellos, como Pierre Aubenque, contiene, además, claves sobre aspectos más amplios o globales de la metodología y la lógica del estagirita, y en particular sobre su dialéctica (desarrollada en Tópicos), esto es, el modo en que la investigación se enfrenta al conocimiento general establecido (endoxa)*. Es el terreno en el que, en la Grecia de aquella época (siglos V y IV a. C.), desarrollaron su sutil arte los retóricos y los sofistas. 

"En todo género de especulación y búsqueda, tanto en la más trivial como en la más elevada, parece que hay dos clases de actitud; podríamos llamar a la primera ciencia de la cosa (epistémen tou prágmatos), y a la otra una especie de cultura (paideían tiná), pues es propia del hombre cultivado la aptitud para emitir un juicio (jrinai) pertinente acerca de la manera, correcta o no, conforme a la cual se expresa quien habla."

 Qué indican aquí hoy para nosotros los términos "ciencia" (epistéme) y "cultura" (paideía), constituye una cuestión previa a cualquier reflexión que podamos hacer, veinticuatro siglos después, sobre este texto. Así lo sugieren los diferentes términos de uso actual (siglos XX y XXI) en los que han sido vertidos. A. L. Peck, en una de las traducciones clásicas inglesas, recoge "conocimiento científico del sujeto" (a scientific knowledge of the subject) y "competencia de una persona educada" (an educated person's competence), respectivamente**. Por su parte, los autores de una traducción reciente al castellano eligen los términos "ciencia del objeto" y "especie de cultura".*** Para situar el binomio que propone Aristóteles en nuestro mundo actual del conocimiento (s. XXI), altamente intensivo y especializado, y con amplísimo acceso a cualquier contenido a través de la web, propongo utilizar, respectivamente, los términos "experto" y "persona informada". Si ello supone una devaluación de los términos originales, puede ser un buen motivo para medir la distancia, para bien y para mal, por decir así, que media entre aquel mundo y este, aunque eso puede quedar para otro momento (científico vs. experto, persona cultivada vs. informada, etc.).

¿Por qué establece Aristóteles esta diferencia?

"Pues es esa cualidad la que pensamos que pertenece al hombre dotado de cultura general (tón hólos pepaideiménon), y el resultado de la cultura (tó pepaidesthai) es precisamente esa aptitud. Debe añadirse, ciertamente, que este último hombre es capaz de juzgar (jritijón), según creemos, él solo por así decir acerca de todas las cosas, mientras que el otro solo es competente en una naturaleza determinada (peri tinos physeos aphorisménes)."

Para Aristóteles, y esa es la clave de su dialéctica, el diálogo entre la ciencia y el conocimiento general más alto (cultivado) no genera conocimiento verdadero sino crítica, y ese elemento negativo contribuye a la riqueza y a la precisión de la ciencia señalando aquello que, justamente, le falta en cada momento. 

Si todo esto me parece pertinente es por la complejidad que entraña hoy la relación entre la ciencia y la filosofía ‒entre qué ciencia y qué filosofía, deberíamos preguntarnos inmediatamente. En este marco, puedo decir que mi propia aproximación a la ciencia es la de un experto en un ámbito específico de cosas, y a ello he dedicado mi vida profesional, mientras que ante la filosofía solo pretendo ser esa persona informada o cultivada en la que pensó Aristóteles, alguien a quien él mismo consideraba competente para juzgar (criticar) su pensamiento.


 * Aubenque P. El problema del ser en Aristóteles. Traducción de Vidal Peña. Taurus: Madrid; 1987. Texto de PA citado en la p. 272, que transcribo aquí porque la traducción me parece más clara que las otras dos mencionadas.

** Aristotle. XII. Parts of animals. Movement of animals. Progression of animals. Translated by A. L. Peck and E. S. Forster. Harvard UP: London; 1983.

