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sábado, 17 de octubre de 2020

181. El desánimo y la imagen

 Uno mismo es su primer lector, le escuché una vez a Marcial Suárez, autor (de textos y de actos*) de referencia en este blog. Releerse (como en general, releer) ayuda. El anterior #180, que sustituyó parcialmente al #180 original, devuelto este a su condición primera de borrador, me llevó a un cierto desánimo "sociológico". Hace un par de años comencé una mini-serie en este blog bajo el título genérico de aporías de la democracia. Algunas quedaron ya escritas, mientras que otras, aún borrosas (borradores), forman parte de este desánimo larvado** y recurrente. Una de ellas tiene que ver con la obligación política de convivir (coexistir) en un mismo país, valga la redundancia, con los/las que aquí muy acertadamente, con la imprecisión justa (sensu lato), llamamos fachas***. No con unos pocos fachas residuales, sino con millones de personas, también jóvenes (¡ay!) que se han tragado todo ese paquete ideológico de la peor de las Españas****. No se trata solo de personas, lo sabemos, que ya sería bastante, sino de estructuras socioeconómicas y sociopolíticas (esto es, ontológicas).

Ha venido en mi ayuda, sin embargo, en la referida relectura, el reciente (y relativamente más optimista) #177. Pensemos, me digo, en el extraño poder de las imágenes frente al que nos previene Emilio Lledó. Pensemos, un paso más, con cierto giro fenomenológico, qué sería todo ese mundo facha sin imágenes. ¿No es él mismo un resultado más, hipertrófico y grotesco, de ese pseudo-mundo creado por la publicidad y los medios de comunicación corporativos? No quiero decir que sin imágenes***** ese mundo facha desaparecería, sino que la mayor parte de lo que vemos de él, los gestos, las mentiras, el cinismo chulesco y provocador, se han hecho solo para la imagen (dirigida, corporativa, publicitaria), como los "argumentarios" en los que se inscriben. No, seguramente ese mundo no desaparecería, pero es posible que fuera (casi) irrelevante. Al menos para este desánimo.

Un amigo me contó hace poco que había dejado de tener televisión en casa. Sí, algo tan sencillo, dejar de verlos, podría ser una buena idea. También podríamos salvar las películas que vemos (una buena parte de la narrativa que necesitamos como un alimento), conservando esas pantallas (entre las otras muchas, seguramente hoy irrenunciables), y quedarnos con lo formal (y en consecuencia esencial) de ese gesto. No verlos, no escucharlos, no entrar, ni siquiera críticamente (¿para qué?) en esa trampa. Ponerlos entre paréntesis, como diría un fenomenólogo, dudar incluso de que algo así pueda existir en realidad, al margen de la pura propaganda. Si fuera posible, olvidarlos.


* Procede, creo, recordar aquí, de nuevo (con motivo del binomio autor/actor, precisamente en un dramaturgo) a su buen amigo Carlos Gurméndez, y su sartriano El hombre actor de sí mismo. Ensayo de una antropología dialéctica (Akal: Madrid, 1977). Otra de las obras del filósofo que leí con gusto.

** En fase larvaria, ¿y en la espera/esperanza de una próxima metamorfosis?

*** La cursiva pretende llamar la atención sobre la feliz confluencia en este término castellano, según el DRAE, de dos significados con origen en dos términos italianos diferentes, faccia y fascio, que nos llevan a distintas acepciones (poéticamente confluentes) en nuestro idioma: mamarracho y fascista.

**** En palabras de un tuit reciente del admirable (y lúcidamemente longevo) Edgar Morin, la de las "ruidosas botas" y también la de las "silenciosas pantuflas".

***** Recordemos aquí un momento al Peter Handke de La pérdida de la imagen o por la sierra de Gredos



sábado, 12 de octubre de 2019

98. Peter Handke

Me he alegrado mucho de la concesión del Premio Nobel de Literatura de este año a Peter Handke. He leído mucho su obra, bastante, y con mucha atención, que la requiere, para no dejar escapar el enigma que muchos de sus textos invocan. No se trata de resolverlo, sino de encontrar ahí, como en muchos poetas (René Char, p. ej.) algo que nos atrae, nos interesa y nos invita a pensar, en el límite de lo expresable en palabras, y aún con imágenes, ese límite que explora el escritor. 

También me he alegrado porque se vuelve a hablar de su intensa implicación, también como escritor, en la denuncia de la desinformación (me parece más acertado este término que el de "posverdad") sobre las Guerras de Yugoslavia*. Esa larga y dura lucha, también expresada en literatura, hizo de Handke para mí un ejemplo de intelectual lúcido, independiente y limpio. Me alegré por él también cuando el Tribunal de La Haya absolvió a Milosevic. Tarde, estas cosas pasan siempre demasiado tarde. Ese fue mi primer tuit.

*https://ctxt.es/es/20191009/Culturas/28837/peter-handke-slobodan-milosevic-nobel-de-literatura-serbia-cecilia-dreymuller.htm



miércoles, 15 de mayo de 2019

59. Escribir por escribir


“Nunca se había sentido destinado a la escritura, y antes de aquel verano aún menos. En el caso de que hubiera un destino, este vendría de él, de él mismo solo. Tenía que intentar marcarse un destino, y esto, por lo menos, lo sentía como una pista, como la única pista que había tenido hasta este momento de su vida; así por lo menos lo sintió ya al despedirse de la infancia: esta autodeterminación podía, posiblemente, tener lugar mediante la escritura.”
                                                                (Peter Handke, La noche del Morava*)

Qué tiene la actividad de escribir que la hace tan solemne, tan personal, tan sagrada, arriesgada y a la vez tan placentera. Escribir, inscribir, como si estuviéramos a cada momento levantando acta de un hecho histórico, proclamándolo. Como si las palabras que escribimos fueran nuestras y solo nuestras, y no de todos. Como si el gesto que queremos dejar salir y dejar caer sobre el papel como un trazo, como un rastro, fuera la propia vida íntima y verdadera haciéndose visible y permanente, como las huellas de un animal, las pisadas de unas gaviotas sobre la playa, las huellas de un dinosaurio. Mejor escribir por escribir, así, un poco al acaso, por placer, sin responsabilidad ni destino, y quizás también sin lectores. (De Huellas, 2015)

* Traducción de Eustaquio Barjau, autor, por cierto, de una excelente traducción de Conferencias y artículos, de Martin Heidegger (Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994), que incluye una humilde y honesta Advertencia del traductor.