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sábado, 7 de septiembre de 2024

380. Padres e hijos

Cena con hijos (con Mu, Pi y Alfa), ya adultos e independientes, siempre admirables (como quería mi cita favorita, quizás imaginaria, de Hesse [§353]). Sus vidas, entrelazadas (a veces más, y a veces ya menos) con las nuestras. Sus esperanzas y alegrías, como sus penas y preocupaciones (Sorgen), siempre también las nuestras. Calidez común del reencuentro, recordada, renovada. Comprensiones y algunas incomprensiones, sutiles, generacionales, necesarias. Momentos de vida rotunda y plena que merecerían unos versos de Jorge Guillén.

(Sí, ahí en el fondo suena, resuena, Father and son, de Cat Stevens, que (mal) recordábamos hace poco durante una cena especialmente agradable, entre copas (de vino), y también la novela de Turguéniev, y esos versos doloridos, catárticos, de Claudio Rodríguez y Eugénio de Andrade, que dejé aquí hace tiempo en suspenso.)

 

 

viernes, 3 de abril de 2020

146. Primavera con Jorge Guillén

"Cuando el espacio sin perfil resume
          Con una nube
Su vasta indecisión a la deriva
            −¿Dónde la orilla?
Mientras el río con el rumbo en curva
          Se perpetúa
Buscando sesgo a sesgo, dibujante,
          Su desenlace,
Mientras el agua duramente verde
          Niega sus peces
Bajo el profundo equívoco reflejo
          De un aire trémulo...
Cuando conduce la mañana, lentas,
          Sus alamedas
Gracias a las estelas vibradoras,
          Entre las frondas,
A favor del avance sinuoso
          Que pone en coro
La ondulación suavísima del cielo
          Sobre su viento
Con el curso tan ágil de las pompas,
          Que agudas bogan...
¡Primavera delgada entre los remos
          De los barqueros!"

                                            Primavera delgada, Cántico


jueves, 31 de agosto de 2017

5. Estilo



No es que me haya tomado nunca verdaderamente en serio esto de escribir, no; al menos desde el punto de vista técnico (leo las agudas consideraciones de Lampedusa sobre Stendhal, y me tengo que perdonar la audacia de recordarlo en este momento); pero aun para estos breves párrafos noto unas dificultades que sin duda me descalifican hasta para intentarlo. Son dificultades a veces conscientes, voluntarias, no sé, a lo mejor hasta son manías. Por ejemplo, hay cosas que, pudiendo ser contadas y pudiendo serme útiles en estos apuntes rápidos, no quiero contar. Esto quizás es aún un poco normal. Pero además hay expresiones que leo, oigo, y me pueden parecer oportunas en muchos casos, y que me siento incapaz de utilizar. Sobre todo porque no quiero. Hay muchísimas palabras, que ya me he acostumbrado a reconocer en mis lecturas, que jamás podría utilizar. Es el resultado de muchas decisiones minúsculas ya tomadas, quién sabe con qué criterio. Pero es así. Me siento cómodo con lo que puedo decir, con lo que quiero decir; con unas palabras que, no siendo pocas, no son todas las posibles. Comodidad; decía dificultad. No, ciertamente no hay tal dificultad, si no es para rebasar la línea de sombra que lleva al artificio, a lo forzado. No importa estar en el límite si se está por dentro. (De Huellas, 1990)

Sigo suscribiendo este texto. En todo este tiempo, no he tenido otra aspiración consciente que aprender a ajustar la sintaxis al pensamiento. Las palabras, con nuestra carga personal de filias y fobias, vienen solas. No he pretendido nunca, creo, producir belleza, sino solo memoria, elementos más o menos primarios para el recuerdo. (2016)

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No tengo que preocuparme tanto de la manera de escribir. Basta con que se entienda lo que uno quiere decir, lo que dice. Escribir como se habla (Sartre), empleando las palabras con que uno piensa (Valéry), con palabras vividas (Guillén), todo eso en mi caso ya ocurre por el hecho de ponerme a escribir. El pensamiento debe estar puesto en el pensamiento, en la idea y en el objeto. Escribir correctamente para que se entienda, para entenderme yo, sin buscar efectos ni sombras. Para expresar, mucho más que para que se lea. (De Huellas, 1993)