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miércoles, 16 de agosto de 2023

330. Negri nonagenario

 Me encanta la lucidez de estos viejos, viejísimos (oldest-old decimos con lenguaje y aire técnico), que (nos) miran y hablan desde su extrema situación vital. Dice esto, p. ej., Toni Negri, cuando se le pregunta qué quiere decir ser comunista:

"Lo que significaba para mí de joven: conocer un futuro en el que habríamos conquistado el poder de ser libres, de trabajar menos, de querernos. Estábamos convencidos de que conceptos burgueses como libertad, igualdad y fraternidad podían materializarse en las consignas de cooperación, solidaridad, democracia radical y amor. Lo pensábamos y lo hacíamos, y así lo pensaba la mayoría que votaba a la izquierda y la hacía existir. Pero el mundo era y es insoportable, tiene una relación contradictoria con las virtudes esenciales del vivir juntos. Sin embargo, esas virtudes no se pierden, se adquieren con la práctica colectiva y van acompañadas de la transformación de la idea de productividad, que no significa producir más mercancías en menos tiempo, ni hacer guerras cada vez más devastadoras. Al contrario, se trata de dar de comer a todo el mundo, de modernizar, de hacer felices a las personas. El comunismo es una pasión colectiva alegre. ética y política que lucha contra la trinidad de la propiedad, las fronteras y el capital."*

Así de claro, la sana biopolítica. Uno de los nuestros.


*https://ctxt.es/es/20230801/Politica/43785/Antonio-Negri-Italia-comunismo-izquierda-capital-resistencia-lucha-social.htm



domingo, 2 de abril de 2023

292. Lo visceral, no lo irracional

 Podría parecer, podría pensarse, que el texto anterior (§291) invoca lo irracional como fundamento del quehacer político. No, lo visceral no se explica por lo irracional ni se opone exactamente a lo racional. Un ejemplo: la mayoría de las personas que viven juntas (en un sentido amplio, que conviven y llevan vidas que se tocan y se trenzan; que, como decía Bergson, "se insinúan" unas en otras) piensan de forma similar en términos ideológicos y políticos. Familiares y amigos, las personas con quienes vivimos. ¿Ocurre eso porque hablamos mucho entre nosotros? También, seguramente, pero creo que ese lógos común se da en un marco más amplio y efectivo. Pensamos de forma similar porque vivimos las mismas cosas. Y en la profundidad del cuerpo (lo visceral) llevamos, por decirlo de nuevo con Bergson, la memoria entera de lo vivido. Nuestra memoria personal y nuestra memoria común, inseparables.



sábado, 7 de enero de 2023

284. Decir lo obvio

 Transcribo y traduzco aquí el discurso del Ministro de Derechos Humanos de Brasil, Silvio Almeida, en su reciente toma de posesión:

“Por eso permítanme, como primer acto público como ministro, decir lo obvio que, sin embargo, fue negado durante los últimos cuatro años. 
Voy a decir cosas obvias aquí:
trabajadores y trabajadoras de Brasil, 
ustedes existen y son valiosos para nosotros;
mujeres de Brasil, 
ustedes existen y son valiosas para nosotros;
hombres y mujeres negros y negras de Brasil, 
ustedes existen y son personas valiosas para nosotros;
pueblos indígenas de este país,
ustedes existen y son valiosos para nosotros;
personas lésbicas, gays, bisexuales, transexuales, travestis, intersexo y no binarios,
ustedes existen y son valiosos para nosotros;
personas en situación de calle,
ustedes existen y son valiosas para nosotros; 
personas con deficiencia, personas ancianas, amnistiados, hijos de amnistiados, víctimas de violencia, víctimas del hambre y de la falta de hogar, personas que sufren por la falta de acceso a la salud, compañeras empleadas domésticas, todos y todas las que sufren con la falta de transporte, todos y todas las que han visto violados sus derechos, 
ustedes existen y son valiosos para nosotros.
Con ese compromiso quiero ser ministro de un país que pone la vida y la dignidad en primer lugar.”

La buena biopolítica. Los nuestros.

 

 

jueves, 8 de diciembre de 2022

281. Sexo, género y biopolítica

"¿Qué diferencia hay entre género y sexo?", le pregunta Pablo Iglesias a Carmen Calvo (dos exvicepresidentes) hace unos días en un encendido debate radiofónico sobre la "ley trans". Ella le responde hablando de cuestiones biológicas y médicas.

