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viernes, 3 de enero de 2025

397. Descubrimiento de un poeta (y redescubrimiento, quizás, de otro)

 Siempre es una alegría descubrir a un(a) poeta, y reducir así algo más la oscuridad en que (sin saberlo hasta entonces) vivimos. Este último hallazgo se lo debo al excelente programa radiofónico de Dimitri Papanikas (Café del Sur), que vengo escuchando últimamente en podcasts, con afán de coleccionista, desde sus primeras emisiones en el verano de 2009. En una entrevista con Paco Ibáñez, ambos hablan de los poetas latinoamericanos que han dado lugar a canciones (los primeros programas de Café del Sur estaban dedicados al tango), y el cantor de poetas dice que para él solo había dos poetas importantes: Pablo Neruda y Raúl González Tuñón. Vaya, otro poeta que no conozco, me digo, y me pongo a buscar. 

Otro poeta comunista, es lo primero que encuentro, y este, al parecer, lo fue toda la vida. Encuentro, además, un texto de Joaquín Sabina, cuya fuente no consigo encontrar, y que está, citado y accesible, en la presentación de la antología poética de González Tuñón publicada por Visor en 2021. Vale la pena leerlo entero:

"Raúl González Tuñon (Buenos Aires, 1905-1974), bendito sea; porque uno, en su ignorancia bautismal, ni sabe ni quiere saber cuáles son los mecanismos sutiles y misteriosos por los que un racimo de versos imborrables queda tatuado a fuego en la memoria de los veinte años como jamás, por sublime que fuera, lo haría después otro poemario. ¿Cómo no iba a gustarme si hablaba del farolito de la calle en que nací, del balcón donde volverían a colgar sus nidos las más oscuras golondrinas, de las Magdalenas imposibles con las que nunca dormiría, de las patadas en la puerta que, a media noche, me desvelarían? ¿Cómo no iba a amarlo si yo también coleccionaba tarjetas postales y quería viajar y ser feliz y, antes que nadie, sí, que nadie, estuve enamorado de Rosita? Luego llovió, diluvió sobre mojado y leí y canté y viví y rodé y bebí y olvidé y jugué y perdí y cada vez que, a ratos, escampaba, allí seguían los versos de Raúl grabados para siempre en la piel del corazón de la memoria. Porque le deben todo mis canciones, porque lo quiero tanto todavía, por su muerte tan viva y tan insomne, porque me hace llorar a pleno día, por los años impíos y fugaces, por la primera piedra en tantos barrios, por mi guerra de España tan perdida, por su Rosa blindada, porque todos somos humanos, inhumanos / fatalistas, sentimentales, / inocentes como animales / y canallas como cristianos."

La rosa blindada es un poemario, publicado en 1936, que el autor argentino dedicó a la Revolución de Asturias. Ya solo me faltaba acudir a mi enciclopedia de poesía, la colección completa de la revista Litoral (Revista de la poesía, el arte y el pensamiento), que heredé de mi padre, y que mantengo, año a año, actualizada. En el número dedicado en 2007 a Argentina (poesía y arte contemporáneos), encuentro algunos poemas excelentes de González Tuñón. Sigo buscando en la web, y de una extensa antología (Biblioteca Virtual Omegalfa, 2013), quisiera destacar este poema, quizás porque me recuerda a mi querido Miguel Torga, El caballo muerto

"Media noche. Sobre las piedras
de la calzada hay un caballo muerto.
Aún faltan cinco horas
para que venga el carro de 'La Única'
y se lo lleve. Ese caballo viejo,
hedoroso de sangre coagulada,
ese pobre vencido, fue un obrero.

Un hermano del pájaro, un hermano del perro.
Fue el hermano caballo que anduvo bajo el sol,
que anduvo bajo el agua, que anduvo entre los vientos
tirando de los carros
con los ojos cubiertos.
Fue el hermano caballo. Ninguno irá a su entierro."



domingo, 10 de noviembre de 2024

389. Cada día

 Un poema, cada día un poema (al menos). Es una regla de higiene que me impuse hace años, leer cada día al menos un poema. Uno, "entre las voces, una". Como una de esas reglas de auto-disciplina ascética que Foucault recomendaba en sus últimos años de vida y pensamiento. Para construir la vida, la propia vida, como un arte, el arte de la vida.

No siempre lo consigo, claro, también se trata de eso (de intentarlo siempre, quiero decir). Unas veces, muchas, uno busca el poema, sistemáticamente, y al autor y su obra poética entera (la de los grandes), para estar leyéndola siempre. Otras veces, ya lo he contado en estos QSY, es el poema el que se presenta con toda su fuerza arrolladora (con frecuencia por la web). Ayer fue esta maravilla de Dylan Thomas, que ya conocía, y que seguramente sabría de memoria si me hubiera criado en inglés:

"(...)
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light."