*** Aristóteles. Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales. Traducción de E. Jiménez Sánchez-Escariche y A. Alonso Miguel. Gredos: Madrid, 2000.



sábado, 31 de diciembre de 2022

283. De la complejidad

Hace tiempo ya que la noción de complejidad reclama mi atención. Solo de vez en cuando, evocada (invocada) por alguna lectura o algún episodio de la vida, como es ahora el caso. Tengo aún pendiente leer y pensar en profundidad lo que de ella dicen, entre otros, Edgar Morin y Lambros Couloubaritsis. Unas veces me parece que no hay gran cosa tras esa noción, y otras, en cambio, creo que, como concepto negativo, puede ser un buen vector para explorar territorios desconocidos, difíciles, "complejos", como solemos decir casi como una disculpa.

Se me ocurre, sin embargo, recurriendo a nociones clásicas, que una de las características de las estructuras, procesos, conformaciones, situaciones o acontecimientos complejos (en función del marco ontológico al que uno se adscriba) puede ser la combinación, yuxtaposición o mezcla (también eso depende del marco) del bien y del mal, esto es, de lo bueno y lo malo  (lo deseable y lo inaceptable) para nosotros, o para la entidad que esté siendo considerada. 

Nada nuevo en esto, ya sé, amistad/odio (Empédocles), eros/tánatos (Freud) y tantas otras oposiciones que se han propuesto como fundamento de las cosas. Sin embargo, bajando de esas nubes (que son también, a poco que uno se fije, conformaciones), podríamos, quizá, ver una representación actual, viva y vivida, de lo "complejo" en ese entrecruzamiento sutil que encontramos a veces, en la vida cotidiana, entre lo que consideramos bueno (lo que vale) y malo (lo que no vale).



viernes, 26 de agosto de 2022

273. Wilhelm Dilthey

 Con motivo de este nuevo artículo (en prep.) y su leitmotiv ("hace un siglo y algo más"), vengo trabajando con cierto detalle la obra de W. Dilthey (1833 - 1911), filósofo y también proto-psicólogo y proto-sociólogo, como todos los filósofos relacionados con las llamadas filosofías de la vida*. 

Hay mucho que pensar sobre su obra, que se enredó en las controversias de la filosofía con las ciencias experimentales nacientes (biología y psicología), hace algo más de un siglo, de un modo análogo a como vengo yo enredándome con la frontera actual entre la ciencia y la filosofía de los seres vivos. 

Habrá mucho que pensar y que intentar decir. De momento, registro aquí esta idea de filosofía cotidiana, muy relacionada con su concepto de Erlebnis (vivencia, experiencia interna, experiencia vivida), que todos podemos comprender (otro concepto clave en Dilthey) inmediatamente:

"(...) gran parte de nuestra felicidad como seres humanos deriva de nuestra capacidad de percibir el estado mental de los otros (...)."**


* Dilthey es, por cierto, el único filósofo que sale más o menos bien parado de la famosa diatriba de Lukács (§262).

**Traduzco a partir de una cita (en versión inglesa) de "Ideas para una psicología descriptiva y analítica" (1894), que encuentro en Damböck, C. What is descriptive psychology? Ebbinghaus's 1896 criticism of Dilthey revisited. HOPOS 10, 2020, 274-289.



jueves, 30 de junio de 2022

264. Seguir leyendo

 Conviene distinguir bien, especialmente en el ámbito filosófico, entre los autores (me gusta más el término pensadores) a quienes pretende uno seguir*, y aquellos (que no siempre coinciden con los anteriores), a los que simplemente (nada menos) le gustaría a uno seguir siempre (valga la polisemia) leyendo.

* ...más acá del age-related escepticismo.



jueves, 2 de junio de 2022

262. Reaccionarios, irracionales, idealistas

 Comienzo a leer El asalto a la razón (Die Zerstörung der Vernunft, pero en la versión inglesa, The destruction of reason, que es la que he podido bajar fácilmente de la web) con un ánimo medio divertido, esperando que el amigo Lukács, a quien he leído siempre con gusto, la emprenda a palos con estos filósofos que, por las cosas de la vida (en varios de los sentidos posibles de la expresión), han llegado a fascinarme tanto. "Ninguna posición filosófica puede ser inocente", nos recuerda y nos advierte (discite moniti) el filósofo húngaro. Haríamos bien en no olvidarlo.