"Lo biológico", siempre ahí a mano para la argumentación, como un comodín; y debemos recordar con Foucault que en muchas ocasiones qué sea o no "biológico" se inscribe en un marco político, biopolítico, determinado. Quién decide lo que es biológico y con qué fin.

Lo biológico, en relación con el sexo, ¿es la genética, la fisiología hormonal, la anatomía genital, la anatomía cerebral, la conectividad cerebral? ¿Acaso las emociones, los sentimientos, los afectos, no son también biológicos? Y la percepción de uno mismo, y lo que uno quiera (o pueda) hacer con su vida, ¿no es todo eso también biológico, al menos biológico?

Si un pianista puede cambiar su cerebro, la anatomía de su cerebro, de un modo hoy técnicamente, estructuralmente, reconocible, tocando el piano, o un taxista conduciendo un coche ¿qué cosa no es "biológica" en la vida de un pianista o de un taxista?

Habrá que trasladar el debate, pues, de la biología a la política, a la biopolítica en todo caso, y plantearlo en términos de diversidad, autonomía y derechos humanos (también biológicos, profundamente biológicos).

Y, como decía ya Derrida hace unos cuantos años (en 1990), habrá que aprender a escuchar y atender a esa diversidad.

"Nos encontramos en medio de toda una serie combinatoria de pulsiones, de posiciones sexuales, y lo que hay que hacer es prestar mucha atención a éstas. No se puede determinar demasiado deprisa los límites de lo que se denomina heterosexualidad, hombre-mujer, etc. Lo que la deconstrucción si algo semejante existe nos enseña son las astucias y las argucias de todas estas categorías."*


* Entrevista a Jacques Derrida realizada por Cristina Peretti y publicada en Debate feminista 2 (México), septiembre de 1990.



viernes, 10 de junio de 2022

263. Aporías de la democracia: lo intolerable

 Nos enseña Didier Fassin que los grupos humanos (colectivos) definidos por intereses, valores o formas de vida comunes pueblos, clases o grupos identitarios más o menos estables, esenciales se rebelan solo frente a lo que consideran intolerable*. Esto es menos tautológico de lo que parece, porque para cada grupo, en su propio contexto histórico, lo intolerable se constituye de acuerdo con factores culturales y materiales determinados. Es algo que está presente, como una posibilidad extrema, un límite, en la vida de cada grupo de seres humanos.

Las próximas elecciones en Andalucía y las correspondientes encuestas preliminares presagian una nueva derrota ejemplar de la izquierda real. ¿Cómo es posible que tantos gobiernos se hayan dedicado en nuestro país a destruir sistemáticamente los sistemas públicos de sanidad, educación y dependencia sin que el resultado haya llegado a ser intolerable para la mayoría de la población? Podría pensarse que, de los opios del pueblo, el más eficaz entre nosotros es el de la concertación; esa ilusión privada, financiada, naturalmente por el Estado, de que el Estado (la cosa pública) es innecesario en las cuestiones esenciales de la vida. Un dispositivo, en el sentido de Foucault (esto es, un dispositivo de poder, de gobierno), realmente eficaz, prodigioso. Tanto, que resulta inmune a su denuncia. No se oculta, sino que se exhibe, transparente, obsceno. La Concertada, decimos, como paradigma.

¿Qué hacer, que no sea desespèrarse? Repolitizar el mundo nos dice Fassin. Luchar, no solo contra lo intolerable, sino también, hoy especialmente, para que sea conocido, reconocido. Para que no llegue a ser, en modo alguno, tolerado. 

Crear conciencia de clase, decíamos. Instinto de clase, dice Gopegui. Mejor, quizá, con el permiso de Lukács.


* Fassin, Didier. Por una repolitización del mundo: Las vidas descartables como desafío del siglo XXI. Buenos Aires: Siglo XXI, 2018.