Una hermosura, grande y triste.



sábado, 1 de junio de 2024

370. Fulgurante

 Internet, las redes sociales, comunicativas, entre caóticas, libres y (oculta, pero muy precisamente) dirigidas. Uno sabe, por lo general, qué puede esperar de ellas, información menos homogénea que la de cada medio corporativo (ahí están todos, al menos los que no están prohibidos), más diversa y más extrema (as usual, eso dependerá de dónde se sitúe el punto medio virtuoso, y en eso son especialistas los medios corporativos), mucho dolor y espanto (la guerra: el mal), mucha rabia, y a veces también expresiones de auténtica felicidad, y de inteligencia, y de belleza. 

En esa especie de mercado persa, la poesía tiene el efecto purificador que suele tener en la vida (cotidiana, si uno tiene buen cuidado Sorge de que la poesía se convierta en algo cotidiano). Purificador de las palabras, de su sonido y sentido (Valéry), de los instantes, los sentimientos (propios y compartidos), de la memoria (individual y colectiva), de eso, en fin, medio oculto que pre-sentimos como verdadero. 

Afortunadamente, si uno se deja buscar por ella (por los algoritmos dichosos, supongo), hay mucha poesía en internet, sobre todo citada, y uno no puede sino agradecer (a quien corresponda) cuando en la pantalla se cruzan unos versos que no le son conocidos... y son, además, fulgurantes.

Así es la buena poesía, la grande, y ese es el término que me vino inmediatamente a la conciencia cuando los leí: fulgurantes. Versos traducidos, además, del alemán, con todo lo que la traducción podría dejarse en el camino. Unos versos de Rilke, un poeta lleno de fulgores (como, entre nosotros, Valente). 

No conservo la pantalla original ni puedo decir que esta sea exactamente la traducción (ni la versificación) que me llegó entonces, y he tenido que dirigirme de nuevo a la web para buscarla (no tengo el libro físico en alemán ni en español). No cuesta nada encontrarlos porque toda la gran poesía está en la web (en unos pocos aspectos, este mundo hipertecnológico es maravilloso).

"Giro desde hace miles de años 

Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

No es fácil explicar (ni explicarse) cómo un conjunto tan limitado de palabras puede tener un efecto tan potente sobre el alma (si a algo podemos llamar hoy alma sería justamente esto, aunque también, con Aristóteles, Heidegger y Byung-Chul Han**, podríamos llamarlo corazón). En estos casos, antes de hacerme más preguntas, prefiero buscar el texto original e imaginar (pecado de hybris) mi propia traducción. Para ello también fue generosa la web. Incluyo aquí la estrofa completa, que permite apreciar el contexto de los versos. 

"(...) und ich kreise jahrtausendelang; 
und ich weiß noch nicht: bin ich ein Falke, ein Sturm  
oder ein großer Gesang." ***
 
No se me ocurre nada que pueda acercar el texto castellano del traductor a mi propia lectura de los versos de Rilke. Quizás, podría parecer que la pregunta tiene una nota más suave e indecisa en el texto original, sin signo de interrogación, y eso le da al texto un carácter más meditativo, como si en realidad el poeta no esperara ninguna respuesta a sus ¿preguntas?. Conviene, en todo caso, tener presente qué significa ahí el giro al que hace referencia la voz poética. Estas estrofas pertenecen al comienzo del primer Libro del poemario, Das Buch vom mönchischen Leben, El libro de la vida monástica. El poeta acaba de despertar y su mirada redescubre el mundo (O brave new world, exclama la Miranda de Shakespeare), que se le presenta como se le ofrecen a una novia las cosas que desea, las pequeñas y las grandes, y el alma se echa a volar.

"Vivo la vida en círculos crecientes
Que sobre las cosas se dibujan…
El último quizás no lo acabe
Y sin embargo quiero intentarlo.
Giro en torno de Dios, de la torre antigua.
Giro desde hace miles de años
Y todavía no sé: ¿soy halcón? ¿soy tormenta?
¿O bien soy un gran canto?" *

Como decía, leí estos versos hace unos días, cuando cruzaron la pantalla de mi ordenador como una estrella fugaz, y reconocí en ellos su efecto fulgurante. Ayer, al despertar de un breve sueño de propofol mezclado con un gas de estupendos efectos, despertar digno de un poeta, creo que los comprendí (viví, erlebte) algo mejor.


* Rilke, Rainer María. El libro de las horas. Traducción de Federico Bermúdez Cañete. Barcelona: Lumen, 1993. 

** Han, Byung-Chul. El corazón de Heidegger. Barcelona: Herder, 2021.

*** https://www.gutenberg.org/files/24288/24288-h/24288-h.htm