"A cualquiera que haga política le definen sus enemigos", escribía hegelianamente Pablo Iglesias en un tuit reciente. ¿También a quien haga filosofía?



miércoles, 11 de mayo de 2022

261. Ciencia y filosofía de la memoria (I)

 Aquí el comienzo (deo volente, como solía decir en broma Cordón) de una serie de artículos sobre ciencia y filosofía actuales, en el ámbito de la memoria, si es que soy capaz al final de sujetar bien esos fogosos caballos.

https://nah.sen.es/es/numeros/numero-actual/498-ciencia-y-filosofia-de-la-memoria-en-el-siglo-xxi-1-una-aproximacion-hermeneutica



lunes, 8 de marzo de 2021

205. Disciplina(s)

 Hace unos días, en una de tantas videoconferencias de estos tiempos pandémicos, hablábamos unos cuantos compañeros (también de algunas fatigas) sobre la posibilidad de crear una sociedad científica de biobancos, ibérica, mejor que española, si fuera posible (menos mal...). En realidad, habíamos dado ya algunos pasos más, porque estábamos escribiendo los estatutos de esa posible sociedad. Como no hay de momento un término en castellano que designe ese campo de conocimiento y de actividad (el inglés, más ágil para estas cosas, tiene biobanking), decidimos escribir algo así como "el área de conocimiento referida en adelante como "la Disciplina". 

Qué sabemos, de qué sabemos, qué sabemos hacer. Lo disciplinar (no lo disciplinario, que por ahí se acerca Foucault), lo que venimos haciendo, puro hábito, haber-llegado-a-hacer, haber-hecho, haber-estado-haciendo, siempre acabamos en Aristóteles. Saber es eso, sin más. 

Una disciplina sin nombre, la Disciplina en nuestros estatutos, tiene algo de metafórico, y me lleva a cuestiones más habituales, que tienen que ver, no con una, sino con varias disciplinas, Disciplinas.

Una disciplina, un campo de conocimiento (también práctico, pues), tiene sus límites, más allá de los cuales se pierde la competencia, otro término cómodo, rotundo, algo eufemístico. Desde hace mucho tiempo creo que el principal síntoma (porque es subjetivo, pero también signo, porque puede ser muy objetivo) de que uno ha sobrepasado esos límites es la ingenuidad. O mejor, las ingenuidades, las que uno se ve, se sabe, diciendo (o las que escucha a otros, si son ellos los "transgresores"). Las ingenuidades filosóficas de los científicos y las ingenuidades científicas de los filósofos, así me he recordado siempre mis propios Escila y Caribdis.

Por si esto no fuera suficiente, puede uno enfrentarse, como digo (es un decir), a varias disciplinas (y sus correspondientes ingenuidades). Es el ámbito (dificilísimo) de lo multidisciplinario, o aun, en el límite de lo inefable, de lo interdisciplinario. De lo ubícuo más bien, porque a veces, tantas, se siente uno, más que en tránsito entre diferentes disciplinas, en un limbo indisciplinar (indisciplinado, en mi caso), como esos barcos que en las novelas de Conrad quedan detenidos por una calma chicha durante un tiempo denso, indefinido y significativo. En esos pasillos desnudos y un poco fríos, que conectan salas tan diversas y fascinantes -siempre hay algún asiento impersonal, como de hotel, donde sentarse un rato-, es donde he aprendido a conocer (saber, también de esto) lo que debo hacer en cada momento con lo que sé, con lo que quiero saber.