jueves, 20 de enero de 2022

248. Un paseo por (hacia) la biopolítica

 Una nueva iniciativa de la Cátedra Hercritia y del foro Glauca (Por una postmodernidad alternativa, desplazando al neoliberalismo), y aquí una nueva contribución, resultado de un largo paseo (2020 - 2021) por (y en busca de) la biopolítica, en medio de esta crisis biopolítica global:

https://www.catedradehermeneutica.org/por-una-postmodernidad-alternativa-15/



lunes, 9 de agosto de 2021

223. Seis de agosto de 1945

 A quien me hable de objetividad, también de objetividad científica, le diré solamente: 6 de agosto de 1945. Mientras no seamos capaces de asumir el horror de aquel acto -la acción de guerra más atroz y cruel que conocemos- y calificar para siempre como se merecen a sus responsables, no tendremos ni idea de lo que es la objetividad. Esa acción que Truman, el genocida, con lenguaje propio de los médicos nazis, calificó de "el mayor logro científico de la historia". Como no tuvieron bastante con una, lanzaron otra tres días después, en Nagasaki, porque en Hiroshima ya no quedaba nadie vivo o indemne. Tanatopolítica with God on their side.



domingo, 16 de mayo de 2021

213. Gaza, un grito sin eco

 Busco en las palabras de los poetas la expresión casi imposible del horror y el odio que vienen sufriendo los palestinos desde que tengo uso de razón (y, naturalmente, desde mucho tiempo atrás, desde la primera Nakba de 1948*). Una expresión especialmente significativa del poder eugenésico del que habla Antonio Negri en sus escritos biopolíticos**.

"En la playa hay una niña, la niña tiene familia
Y la familia una casa.
La casa tiene dos ventanas y una puerta.
En el mar, un acorazado se divierte cazando a los que caminan
Por la playa: cuatro, cinco, siete
Caen sobre la arena. La niña se salva por poco,
Gracias a una mano de niebla,
Una mano no divina que la ayuda. Grita: ¡Padre!
¡Padre! Levántate, regresemos: el mar no es como nosotros.
El padre, amortajado sobre su sombra, a merced de lo invisible,
No responde.
Sangre en las palmeras, sangre en las nubes.
La lleva en volandas la voz más alta y más lejana de
La playa. Grita en la noche desierta.
No hay eco en el eco.
Convierte el grito eterno en noticia
Rápida que deja de ser noticia cuando
Los aviones regresan para bombardear una casa
Con dos ventanas y una puerta."

                                             La niña / el grito. Mahmud Darwish***


* Vale la pena leer este artículo de la Wikipedia para recordar la larga serie de crímenes e infamias que jalonan esta historia: https://es.wikipedia.org/wiki/Nakba#Manipulaci%C3%B3n_de_los_textos_de_l%C3%ADderes_hebreos

** Antonio Negri. El monstruo político. Vida desnuda y potencia. En: Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Comps.: Gabriel Giorgi y Fermín Rodríguez. Buenos Aires: Paidós, 2007.

*** Traducción de María Luisa Prieto.



sábado, 8 de mayo de 2021

212. De excesos y principios

 Como muchos, intuyo, lamenté y admiré a partes iguales la reciente retirada de Pi de la vida política ("práctica" o "activa", se entiende). Esperemos que, como se le ha pedido desde las redes sociales, no se vaya muy lejos, esto es, que con el tiempo (y cierta paz) pueda traducir o transcribir (valga la metáfora biológico-molecular) este intenso periodo de actividad política en un material teórico que viene resultando necesario. No parece, como sugiere Boaventura de Sousa, que la reflexión política (biopolítica) productiva (pragmáticamente útil) vaya a venir en este momento de la mano de filósofos o post-filósofos (de Sousa habla de Agamben y Zizek en torno a la pandemia) que "escriben sobre el mundo, pero no con el mundo"*.

Un artículo, pescado en passant en Twitter, y puesto en circulación por Pedro Vallín, reclama mi atención. Jorge Armesto, su autor, traza la figura y la trayectoria de Pi ("fulgor y muerte"**) como la de un héroe trágico***. Dos términos pivotales en el texto me parecen especialmente oportunos y me convocan al diálogo: el exceso y el principio, o mejor, los principios. Me gusta reconocer, entreverado con el discurso literario o mítico (y poético), el fondo filosófico del texto, donde encuentro la autenticidad del personaje. También a mí me ha parecido la figura de Pi, su presentación pública como dirigente que asume su papel con responsabilidad, la de un exceso permanente, excéntrico con respecto a la norma (¿la dichosa Transición?) y a lo esperado (el respeto de ciertos límites ya-siempre-asumidos-de-antemano, que son los del capitalismo neoliberal imperante, traducido a nuestra triste historia local). Por su parte, este exceso es una expresión de una "firmeza en los principios" (frase que imagino todavía escrita en los muros y los carteles de La Habana), inconmensurable con este tiempo y este lugar en que vivimos. Los principios, el principio, "lo que va primero", arché, el general en la potente metáfora aristotélica (§41, 206)

A Pi se le ha críticado, también en exceso, su "romanticismo utópico", su "épica revolucionaria", pero, hasta donde sé (he leído) desde la Realpolitik de siempre, más o menos ilustrada, o más o menos posmoderna. Algunos, muchos, intuyo, todavía pertenecemos a la tribu (tradición) de la corriente cálida de la utopía (Bloch), y esperamos cosas importantes (exaltantes, en el sentido de Celaya) de la vida, también de la vida política, la buena biopolítica (y no de la mera administración de nuestras vidas, la mala biopolítica).

