Decía Graham Greene que a él le bastaba con escribir 300 palabras al día para llevar adelante (cómodamente) su vida de novelista e ir escribiendo así, poco a poco, sus novelas (estupendas, por cierto). Naturalmente, escribir una novela implica mucho más que escribir(la), y exige sobre todo, siguiendo el aforismo latino, primum vivere.
Viene esto al caso por las cosas de la memoria, que nunca descansa. Va a buen ritmo la escritura del artículo de los priones, y hoy, cuando ya me he dicho "basta", he contado con Word las (nuevas) palabras escritas: 305.