domingo, 14 de febrero de 2021

203. Dieta de datos

 De repente, hay que dedicar varias semanas in toto a escribir un artículo científico. Please, ajústese al deadline, terrible palabreja. Una tabla de datos, generalmente inmensa, reunidos uno a uno a lo largo de los años, como un benedictino (así me dijo una vez un neurólogo al que tengo mucho respeto, científico, académico y personal). Los datos, en su birlibirloque (muchas veces) estadístico, la bibliografía (los datos de los otros), el paradigma (las teorías de nuestros mayores, como los endoxa aristotélicos), algunas tímidas hipótesis (¡cuidado!), y un límite más allá del cual todo es especulación. Sana dieta antes de volver a las nociones y los conceptos difíciles de la filosofía y sus interminables interpretaciones (que parecen multiplicarse de este lado tanto como los datos de aquel otro). Sana, pero, como toda dieta, y como decimos en otra lengua, invocando las necesarias celebraciones de la vida, ¡sabe a pouco!



domingo, 7 de febrero de 2021

201. Ser necesario

 “Solo el ser necesitado es ser necesario. La existencia carente de necesidades es una existencia superflua. Lo que está libre de necesidades en general tampoco tiene necesidad de existencia. Lo mismo da si es como si no es -tanto para sí mismo como para otro. Un ser innecesitado es un ser infundado. Solo lo que puede padecer merece existir.”

No sé de quién es la traducción al castellano de este texto de Ludwig Feuerbach. He perdido (de momento) el rastro, la referencia. En cualquier caso, es interesante ese neologismo hoy insostenible (DRAE), "innecesitado", aunque no tengo claro qué termino alemán traduce. Interesante y ambiguo (subjetivo/objetivo): no necesitado de nada/nadie y/o no necesitado por otro. Ambigüedad curiosamente adecuada al sentido del texto.



miércoles, 16 de diciembre de 2020

194. De ciencia y filosofía (once again)

 Para un análisis profundo y sereno del mundo no nos deben interesar tanto la última ciencia y la última filosofía (en cuyas olas todavía nos mecemos) como las penúltimas, que constituyen en realidad la última imagen del mundo.

 (...)

No hay que buscar una síntesis entre ciencia y filosofía (no me resisto a pensar que el resultado de esa síntesis es ya la filosofía misma), ni un todo en el que ambas disciplinas sean complementarias (algo que, quizá, sería posible en un mundo de soluciones, pero no en uno de problemas): basta por ahora con adoptar una ciencia y una filosofía que no se nieguen entre sí, que puedan ser pensadas a la vez.

(De Huellas, 1991)

Es posible que fuera demasiado decir “a la vez”. Bastaría, quizá, con decir “sucesivamente”.

 


domingo, 12 de julio de 2020

169. Huellas de lectura

Cuando uno se ocupa de cosas tan distantes (ciencia y filosofía, solo a veces próximas, inesperadamente), conviene no perder el rastro de lo que se ha leído y se ha pensado. De lo que se ha leído, especialmente (lo que se piensa, si es que va a alguna parte, tiene su propio lugar donde seguir madurando). 

Después de unas semanas de trabajo intenso, absorbente (como una esponja que hubiera concentrado nuestra atención y todo lo que en un instante sabemos decir sobre algo), me propongo volver sobre los textos que venía trabajando línea a línea, frase a frase, en una estrategia hermenéutica que va trazando lentamente su propio camino.

Hasta aquí lo leído y trabajado (suelo dejar una marca en forma de aspa), lo más reciente es también lo más familiar, no cuesta mucho recordar ahora lo pensado mientras se leía; las páginas anteriores, unas se recuerdan mejor que otras (habría que volver sobre estos párrafos en algún momento...). En realidad, hay un texto no escrito, mi propia lectura anterior, que me permite llegar de nuevo al texto original. Ese texto está marcado, indicado, por lo general mediante líneas, simples o dobles, que subrayan, que señalan párrafos enteros; flechas, signos de interrogación o de exclamación (también de admiración), a veces de distintos colores, huellas de diferentes lecturas. También hay algunas anotaciones, pequeños diálogos gestuales con el texto original, unas breves y otras más discursivas.

Leo, releo, retrocedo, avanzo, me apoyo, me sujeto a mis propias marcas de lectura como si trepara por ellas. Puedo incluso anticipar ya la anotación al margen que vendrá, necesariamente, en la página siguiente (la haría ahora, la hice ya en la lectura anterior).