Eso, que no se vaya lejos.


* https://www.sul21.com.br/opiniaopublica/2020/04/a-tragica-transparencia-do-virus-por-boaventura-de-sousa-santos/

** Esto no lo dice Armesto, pero podría decirlo. Su texto no está lejos de este título de Neruda

*** https://www.elsaltodiario.com/opinion/pablo-iglesias-jorge-armesto-se-va-el-ultimo-heroe-tragico



miércoles, 5 de mayo de 2021

211. Aporías de la democracia: el muro

Voy aprendiendo poco a poco de biopolítica, esa noción o perspectiva (todavía no sé bien de qué género de cosa se trata) que estuvo bastante de moda hace unos años (en torno al cambio de siglo) y que ha vuelto a emerger en muchos análisis de la pandemia actual. De la historia previa del término y de su uso, en los años 70 del s. XX y después, con Foucault en el centro de la imagen, naturalmente, y en los años 20 y 30 y sus consecuencias necropolíticas, se hablará cuando proceda (hay un artículo en ciernes). Me preocupa ahora principalmente encontrar un camino (decir "mi" camino sería solo otra forma de decirlo) hacia una biopolítica positiva, vivificante (por no decir salvífica, término más alejado de un posible -y necesario- sentido a-teo). No solo por cierto optimismo militante, que aprendí a ejercitar con Bloch, sino porque mi primer encuentro con ella, creo, me permitió intuir la conclusión a la que habría de llegar cualquier análisis en este ámbito: Ciudad de La Habana, enero de 1993 (§55). Como en tanta biopolítica actual, ese camino tiene una referencia original (primera) en Aristóteles

El hombre como ser vivo y como sujeto/objeto político; la vida, en el ser humano y en el resto de los seres vivos, sometida al control y al poder políticos (biopoder); las estructuras (esto es más marxista) y los dispositivos (esto es foucaultiano) que gobiernan la vida y la muerte; de todo esto han tratado los que han pensado la biopolítica. Entiendo que hay una biopolítica de las poblaciones, los grupos sociales, las multitudes "vivas", y hay otra, entreverada con la anterior, de las individualidades, los cuerpos las personas, las subjetividades ("anatomo-política" es el término acuñado por Foucault). De esta última he aprendido la noción de "subjetivación" ("subjetificación", en algunas traducciones casi imposibles). Primero el término, porque aún tengo que llegar a la noción. 

¿Cómo se construye biológicamente (biográficamente, diría Ortega) la idea que uno tiene, se hace, de sí mismo? ¿Cómo se hace la persona que uno piensa que es, y a cuya altura -en palabras de Conrad- uno pretende siempre estar? ¿Se trata del mismo proceso que, considerado desde otro ángulo (la práctica política), lleva a la adscripción (firme, vital) a una ideología? 

Comencé esta nota unos días antes de las últimas elecciones en la Comunidad de Madrid (4 de mayo de 2021), de alguna forma intuyendo (temiendo) sus trágicas consecuencias para la izquierda local. "El muro" que incluí en el titulo ha resultado ser, expresado en votos, más alto que lo imaginado. Un muro, aparentemente compacto, de subjetividades, de sujetos (a sus propios miedos, inducidos, a su egoismo, en muchos casos, a su perplejidad, quizás, en otros). Como el que rodea el jardín del gigante egoísta en el cuento de Wilde. Un muro tan bien construido que, cuando la izquierda (ingenua, voluntarista, a veces paternalista) se acerca, crece.

