sábado, 7 de octubre de 2017

8. Einstein y el cerebro


Hace unos cuantos años, con motivo del centenario del annus mirabilis de Einstein (1905), organicé algunas actividades de divulgación para recordar su figura como paradigma actual de la inteligencia humana. Tomé como hilo conductor las peripecias de su cerebro, desde que fue extraído en 1955 durante la autopsia del físico por el patólogo del hospital de Princeton, Thomas S. Harvey, hasta que fue descubierto en 1978 por un periodista del New Jersey Monthly. Durante esos años Harvey había viajado por el país con el cerebro de Einstein, como con un tesoro, al tiempo que veía cómo se arruinaba su vida profesional. Se trata de una historia llena de sugerencias y evocaciones para alguien que se dedica a la donación de tejido cerebral para investigación.

Leí mucho entonces sobre la vida de Einstein, donde descubrí alguna sombra, y sobre su obra, e hice un serio esfuerzo, y no era la primera vez, por entender bien sus principales aportaciones teóricas, y también la teoría de la relatividad. Algo conseguí a ese respecto, y desde entonces creo tener una idea más completa de ese hombre de capacidades cognitivas prodigiosas, humanamente lúcido y pacifista -esto último también con alguna sombra. 

De todo lo que leí entonces recuerdo con frecuencia, y especialmente en estos últimos días de "ruido y furia", aquella frase antimilitarista de Einstein: "Si hay alguien que pueda desfilar con placer al compás de la música, al punto lo detesto sin más; el cerebro lo ha recibido solo por error, pues con la médula espinal le habría bastado."(*)


(*) Carl Seelig. Albert Einstein. Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2005; pág. 40.

sábado, 30 de septiembre de 2017

7. Patria



Reconozco que el único sentido interesante que le encuentro a este término potente y sonoro es el que revelan las últimas frases de El Principio Esperanza, de Ernst Bloch. "La raíz de la historia es, sin embargo, el hombre que trabaja, que crea, que modifica y supera las circunstancias dadas. Si llega a captarse a sí y si llega a fundamentar lo suyo, sin enajenación ni alienación, en una democracia real, surgirá en el mundo algo que ha brillado ante los ojos de todos en la infancia, pero donde nadie ha estado todavía: patria (...so ensteht in der Welt etwas, das allen in die Kindheit scheint und worin noch niemand war: Heimat)."

Después del último terremoto de México, especialmente terrible, descubrí en Twitter el poema "Alta traición", de José Emilio Pacheco, cuyo primer verso evolucionó a lo largo de los años desde "No amo mi patria" hasta "No amor a mi patria"(*). También comparto el sentido, si se quiere ambiguo, que el término "patria" tiene en este poema.

Por lo que se refiere a "España", solo soy capaz de emocionarme con la realidad y la fuerza que adquiere esta palabra en el último verso del inolvidable poema de Machado "A Don Francisco Giner de los Ríos".

                                   Allí el maestro un día
                               soñaba un nuevo florecer de España.

Creo que encuentro el mismo problema que el poeta mexicano para comprender el significado de "patria".

                                  Su fulgor abstracto
                               es inasible

También aprendimos con Machado a entenderlo mejor si se emplea en plural (una de las dos Españas...). Puede ser un buen ejercicio de reflexión y tolerancia pensar cuántas son y qué representan.

 (*) http://circulodepoesia.com/2014/01/alta-traicion-palabra-en-el-tiempo/

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Mayo-junio de 2018. Moción de censura al gobierno. De nuevo, "siempre todavía", las dos Españas, la que ata y la que desata, la del temor y la de la esperanza. 






sábado, 23 de septiembre de 2017

6. Filosofía de la mente y socialismo


Ando ahora, por cuestiones académicas, con lecturas de filosofía de la mente, y voy poco a poco desgranando, entre otros, el texto que parece fundamental para iniciarse ordenadamente en este ámbito, The concept of mind, de Gilbert Ryle (1949). Volví a este campo, en el que siempre encontré algo de artificioso (recuerdo intensas y combativas lecturas de El Yo y su cerebro, de Eccles y Popper, hace ya mucho tiempo), desde mi preocupación de estos últimos años por el lenguaje y de la mano de Richard Rorty en su Philosophy and the mirror of nature (1979). En este contexto, me parece interesante recordar un texto de Lenin que recogí allá por 1984, y el comentario que me sugirió su transcripción hace un par de años (Huellas).

"Es, por supuesto, totalmente absurdo que el materialismo deba postular la 'inferior' realidad de la conciencia o que necesariamente deba adherirse a una 'cosmovisión mecanicista' de la materia en movimiento y no a una electromagnética o aún a otra concepción inconmensurablemente más complicada." (Materialismo y empiriocriticismo, en Obras Completas, Ed. Progreso.)

Este texto evoca aquella otra cita, que utilicé tanto hace unos años, recogida por Ernst Bloch, en la que Lenin decía que "el marxismo inteligente está más cerca del idealismo inteligente que del materialismo vulgar". El marxismo no era entonces un ingrediente cultural importante, como es ahora para muchos de nosotros, sino que constituía el marco de nuestra manera de pensar, en ciencia, en filosofía y en las cosas cotidianas, incluidas las políticas; era una ideología, en suma. Un par de textos que he leído recientemente me permiten trazar la distancia entre mi manera de ver las cosas entonces y ahora, en lo referente al marxismo. G. Lukács escribe esto en un prólogo de 1962 a su Teoría de la novela, publicada por primera vez en 1916: "Teoría de la novela no es conservadora sino subversiva por naturaleza, aun cuando se base en utopías inocentes o infundadas -la esperanza de que la desintegración del sistema capitalista y, junto con esta, la destrucción de categorías sociales y económicas alienantes y negadoras de la propia existencia, den paso a una vida natural y digna del hombre". Este otro texto de Richard Rorty también resuena, a la vez como lamento y homenaje, con mi propia experiencia y mi visión actual de la cuestión: "Pero debo admitir que hemos perdido algo muy importante ahora que no podemos vernos a nosotros mismos combatiendo al 'sistema capitalista'. Lo que hemos perdido es la sensación de que estamos continuando una tradición grande y noble. Para bien o para mal, el socialismo es una palabra que ha alzado los corazones de la mejor gente que vivió en nuestro siglo. Muchos hombres y mujeres valientes murieron por esa palabra. Murieron por una idea que resultó que no funcionaba, y sin embargo ellos y ellas personificaron virtudes a las que la mayoría de nosotros difícilmente podríamos aspirar. Fueron las personas más decentes, devotas y admirables de su tiempo". Nada que añadir por mi parte. (De Huellas, 2015)

Sí, algo se puede añadir. Si recojo aquí este texto de Rorty es porque creo que yo he tenido una experiencia parecida a la suya, y más o menos directa, con este tipo, o categoría, de personas. Marcial Suárez, Faustino Cordón y Eloy Terrón, por mencionar solo a los más próximos.