domingo, 30 de septiembre de 2018

19. En torno al comunismo

Me sorprende, y reconozco que me agrada, cuando alguien dice hoy claramente que es comunista. Creo que entiendo de qué clase de persona se trata, y que probablemente, por decirlo en un lenguaje un tanto reduccionista, "es de los míos, de los nuestros". Hace unos cuantos años yo también lo era, creía serlo, y lo decía, a veces en aquellos ámbitos y momentos en que resultaba más incómodo. Posiblemente, lo que quería decir con ello es que sentía una gran admiración por un buen número de personas, conocidas, históricas, o anónimas, que habían vivido y luchado bajo esa bandera. Ahora ya no lo digo, porque me parece que el término ha perdido en parte su sentido original, y no sé cuál es exactamente su sentido actual, quizás por uno de esos "cambios de paradigma" históricos que tardamos tanto en comprender.

Sin embargo, el comunismo, posiblemente el proceso histórico principal y central del s. XX, creó una topología, recogida en el "en torno a" del título de este texto, de la que todavía no podemos escapar. En torno al comunismo, se puede ser, p. ej., anti-comunista (término que, paradójicamente, ha mantenido una estabilidad semántica a lo largo de los ss. XX y XXI, y que sigue plenamente vigente, al igual que su ¿antónimo?, "anti-fascista"), o ex-comunista (término que se ha utilizado para justificar todas las formas de oportunismo personal y político).

Se me ocurre que, probablemente, muchos de los que nos considerábamos hace unos años comunistas podríamos situarnos hoy en algo que podríamos llamar "trans-comunismo", definido, en cierto modo negativamente, por no constituir ninguna forma de ex-comunismo, ni mucho menos, de anti-comunismo. Se trataría, más bien, de intentar mantenerse en esa tradición "grande y noble", en palabras de R. Rorty ya citadas en otra entrada de este blog (23/09/2017), aunque todavía no podamos decir adónde nos lleva el cambio de paradigma actual. Creo que una señal para la orientación, entre otras, en el momento actual de exploración de nuevas ideas, puede ser el "comunismo hermenéutico" propuesto por Vattimo y Zabala*. Una forma de trans-comunismo en la que prima, por decirlo en palabras del propio Rorty, atender a todo lo valioso que surge para el ser humano, y especialmente para la defensa de los seres humanos frágiles y vulnerables, "en la conversación de la Humanidad".


*"Comunismo hermenéutico. De Heidegger a Marx." G. Vattimo y S. Zabala. Traducción de Miguel Salazar. Herder, 2012.

(La relevancia del contexto. En esta pequeña reflexión, tal como se ha formulado aquí, es posible que hayan estado, de alguna forma, presentes, la emotiva película de Robert Guédiguian, "La casa junto al mar", que vimos anoche; una entrevista a la capitana de la selección nacional de baloncesto, en El País (28/09/2018), que encontré hoy en Twitter; y las notas y palabras cálidamente crepusculares del Not dark yet, de Bob Dylan, que venía escuchando en el coche esta mañana mientras me decidía a escribirla.)



sábado, 2 de junio de 2018

18. Ducha o bici

Cuando era joven, o muy joven, tenía la costumbre de dar largos paseos solitarios, con frecuencia por el barrio de El Viso, no lejos de mi casa, que me ayudaban, como suele decirse, a aclararme las ideas. Ahora ya no lo hago, ya no soy tan solitario, prefiero leer a Rousseau que practicarlo, y del soliloquio de Cernuda me quedo con todo menos con la soledad. Sin embargo, esa misma impresión de dejar que las ideas fluyan libremente, como en busca de algo que a veces encuentran, sin que uno sepa bien por qué, la experimento con cierta frecuencia mientras me ducho, con o sin música, y cuando monto en bici. En la ducha, uno cierra los ojos, como en el poema de Emilio Prados ("Cerré mi puerta al mundo...") y por unos momentos el mundo se hace íntimo, cálido y acogedor, y se encuentra uno pensando en mil cosas casi sin darse cuenta. En bicicleta, el ritmo del movimiento físico, la velocidad, el mundo que uno ve pasar, adquieren unas dimensiones igualmente agradables, humanas, y la reflexión se activa y fluye por caminos inesperados.

