sábado, 5 de agosto de 2023

325. Algo de Pessoa

 Poco Pessoa hay todavía en este blog.

"O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
que chega a fingir que é dor
a dor que deveras sente."
 
(...)

                                    Autopsicografía



324. Murakami y la memoria (1)

 He comenzado a leer Tokio blues (Norwegian Wood) en busca de algo que tiene que ver con la memoria personal y con mis indagaciones científico-filosóficas (a veces ni lo uno ni lo otro) de amateur sobre la memoria. Un amigo patólogo me regaló la novela, y en su dedicatoria me decía que le había impresionado mucho, aunque no sabía por qué. A mí me pasó algo parecido, y no sé explicarme bien esa conmoción. Hay algo ambivalente en los personajes (que parecen estar muy lejos y a la vez muy cerca de nosotros) y en sus historias, derivadas de algo así como un destino existencial o narrativo algo truculento (como en Iris Murdoch, a veces), más bien que de su propia acción voluntaria. Todo ocurre bajo una luz tenue, crepuscular, sin brillos ni sombras. Sin embargo ahí está la mano genial del artista todo lo que ocurre y lo que piensan los personajes me importa muchísimo, me ata magnéticamente a la historia, al  libro; porque, diríamos resumiendo al máximo, está muy bien escrito.

Ya en las primeras páginas me recuerda Murakami (a través del personaje principal y narrador en primera persona) que es uno de los míos. "Por eso ahora estoy escribiendo. Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito."* Ese tipo de personas. Ahora que ando leyendo a Derrida sobre Freud**, podría intentar una variación sobre esa idea: ...que no acaba de pensar las cosas hasta que las pone por escrito; que no acaba de comprender lo que piensa (o lo que pasa) hasta que se da cuenta de que es algo que se está escribiendo.

* Murakami H. Tokio blues (Norwegian Wood). Traducción de Lourdes Porta. Barcelona: Tusquets, 2015. (p. 11)

** Derrida J and Mehlman J. Freud and the scene of writing. Yale French Studies No. 48 (1972), pp. 74-117.


sábado, 29 de julio de 2023

323. Nec ego loquor omnibus

 Las cosas de la web, las redes sociales, los algoritmos de búsqueda y la inteligencia artificial; cosas que no dejan de sorprendernos y que parecen reclamar una toma de posición por nuestra parte. Aquí un ejemplo.

Raf Vallone (1916 - 2002), el actor y director italiano, vino a España en 1990 (lo compruebo en la web) para representar un Tito Andronico impresionante y terrible, que fuimos a ver Mu y yo con Marcial Suárez (esto último lo recuerdo bien). Entre los documentos de su padre que Mu viene clasificando y archivando desde hace unos años se encuentra una carta de Vallone a Marcial, en la que le agradece el envío de dos artículos suyos publicados en El País. Marcial se los había enviado, en junio de 1991, tras una visita de Vallone a Peñíscola, para la celebración del 30 aniversario del rodaje de El Cid. En una entrevista publicada en El Independiente (11/06/1991), el actor italiano se había mostrado muy crítico con los dirigentes comunistas europeos que celebraban la liquidación en curso de la Unión Soviética y del mundo socialista, y citaba a Lenin: "No hay revolución sin tradición." A Marcial tampoco le gustaba nada lo que estaba pasando, y no creo que le fuera a extrañar mucho, si aún viviera, la evolución posterior de todo aquello, incluyendo los desastres de la guerra actual. Así se lo explicaba en su carta: "Me permito enviarle dos artículos que he publicado en El País, de Madrid. Con ellos, quiero rendir un modesto homenaje de amigo a la firme claridad de su posición política, es decir, humana." "Humana", esto también es importante, o es lo más importante.

En su respuesta, dice Vallone que sus artículos le han recordado una cita y una idea de Petrarca, y la recoge allí en latín y en italiano. En cuanto la leo, me resulta muy sugerente y afín a otras citas o ideas que utilizo (y que diré), y  me propongo buscarla en la web. Durante varias semanas ni Google ni el dichoso ChatGPT me sirvieron de gran cosa. Parece ser que entre las virtudes de este último no está la búsqueda de textos (lo que contrasta con su demostrada capacidad para crear textos). Ayer, sentado en la peluquería, haciendo tiempo (bonita expresión, esta) mientras esperaba mi turno, encontré por fin la cita en un remoto foro de especialistas en Petrarca, dentro de una red social en la que, por cierto, tuve que registrarme trabajosamente. El texto latino que recogía Vallone en su carta estaba algo modificado, y eso debió de contribuir a la dificultad de la búsqueda. 

"nec ego loquor omnibus, sed tibi, sed mihi et his paucis quibus hec rara conveniunt"

"non mi rivolgo a tutti, ma a te, a me e a quei pochi cui si addicono queste cose eccezionali"

 El texto es del segundo capítulo de De vita solitaria, del poeta (y uno de los padres de todos ellos), y podría trasladarse al castellano así: 

"no me dirijo a todos, sino a ti, a mí, y a los pocos que comparten estas cosas excepcionales."*

"We few, we happy few, we band of brothers", escribirá unos siglos después Shakespeare (Enrique V, Acto IV, Escena III), uno de los principales seguidores de Petrarca. Amistad, humanismo y, si se quiere, algo que en algún otro lugar, por aquí, he llamado sano elitismo. Todo ello muy compatible con lo que entendemos, sanamente también, como vida solitaria, y especialmente durante las (ya inminentes) vacaciones de verano.

Rescatada la cita del laberinto de la web (Jarauta), la incorporo como una divisa principal de estos QSY. El "qué se yo" de Montaigne podría completarse así con el "para quién" de Petrarca.