Una vez di una pequeña (y extraña) charla sobre las anotaciones que  hacía mi padre en los márgenes de los libros, los primeros que leí de verdad, de aquella biblioteca inteligente y esencial de mi infancia y adolescencia. Ahí estaban (están) sus huellas de lectura, sobre las que comencé a marcar las mías.


martes, 14 de enero de 2020

129. Especializarse

Ando desde hace ya mucho tiempo pendiente, en lo que leo y en lo que yo mismo experimento de forma cotidiana, de todo aquello que permite diferenciar la actividad científica de la actividad filosófica (qué es diferente en uno y otro modo de conocer el mundo y de reflexionar sobre él). Ahora preparo un texto sobre "la ciencia y la filosofía de la memoria" y estoy algo más atento a esta cuestión. Hasta ahora no había reparado en un punto de vista (Standpunkt) interesante desde el que es posible considerar esta diferencia: el de la especialización. Eloy Terrón, hombre sabio y generoso, nos recordaba de vez en cuando, muy oportunamente, una de sus citas preferidas: "un especialista es alguien que sabe cada vez más de cada vez menos, hasta que llega a saberlo casi todo de casi nada."*

En mi actividad profesional cotidiana, trabajo como un súper-especialista (como tantísimas personas en el ámbito biomédico, y en otros), aunque tengo la suerte de haber dedicado bastantes años en el pasado a cuestiones de biología teórica, y no puedo enfrentarme a ningún problema científico específico, concreto, sin imaginar, casi sin darme cuenta, sus consecuencias o implicaciones teóricas (a veces muy amplias y lejanas). En lo que podría llamar mi actividad filosófica, más bien amateur (esto es, no profesional), y como resultado de mis propios intereses de búsqueda e investigación, voy centrándome también en determinados problemas, cuestiones y autores; me voy también especializando (como prácticamente todos los filósofos profesionales que conozco). 

¿En qué se diferencia la especialización del trabajo en uno y otro ámbito? ¿En qué se diferencian, en particular cuando uno se pregunta hasta dónde debe llegar uno en sus lecturas? ¿Es posible leerlo todo? ¿Y es necesario? ¿A qué hace referencia ese "todo" en la ciencia y en la filosofía?

En el ámbito científico, uno lee sobre datos e interpretaciones de esos datos, y a pesar de lo rápidamente que crece hoy cualquier campo científico, no es difícil mantenerse al día. Un campo científico tiene una lógica de desarrollo (lineal, y a veces divergente) que no resulta difícil seguir. Un campo de estudio filosófico es algo diferente. Su movimiento se parece más al de las ondas que genera un objeto al caer en un estanque, ondas sucesivas y expansivas que abarcan un espacio cada vez mayor (y más complejo). Un espacio que está conformado por textos más o menos primarios y por otros textos (interpretaciones) que refieren aún a otros textos en una secuencia que es en cada momento inabarcable. 

Se puede ser selectivo, claro, tanto en lo científico como en lo filosófico, y usar una linterna que solo ilumine lo significativo, lo relevante para nosotros (datos, textos o interpretaciones -otros textos). Lo importante entonces es saber, aprender, a seleccionar, a pre-seleccionar intuitivamente, sobre la base de la experiencia adquirida en cada campo. No es posible leerlo todo, y ni siquiera hay ya una totalidad de conocimiento posible bien delimitada para cada campo. Hay que encontrar, y hacer, un camino, un itinerario.

Eso desde el punto de vista práctico. En lo teórico, no deja uno de tener la impresión, con todo, de que la ciencia especializada es finita en cada momento, mientras que la filosofía, por muy especializada que sea, tiende en cada punto al infinito (al menos en términos humanos).