 

 

miércoles, 6 de enero de 2021

197. Mejor o peor

Últimamente, en casa, cuando hablamos de política, o cuando discutimos (no parece que se pueda hablar propiamente de política si no se discute, en alguna de las variantes más o menos apolíneas o dionisiacas de esta actividad humana fundamental) lo hacemos a lo grande. No hablamos de las diferentes consecuencias de las políticas de derechas o izquierdas (para qué insistir), ni de las variedades (cuasi botánicas, a veces) de la izquierda (al menos de momento, mientras sigan gobernando los nuestros); no, ni siquiera hablamos ya (solo) de este país. Vamos a lo más importante, lo primero (prótos), aquello que va, o puede ir, mejor o peor. ¿Para quién, para qué, por qué? Ahí está la discusión. 

Cómo escapar al marco impuesto por los medios de comunicación en cada momento, esa es otra cuestión, importante, urgente, que ya asusta. Y al de las llamadas redes sociales, que no son ya, salvo excepciones alternativas (de eso otro, precisamente), sino una extensión cuasi infinita de esos medios. Cuestión paralela, o indisociable, de aquella otra de la ideología de la que venía alertándome en unos QSY anteriores (p. ej., §116). Para otro momento. El caso es que, con ocasión del cambio de año, se difunden desde los medios de comunicación todo tipo de listas de datos, hechos, acontecimientos, en perspectiva temporal. Se impone también el marco de discusión pinkeriano (§99): ¿el mundo está cada vez peor o cada vez mejor? ¿La situación global del mundo mejora o empeora? 

Es difícil separar la respuesta del marco en que se formula, y ni siquiera lo intentamos en nuestra animada discusión doméstica/universal (no propiamente académica, aunque incorpora cierta multidisciplinariedad que podríamos considerar académica). Aceptamos, pues, sin más, el supuesto (en sentido lógico-matemático) del debate modernidad (Ilustración)/postmodernidad, y vamos directamente a los datos. Pesa mucho en el debate lo sanitario (lo biopolítico, en el fondo), y ahí no parece que pueda haber mucha discusión: las cosas (por resumir) van claramente a mejor. Morbilidad, mortalidad, esperanza de vida (en sentido epidemiológico y ontológico), aun allí donde los datos son peores, han ido mejorando claramente en las últimas décadas. Es muy interesante esa dimensión profunda, invisible, de la historia humana, que solo se pone de manifiesto con el paso de las generaciones. 

Sin embargo, ¿cómo podemos asumir a la vez, cognitiva y éticamente, esos datos de mejoría global y las infinitas tragedias humanas locales aún persistentes? Tragedias que son catástrofes: guerras, miseria, hambre, desastres climáticos, migraciones. La persistencia imperturbable, solo comparable a la de una religión, de un sistema socioeconómico profundamente injusto y depredador*. ¿Es compatible nuestro optimismo de izquierda -docta spes- con el catastrofismo inmanente a la izquierda occidental? Wärmestrom (corriente cálida) y Kältestrom (corriente fría), escribió acertadamente Bloch. No podemos/debemos abandonar ninguna de las dos, en su dialéctica. Tengo para mí (lo diré con esta expresión también favorita de Cordón) que, de alguna forma (que estaría muy bien poder demostrar alguna vez), las actitudes y acciones de los que somos por lo general tan catastrofistas (incluso las de algunos recalcitrantes del todo mal), forman parte del motor que contribuye a que sucesivas generaciones de seres humanos estén habitando un mundo en el fondo cada vez mejor (Dx**).


* Sistema, por otra (o la misma) parte, capaz de producir logros globales históricos, como la creación ultrarrápida de vacunas frente a la actual pandemia. ¿Pero a quién son realmente atribuibles esos logros? ¿Siempre (o solo) al sistema? ¿No, en alguna medida, y cada vez más, a eso que venimos llamando, lo público?

** Escuchando la suave ondulación de la voz de Natalie Merchant (Beloved wife).



miércoles, 15 de abril de 2020

151. Lo inesperado (un apunte y una interrogación)

La pandemia de COVID-19, como otras catástrofes colectivas (esta en grado superlativo debido a su especial intensidad y extensión global) ha dejado una vez más a la vista (de quien quiera o pueda verlas) las profundas y crueles desigualdades del mundo actual. Nada nuevo, si se mira desde este punto de vista, salvo por la dimensión gigantesca de su impacto sobre una parte importante de la población del planeta. Desigualdades "hacia abajo", me gusta decir, carencias, ya que las desigualdades "hacia arriba" no tendrían mayor importancia si no formaran parte de la estructura y los procesos socioeconómicos que causan las primeras. Desigualdades entre países y dentro de un mismo país. 