* Sigma, hermano de Mu, profesor singular y apasionado de latín y griego, me sugiere (por Whatsapp) esta traducción, claramente mejor, para el final de la frase: "...sino para ti, para mí y para esos pocos con los que estas marcianadas (sic) nos hermanan." Es la lectura que habría hecho (o hizo) Shakespeare, seguramente.



viernes, 28 de julio de 2023

322. Una calle filosófica

No es la primera vez que veo pasar la vida por la calle del taller de mi coche. Escribo sobre el molde, quizás, el recuerdo, de intuiciones previas, aquí, en este mismo lugar, es posible que en días parecidos, de calor, con algunas nubes en el cielo y una brisa ocasional. Alguna de esas intuiciones anda perdida, seguramente, en mis Huellas. Espero a que me entreguen el coche, en esta ocasión con los neumáticos nuevos. Hoy no hay prisa, disfruto de estos breves paseos por una calle vacía, sin gente y bastante desolada, de un polígono industrial al sur de Madrid. De vez en cuando pasa un coche, con tan poca prisa (creo, o más bien proyecto) como la que tengo yo ahora viéndolo pasar, y me pregunto semiconscientemente adónde irá, a qué tipo de vida pertenece este pequeño fragmento, esta traza ("estelas en la mar") que se me ofrece aquí ahora, tan rotunda como gratuita.

Todo esto contrasta con mi vida habitual, cotidiana, de tareas programadas, de cosas que dejar hechas, terminadas, y de actividades (pensamientos, reuniones, diálogos) precisas, concentradas, concretas.

Es en estos momentos laxos, algo atemporales, quizás, y en este espacio ajeno a mis coordenadas habituales, donde puedo ocasionalmente intuir que existe algo denso, compacto, un fluir del tiempo que habitamos (sí, también yo mismo estoy aquí protagonizando este episodio de un mundo que solo en parte y solo ahora es el mío), que podemos llamar propiamente vida. La de las pocas personas que aparecen en este escenario, y sobre todo mi propia vida, por un momento ralentizada, casi detenida, en un lugar totalmente ajeno y a la vez familiar. 



321. El sueño de una noche de verano (1)

Venimos hablando últimamente de felicidad y de amistad, nociones muy aristotélicas y estrechamente vinculadas. Y de su fragilidad. Por aquí también cayó un rayo hace tiempo. Uno entre unos cuantos, y de los peores. Cuando nos recuperamos del primer golpe (¿se recupera uno alguna vez del todo?), recordé en Huellas tres textos que había estado rumiando durante aquellos meses. Uno de ellos era una sentencia de Epicuro y otro un poema de Emilio Prados. Habrá ocasión de volver sobre ellos, quizás. El tercero, un soneto de Lope, habla de la amistad y del miedo a perderla.

 "Yo digo siempre, y lo diré, y lo digo,
que es la amistad el bien mayor humano,
más ¿qué español, qué griego, qué romano
nos ha de dar este perfecto amigo?
Alabo, reverencio, amo, bendigo
aquel a quien el cielo soberano
dio un amigo perfeto, y no es en vano,
que fue, confieso, liberal conmigo.
Tener un grande amigo y obligalle
es el último bien, y por querelle, 
el alma, el bien y el mal comunicalle;
mas yo quiero vivir sin conocelle;
que no quiero la gloria de ganalle
por no tener el miedo de perdelle."

 


sábado, 22 de julio de 2023

320. Elecciones y valores

Mañana votaremos de nuevo. El resultado, para los más optimistas (de los nuestros), es incierto, y no acabamos de entender por qué. Hay algo de juego de azar en esto de no entender, especialmente en los últimos momentos antes de la votación. ¿Y si hubiera suerte también esta vez? (En las Elecciones Generales anteriores hubo algo de suerte, y algo [más] de inteligencia política, o de políticos inteligentes.)

Propongo, como ejercicio teórico, considerar que pueda tratarse aquí, en este momento, al menos en parte, de una cuestión de valores. O de un valor, principalmente. Sin embargo, como el heideggeriano de izquierda  más o menos perplejo (por eso mismo) que en parte soy, no me avengo bien con la noción de valor, qué no sé bien qué es.

¿"Cuando se habla del ser de los valores, por lo general, se alcanza un alto grado de confusión."*

 El valor del que hablo es la guerra. En realidad, el valor debería ser la paz, y la guerra su contravalor. Europa (en sentido amplio, desde Finisterre hasta los Urales) está en guerra, una guerra (como todas) cruel y obscena, una guerra de mercenarios (como muchas) a la que asistimos todos los días como espectadores "privilegiados". Una guerra en la que no se cuentan los muertos, porque de lo que se trata en último término es de ganarla o de que no venza el enemigo. Una guerra terrible, en fin, por más súper-tecnológica que parezca, que se alimenta generosamente para que siga existiendo.

Ese valor (contravalor), el que representa el horror cotidiano cuasi invisible de la guerra, forma parte de los valores que, a todas luces, están en alza en Europa (en sentido amplio) y pueden acabar inspirando el próximo gobierno de este país: los valores neoliberales. De alguna forma, más que metafórica, la guerra podría ganar aquí mañana las elecciones.

"(...) si la madre
España cae digo, es un decir
salid, niños del mundo: id a buscarla."**


*Heidegger, Martin. Introducción a la metafísica (1935) 

**Vallejo, César. España, aparta de mí este cáliz (1939)



lunes, 17 de julio de 2023

319. The male gaze

 Eso de lo que deberíamos librarnos. Vosotras, sobre todo, pero también (antes, mejor) nosotros. El Dasein no tiene género. (Bx)