"Procrastinamos", decimos cuando dejamos de hacer algo que imaginamos que haremos más adelante (mañana, en realidad, que en su sentido etimológico procrastinar es "paramañanear"). Por lo que a mí se refiere, oscilo entre el agobio que resulta de recordar en detalle la lista de todo lo pendiente (trabajo, por lo general), y la confianza ingenua en que, con cierta intensidad de dedicación, en algún pliegue inesperado del espacio-tiempo, esa montaña de cosas aún-no-hechas desaparecerá del horizonte. Una montaña informe, sí, como la de paja que, en el cuento de los Hermanos Grimm, la hija del molinero tramposo tiene que convertir en oro a lo largo de una noche. Confio entonces, una vez más, en ese geniecillo algo perverso que viene conmigo, y que se siente capaz de hacer todo eso y aun más.
"Ach, wie gut, dass niemand weiß
Dass ich Rumpelstilzchen heiß!"