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domingo, 17 de mayo de 2020

159. Con Heine

Mi exabrupto de ayer (§158), por lo que a determinada gentuza se refiere (gentaglia, ya que andábamos con uccellacci e uccellini), me hizo recordar, como un antídoto, unas palabras de Heinrich Heine, exquisito compañero para cualquier excursión intelectual. Son del Epílogo a su Romanzero (1851), que escribió sufriendo ya la enfermedad neurológica crónica que le acabaría matando. Considero, hasta donde puedo juzgar por mis propias lecturas, que la prosa de los poetas es de lo mejor que se ha escrito en todos los idiomas (que leo); de modo que cuidaré la traducción como si de un poema en verso se tratara. 

"Ich gestehe es, ich habe Manchen gekratzt, Manchen gebissen, und war kein Lamm. Aber glaubt mir, jene gepriesenen Lämmer der Sanftmut würden sich minder frömmig gebärden, besässen si die Zähne und die Tatzen des Tigers. Ich kann mich rühmen, dass ich mich solcher angebornen Waffen nur selten bedient habe."

"Reconozco que he arañado a algunos, que a algunos he mordido, y que no he sido ningún cordero. Pero creedme, esos celebrados corderos de la mansedumbre tendrían un comportamiento menos piadoso si poseyeran los colmillos y las garras del tigre. Puedo preciarme de haberme servido solo en contadas ocasiones de tales armas innatas."

Sonrío y le envío un nuevo abrazo fraternal a aquel tigre sagrado (§156).


sábado, 16 de mayo de 2020

158. Pajaritos y pajarracos

Cómo se amontonan las noticias, cómo nos agreden y nos hacen daño (nos "hacen mal", se dice en italiano), con su desnudo núcleo fáctico, irracional, como un golpe o un disparo. Veo/leo la noticia de la muerte de Julio Anguita, un ser humano digno y admirable, luchador y defensor de la vida digna de otros seres humanos, comunista; noticia esperada y temida; y casi a la vez leo unas declaraciones del Consejero de Sanidad (tengo que repetírmelo mientras lo escribo, Consejero de Sanidad) de la comunidad política que habito (no vale la pena decir su nombre, diré solo: gentuza*), que ponen en riesgo la salud, la vida, de nuestros conciudadanos, solo porque debe de creer (en su miserable obediencia a una presidenta aún más peligrosa que él) que en la amenaza a la vida y en la muerte de miles de personas (la tanatopolítica ya tradicional de la derecha española) tienen la única arma política (¿política?) con la que pueden atacar al gobierno. Dos noticias que caen de golpe, como arrojadas a la cuneta por el flujo incesante de los acontecimientos; que, sin embargo, encajan como las piezas de un puzzle, al menos en el espacio, de repente inmenso, de mi indignación. El bien y el mal cotidiano, político, con los que convivimos, a veces cínicamente, si no somos capaces de proclamar nuestra rabia (por la pérdida del bien y por la existencia del mal).

Ayer leí en Twitter la emotiva y combativa reacción de Catarina Martins, dirigente del Bloco de Esquerda portugués, a la muerte de Luísa Moreira, compañera y sindicalista, enferma desde hacía tiempo y que aun ingresada y aislada seguía reclamando medios de protección para el personal que la atendía. ”Isto não pode ser”, repetia, com a indignação e a força de sempre. A Luísa Moreira morreu hoje. Isto não pode ser, Luísa.


* DRAE: "Grupo o tipo de gente que es considerada despreciable."