Sin embargo, por si esto no fuera bastante (siquiera solo para analizarlo), me parece que hay algo más, algo nuevo e inesperado, en esta crisis global. Se están publicando muchos análisis científicos* y filosóficos sobre el origen y las posibles evoluciones de la crisis en sus múltiples dimensiones (sanitarias, sociales, políticas, económicas, culturales). Estos últimos, los filosóficos, son especialmente interesantes porque revelan diferentes ángulos teóricos desde los que hoy se piensa la vida humana**. Sin embargo, todos ellos (hasta ahora) me dejan la impresión de que los autores asumen, de una u otra forma, que todo esto, en su configuración actual, real, podía pasar o incluso que tenía que acabar pasando antes o después***. Omiten, creo, algo esencial de esta crisis, de todo lo que viene ocurriendo durante las últimas semanas en nuestras vidas, súbitamente amenazadas: lo inesperado. Lo omiten seguramente porque no es algo que pueda uno atrapar en una noción filosófica más o menos unívoca****. Pienso en el novum de Bloch, pero, si no la he entendido mal, esta noción siempre está ligada, de alguna forma, a las de latencia, anticipación y potencia, de modo que no se trata, creo, de lo radicalmente, inesperadamente nuevo; de lo inimaginable que irrumpe en nuestra vida desde ninguna parte (desde nuestra propia vida, probablemente), amenazándola, como haría una enfermedad desconocida. Pienso también en esa expresión, quizás ocasional, de Bloch que recojo en §83, la de sorpresa, aunque ahí parece tratarse en todo caso de una sorpresa positiva, y no, para decirlo con una expresión familiar, de una desagradable sorpresa. Terrible sorpresa.

Quiero expresar aquí solo una inquietud. Nadie había previsto la magnitud que ha adquirido esta crisis, nadie, y este hecho debería ser un ingrediente importante de cualquier reflexión. Lo que tenemos entre nosotros es una nueva enfermedad (que vamos conociendo cada vez más, rápidamente), y eso, cierto es, no es nuevo en la historia de nuestra especie. No es nuevo, es inesperado.


* Recojo aquí un análisis interesante, en forma de entrevista, de Eudald Carbonell, a pesar de un biologismo (enteramente consciente, por otra parte) un tanto plano que no puedo compartir: https://www.publico.es/entrevistas/entrevista-eudald-carbonell-covid-19-aviso-conciencia-critica-especie-proxima-humanidad-colapsara.html

** Entre todo lo que he leído hasta ahora, quisiera destacar este texto, que me ha parecido especialmente lúcido y sereno, y ofrece abundante material para la reflexión: https://www.filco.es/covid-19-critica-en-tiempos-enfermos/

*** Esto se manifiesta de una forma dramática (y ejemplar), "por contraste", en la reflexión un tanto prematura e interesada (pro domo sua) y negacionista, de G. Agambén: https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-l-invenzione-di-un-epidemia

 **** Hay caminos posibles, abiertos, en Heidegger y Zizek, p. ej., por los que podría continuar alguna vez este QSY.


martes, 7 de abril de 2020

147. De senectute

Como nos pasa a todos, seguramente, leo estos días (rápido o despacio, del todo o a medias, como se leen las cosas en estos días de encierro) muchos textos de reflexión rápida sobre las consecuencias de la actual pandemia para nuestro modo de vida. La mayoría de esas reflexiones son tan precipitadas como los hechos que sobrevienen día a día desde hace ya algunas semanas*. Optimismo, pesimismo, proyecciones sobre un aumento del control social y político, muchas veces mezcladas con medidas previsibles y necesarias de protección sanitaria y salud pública a nivel nacional e internacional (cosmopolita). Como escribía recientemente en un foro de filósofos-amigos, vamos a necesitar buena biopolítica, y también tendremos que diferenciar bien (no siempre ocurre) todo lo que se hace para defender la salud (la vida) de lo que tiene otros objetivos. ¿En qué cambiará nuestro modo de vida? ¿Qué puede haber cambiado ya que todavía no hayamos podido apreciar?

Me parece, es posible, que algo haya cambiado ya, al menos en el ámbito sociocultural que tenemos más próximo y que podemos comprender mejor (la Europa del sur, digamos): nuestra mirada hacia la vejez y el envejecimiento, hacia las personas mayores y muy mayores (los oldest-old de la literatura anglosajona). Hablábamos de los débiles, los vulnerables, los olvidados, y eran ellos, ellas**. 


