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lunes, 6 de mayo de 2024

365. Sit venia verbo

 La lectura de Plessner (§364) me ofrece también (no importa ahora con qué motivo, en qué contexto), esta frase latina, como tantas (aurea dicta), de sabiduría concentrada. ¡Qué sabios eran estos filósofos, científicos, historiadores, médicos, de las primeras décadas del s. XX! ¡Quién pudiera hoy abarcar tanto (no con los datos, sino con la mirada)!

El caso es que el latín me lleva lejos del texto en que está inscrito, hacia mis propias ensoñaciones (decía Rousseau). Con permiso de la palabra. Como cuando uno dice su palabra, sus palabras, en minoría, frente al discurso ambiental. Y aunque no llegue a decirlas, como cuando las piensa. Con permiso, sí, que no estamos solos, pero tampoco callados.



sábado, 2 de junio de 2018

18. Ducha o bici

Cuando era joven, o muy joven, tenía la costumbre de dar largos paseos solitarios, con frecuencia por el barrio de El Viso, no lejos de mi casa, que me ayudaban, como suele decirse, a aclararme las ideas. Ahora ya no lo hago, ya no soy tan solitario, prefiero leer a Rousseau que practicarlo, y del soliloquio de Cernuda me quedo con todo menos con la soledad. Sin embargo, esa misma impresión de dejar que las ideas fluyan libremente, como en busca de algo que a veces encuentran, sin que uno sepa bien por qué, la experimento con cierta frecuencia mientras me ducho, con o sin música, y cuando monto en bici. En la ducha, uno cierra los ojos, como en el poema de Emilio Prados ("Cerré mi puerta al mundo...") y por unos momentos el mundo se hace íntimo, cálido y acogedor, y se encuentra uno pensando en mil cosas casi sin darse cuenta. En bicicleta, el ritmo del movimiento físico, la velocidad, el mundo que uno ve pasar, adquieren unas dimensiones igualmente agradables, humanas, y la reflexión se activa y fluye por caminos inesperados.

Por si tuviera algún sentido a lo largo del tiempo, en este blog indicaré las notas cuyas ideas de origen hayan surgido en la ducha (Dx) o en la bici (Bx). Esta que aquí termina, por cierto, es Dx.