Por si tuviera algún sentido a lo largo del tiempo, en este blog indicaré las notas cuyas ideas de origen hayan surgido en la ducha (Dx) o en la bici (Bx). Esta que aquí termina, por cierto, es Dx.



sábado, 26 de mayo de 2018

17. Atheos

Uno de los testimonios clásicos que nos ha llegado de Tales de Mileto dice: "Y entre los que afirman que hay un único principio motor, esos a los que [Aristóteles] llama por su cuenta físicos, unos dicen que es limitado. Por ejemplo, Tales de Mileto, hijo de Examio, e Hipón, que parece que era ateo, decían que ese principio es el agua, basándose en lo que se manifiesta a los sentidos; pues el calor vive por lo húmedo, mientras los muertos están secos, y las semillas de todo son húmedas, y cualquier alimento está lleno de humedad." (Simplicio, Comentario a la Física de Aristóteles 23, 21)* Parece ser, así, que de Hipón de Samos, que en la segunda mitad del siglo V defendió una versión modificada de la idea del agua como principio de las cosas, se decía que era ateo (atheos). Los testimonios dicen que un siglo antes Tales había visto el mundo "animado y lleno de divinidades", pero de Hipón, a quien Aristóteles no apreciaba mucho intelectualmente, se dice que era ateo. El eufemismo "agnóstico", de apariencia tan clásica, tardaría aún muchos siglos en nacer (en 1869, diez años después de El origen de las especies, y  precisamente de la mano de uno de los principales defensores de Darwin, T. H. Huxley). Así, pues, los griegos clásicos, que llamaban a las cosas por su nombre, aunque tanto nos cueste entenderlos, decían de Hipón que era ateo.



*Giorgio Colli, La sabiduría griega II. Ed. Trotta, 2008.

domingo, 20 de mayo de 2018

16. Ejemplaridad o decencia

(A propósito de la polémica compra de una casa -un chalet- por parte de una pareja de dirigentes políticos cuyo trabajo estimo.)

Escuché alguna vez a José Saramago decir, en una entrevista, que él no se sentía obligado a amar a la Humanidad, al prójimo, como pide la doctrina cristiana; pero sí a respetar a cada ser humano como se merece, por serlo. (Nada menos, por cierto, añado yo.)
Este reciente episodio mediático me ha hecho recordar la idea de Saramago, por cierta analogía, seguramente, pensando en qué fácilmente se llega a lo excesivo, lo absoluto, en las fórmulas morales o ideológicas. A unos dirigentes políticos (insisto, cuyo trabajo me parece valioso) no debo exigirles ejemplaridad en su vida personal (nadie tiene ese derecho); solo debo esperar que sean decentes (nada menos). Y eso hasta el momento me consta.



martes, 15 de mayo de 2018

15. Ideas y palabras

Pasarán mil veces sobre mi conciencia, como un rodillo, los trabajos, las preocupaciones y las desgracias; y mil veces me agarraré, como a un descubrimiento, al sentido entrevisto en algunas ideas y en algunas palabras. (De Huellas, 1993)


sábado, 12 de mayo de 2018

14. Inmenso

Concluida la jornada de existencia organizada, la mirada ajustada, dirigida a los pies: un paso, otro paso, otro más, y pensar solo para no equivocarlo. No nos quitemos mérito, que solo eso a veces cuesta más trabajo que nada. Ahora, por unos momentos, delante de mí, detrás, a un lado y al otro, se extienden, llenos de posibilidades, interminables horizontes. Cansado, pero no desorientado, consciente, me siento inmenso porque durante unos minutos voy a poder leer un libro y escribir unas notas. La libertad y la felicidad son cosas de un instante, infinitesimales, la proyección esperanzada de un instante hacia su plenitud. (De Huellas, 1992)


sábado, 5 de mayo de 2018

13. Balzac y la esperanza.


"Poco necesita el hombre que cayó de la cumbre de sus esperanzas". Esta frase de El médico rural, de Balzac, me produjo, en el momento de leerla, un doble movimiento casi simultáneo. El primero, muy breve, de identificación, o mejor, de un ligero abandono melancólico, en un intento de identificación con la caída a que alude la frase. El segundo movimiento, sano, irónico del primero, me despierta una sonrisa ya conocida, la que me produce, cuando la descubro, esa solemnidad con que a veces reflexiono sobre lo que me pasa. El hombre, la cumbre, las esperanzas, la caída, ¡caramba, qué palabras, qué cosas! Por fin, tras el suspiro y la sonrisa, encuentro el justo medio entre ambos términos, y sé decir lo que la frase ahora me concierne.

Hubo un tiempo en que mi vida consciente era todo esperanza, explícita, lanzada al mundo, proyectada, hecha proyecto, aunque no fuera un único proyecto, sino uno tras otro, cada uno devorado por el siguiente. Esa constelación de esperanzas objetivadas configuraba mi mundo. Supongo que ese mundo tenía su cumbre en alguna parte. ¿Y qué ha ocurrido, que he hecho después? Destilarlas con la experiencia y, sin renunciar a nada -y menos a la total continuidad de lo vivido-, instalar en mi conciencia -en permanente actualización- la esperanza de aquello que me es posible por mí mismo. Podría decir que desde aquella cumbre se me han caído las esperanzas dentro de mí, y se me han hecho así propias, posibles y reales. Y es poco lo que necesito, como dice Balzac, -es cierto- mientras pueda conservarlas. (De Huellas, 1992)