* Lo mismo que este pequeño texto, que no pretende estar fuera, sino dentro de ese maremágnum textual y gestual que nos inunda.

** Hace unos meses me decía un amigo epidemiólogo en un congreso científico que pocas veces en el discurso feminista (o en ciertos discursos, habida cuenta de su multiplicidad) se recoge o se subraya este grupo (inmenso en nuestro ámbito) de mujeres extremadamente frágiles y vulnerables.


sábado, 14 de marzo de 2020

140. Realpolitik y biopolítica

Reconozco que el QSY anterior (§139) se encuentra en un camino, sinuoso y difícil ("los nuestros"), que últimamente me estaba llevando a revisar esa noción aparentemente tan útil (tan a-la-mano, por decirlo también con Heidegger), sobre todo en su dimensión peyorativa*, la noción de Realpolitik. En esa dimensión, se trataría más bien de la política (de gobierno) que hacen "los otros". ¿Hay también una Realpolitik de "los nuestros"? Parece que sí, cuando son "los nuestros" quienes gobiernan, en nuestro país o en cualquier otro**.

Ese camino de reflexión se ha visto interrumpido súbita, dramáticamente, por la reciente pandemia***. En una crisis sanitaria como esta, de proporciones todavía desconocidas, y en gran medida dependientes de la capacidad de los Gobiernos/Estados para controlar el movimiento de la población y de proporcionar una asistencia sanitaria bien organizada y a la altura del "estado del arte" en cada momento, en una situación como la que vivimos, digo, solo es posible (y también necesario) aplicar una auténtica Realpolitik (valga la tautología o la circularidad del argumento). Cuando además está en juego la vida de miles de personas, esa política "real" debe ser sobre todo una biopolítica que ponga en el primer plano la vida humana amenazada y todos los instrumentos científico-técnicos (biomédicos y biotecnológicos), sanitarios, sociales y políticos para preservarla. ¿Quiénes son aquí "los nuestros"? En un sentido amplio, cómo no, nos sentimos profundamente solidarios (unidos) con todas las personas que trabajan y luchan ahora mismo, con su cuerpo, con sus manos, contra esta amenaza. Ese sentimiento tiene también una dimensión política, y todos ellos son también de "los nuestros". En sentido estricto, sin embargo, pensamos en quienes toman las decisiones de mayor alcance. Y llamamos "los nuestros", precisamente, a los que en momentos como estos son capaces de hacer una política real, radical, directa y eficaz; no ya la posible, sino la absolutamente necesaria. Además, porque, como nos pasa con los trabajadores/profesionales mencionados (admirados), podemos confiar en ellos****.


* Digo peyorativa porque la definición que da el DRAE es: "Política basada en criterios pragmáticos, al margen de ideologías." Ay, la ideología, siempre aparece de una u otra manera, aquí por su ausencia, poco creíble por lo demás. Veamos qué dice de ella el propio DRAE, en el que no debemos buscar la esencia de la cosa definida (¡lástima!), sino la objetividad del uso actual del término: "Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc." Vaya, por si la cosa no era lo bastante amplia, se le añade un etcétera. Habrá que volver sobre esto. Cuando lo hagamos, no deberemos olvidar ese otro término, clave, que aparece en la primera definición, "pragmáticos". Sí, lo pragmático y lo ideológico forman un tándem, un binomio o un dipolo, un campo de fuerzas (táctica y estrategia), que hay que abordar en conjunto.

** Sobre la importancia de ser ciudadano de un país determinado (sea cual sea) en un mundo global/cosmopolita dice algunas cosas muy lúcidas Martha Nussbaum en esta entrevista:  https://www.thenation.com/article/culture/interview-cosmopolitan-tradition-martha-nussbaum/

 *** Esto está siendo escrito desde Madrid, uno de los focos mundiales más activos, hoy, de la pandemia. 

**** Para decirlo (cantarlo) esta vez con Raimon, poeta y trovador, "I, per què no dir-ho també? / Una fe, una gran fe / En determinada gent / És el que jo cante."


domingo, 23 de febrero de 2020

137. Biopolítica de urgencia

Fin de semana ajetreado, transitando por varios servicios de urgencias de hospitales públicos. Barrio rico y barrio working class. Un oído medio al que le dio por sobreinfectarse, y un nervio facial que pasa(ba) por allí y quedó algo paralizado. Exquisito trato y excelente atención en todas partes y en todo momento. Uno sale de allí lleno de agradecimiento a las personas y al sistema. 