* Al parecer, y según encontré en un enorme libro de citas, fotocopiado, que él mismo me regaló en algún momento, la cita provenía de un rector de una universidad norteamericana del s. XIX o comienzos del s. XX.


sábado, 14 de diciembre de 2019

116. Ciencia y/o filosofía

El viernes pasado por la tarde, final de una, otra, semana intensa de trabajo y emociones, tuve el gusto de asistir a la presentación de un libro en la librería Meta de Madrid. Se trataba de Venir a menos, texto de Brais Arribas editado ahora en castellano por la Editorial Catarata*, y editado originalmente en gallego (Vir a menos. Crítica da razón nihilista) por Auxóxere Editora**. (Bravo por los editores de nueva obra filosófica -y por los de la nueva poesía, de paso). Formaban parte de la mesa Marisa Alcaide, Teresa Oñate (autora del prólogo a la obra presentada) y el autor. Entre los asistentes éramos mayoría los alumnos y seguidores de Teresa Oñate y de la Cátedra Hercritia***. Como es habitual en las reuniones de este grupo -allí se empezó a hablar de "escuela"-, la sesión fue cálida, acogedora y densa de ideas y sugerencias.

Comparto en gran medida el debolismo vattimiano que inspira la reflexión planteada en el libro, y sus consecuencias prácticas, políticas, para un ecopacifismo que, sin embargo, se muestra mucho más consistente en su estrategia que en su táctica (por decirlo en unos términos claramente explicados por Toni Negri en una entrevista de hace unos años con Pablo Iglesias****). En un plano más teórico, siento un pequeño choque, en sentido fichteano (Stoβ), que me pone alerta cuando oigo hablar de la crítica al cientifismo, esto es, al sistema científico-tecnológico actual como referencia o límite absoluto del pensamiento. Comparto también esa crítica, sin duda, la comparto incluso con Giovanni Reale*****, que la hace desde un pensamiento greco-cristiano excesivamente ideológico (y que será objeto de un próximo QSY). Sin embargo, será acaso mi condición de híbrido científico-filosófico, con cierta experiencia ya en ese raro y complejo límite, lo que me aconseja siempre prudencia infinita en las críticas dirigidas a la práctica científica actual. Como le dije al propio Brais Arribas en una conferencia suya de hace un tiempo, los desarrollos tecnológicos actuales (y en muchas ocasiones exactamente los mismos desarrollos) pueden servir para jugar, para matar o para curar. Y algo análogo ocurre también, creo, en un nivel teórico. Es imprescindible, especialmente en esta época, diferenciar nítidamente el pensamiento científico del cientifismo. La reflexión filosófica actual debe asumir e integrar el pensamiento científico sin caer en el cientifismo, y ahí está muchas veces, por decir así, en la cuerda floja. Eso la hace aún más interesante.



* Brais Arribas. Venir a menos. Crítica de la razón nihilista. Ed. Catarata, 2019.

** Brais Arribas. Vir a menos. Crítica da razón nihilista. Auxóxere Editora, 2019.

*** https://www.catedradehermeneutica.org/

**** https://www.youtube.com/watch?v=BOpTvdOXF9U

***** Giovanni Reale. La sabiduría antigua. Terapia para los males del hombre contemporáneo. Barcelona: Herder 2000. (Nótese el subtítulo deliberadamente orientado a la autoayuda.)



domingo, 8 de diciembre de 2019

115. En el limbo

Dice Manuel Garrido, en su prólogo a Diálogos en el limbo, de G. Santayana*, que B. Russell (a quién tanto trató Santayana) escribió que la filosofía es "una especie de tierra de nadie entre el suelo firme de la ciencia y el invisible cielo de la religión", sí, algo así como un limbo. Me gusta esa idea, por vaga que sea, de asociar el término "limbo" al quehacer o al lugar de la filosofía. A ese lugar me retiro de vez en cuando, siempre que puedo, para dejar temporalmente el duro suelo de la ciencia, y el cielo, a veces invisible y a veces incomprensible (o mejor, inefable), de la poesía. (De Huellas, 2018)

* George Santayana. Diálogos en el limbo. Con tres nuevos diálogos. Ed. Tecnos. Madrid, 2014.