Lo personal siempre es anécdótico, pero también puede ser un buen motivo para pensar. Además, nunca es solo personal, sobre todo cuando vamos entrando en edades más frágiles*. Me pregunto si la creación y el mantenimiento de una sanidad pública de tan alto nivel (científico, organizativo y humano) es un mínimo o un máximo, o si paradójicamente es ambas cosas a la vez. Me pregunto también (y esta es una preocupación recurrente de los últimos meses en torno a la noción de "ideología"), qué le puede pasar a un país (o un pueblo, una clase o una gente, entiéndase el sujeto político como se entienda) para no defender masivamente y con todas sus fuerzas ("que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz"**) este magnífico sistema sanitario público. Y qué le puede pasar si no lo hace.


* Así lo recoge irónicamente Julian Barnes en su amarga y autorreferencial  La única historia.

** Madre, Silvio Rodríguez. Sí, en este mundo nuestro la patria y la revolución están (de momento) en estas cosas. 


miércoles, 1 de mayo de 2019

55. Vale más

Algo más sobre biopolítica. 

Enero de 1993. Antonio Gades, el bailarín, organizó entonces un viaje a Cuba con todos los médicos que le habían atendido a lo largo de los años, entre ellos José Luis Barros, "amigo de sus amigos" (ver QSY de 30/03/2019), y yo mismo, que iba en representación de mi padre, neurólogo*, fallecido en 1975. (Mi padre había atendido a Gades hacía años por un problema de dolor en una rodilla, derivado de un paso de baile que después modificó.) Cuba se encontraba entonces en el peor momento del "periodo especial"** que sucedió a la desaparición de la URSS y la intensificación del embargo (bloqueo) por parte de Estados Unidos (26 años después, lo estamos viendo en directo, también en Venezuela). Llevábamos un buen cargamento de material sanitario, y durante nuestra estancia dimos charlas y sesiones prácticas de actualización sobre distintas especialidades médicas. Todos, los convencidos igual que los más conservadores y escépticos del grupo, quedamos admirados de la capacidad de resistencia de aquella gente, y de sus infinitos recursos para superar las carencias de la vida diaria, también en el ámbito sanitario. Allí pudimos percibir un vínculo entre cada persona y la existencia colectiva, cuando se ve amenazada, que raras veces vemos aquí.

Un día nos llevaron a todos desde La Habana a Varadero. Viajamos en una pequeña guagua, y yo iba sentado delante, con el conductor, charlando y escuchando en un aparato de música, una tras otra, canciones de Rocío Jurado (los caminos de la música popular son inescrutables). Yo estaba fascinado con la arquitectura de La Habana, y especialmente con ese suave color azul de muchos edificios, el "azul de La Habana". Pasamos por delante de una construcción sobria y bonita, también azul, con una amplia entrada. "Es el Hospital Calixto García, el hospital universitario más antiguo de La Habana", me dijeron con orgullo. Por encima de la entrada principal había un cartel grande con un texto. "¿Puede parar un momento, por favor?", le pedí al conductor. Me bajé de la guagua e hice la foto que me ha acompañado desde entonces por los despachos que he tenido, y que figura en mi perfil de Twitter. El cartel, recordemos, a la entrada de un hospital universitario, dice:

"Vale, pero millones de veces más, la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra".

En la firma, muy pequeña, se lee: Che. Ernesto (Che) Guevara, médico y revolucionario. A partir de esta frase, de esta idea radicalmente humanista, se puede construir una teoría política, una, por decir así, sana, biopolítica.



* https://www.fundacionromanillos.es/premio3.html
** https://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%ADodo_especial


sábado, 27 de abril de 2019

53. Biopolítica


Los problemas auténticos de la vida (humana) son radical, biológicamente, hablando, los que implican un riesgo directo para la vida individual, esto es, los estrictamente médicos. Deberíamos poder centrarnos en eso. La mala organización social y económica determina la existencia de otros problemas que en ocasiones parecen alcanzar un nivel de gravedad equivalente. La política debería ser la práctica social dirigida a evitar que exista ese otro tipo de problemas; y debería contribuir, además, en la medida de lo posible, a combatir los problemas de salud en toda la población. (De Huellas, 2014)

No tengo nada claro que Foucault o Deleuze hayan dicho nada parecido, y creo que por eso no acabo de entenderlos.