jueves, 26 de marzo de 2020

144. Aplausos

Todos los días, a las 8.00h de la tarde, salimos a la terraza a aplaudir con todas nuestras fuerzas a las personas, muchas de ellas conocidas o queridas (o muy queridas), que están dando la batalla, todos los días, frente a la terrible epidemia. No me importa el lenguaje militar, con todo lo pacifista que me siento, si precisamente los militares están también en esa primera línea. Todos ellos son, como vengo diciendo (§139 y §140), "los nuestros", y mientras aplaudo, no puedo dejar de pensar durante medio instante en esos "otros" que aprovechan la ocasion para sus maniobras (malvadas) de poder. Digámoslo con la lucidez elegante y minimalista de Leonard Cohen:

"But answer me this
I won't take you to court
Did you go crazy
Or did you report
On that day
On that day
They wounded New York."*

Todos tenemos derecho (y en todo caso la mera posibilidad del hecho) de no soportar una catástrofe colectiva, pero mientras los que "comparecen"** actúan, trabajan, hasta los malvados*** deberían guardar un respetuoso silencio.


* Como no tengo a mano una traducción de la canción, aventuro aquí la mía:
"Pero respóndeme a esto
No te llevaré a juicio
Te volviste loco
O te presentaste allí
Aquel día
Aquel día
En que hirieron a Nueva York."


** (se presentan, acuden)

*** No hablo aquí de ningún mal metafísico, que en todo caso estaría del lado del virus, sino de ese otro mal ideológico, cotidiano, fáctico, pequeño, mezquino, egoísta, que a veces parece querer aliarse con él.


martes, 24 de marzo de 2020

143. Shelley en Mad Men

Si resulta tan simpática la serie Mad Men, a pesar de la evidente zafiedad de algunos de sus protagonistas masculinos, será seguramente por esas mujeres vivas e inteligentes que los soportan, mientras persiguen, en ocasiones trágicamente, su propio destino personal. Muchas de las cosas que vemos parecen ya anacrónicas en su contexto histórico narrativo (E.E.U.U., años 1960s y un grupo característico de businessmen -publicistas- exigiendo violentamente su parte del lote -dinero, poder, mujeres), mientras asoma algún que otro rayo de luz que anuncia el 68.

Los episodios están llenos de éxitos y fracasos, personales y colectivos, siempre personales en último término. En la quinta temporada de la serie (episodio 9), después de uno de esos éxitos, uno de los "creativos", cuyo trabajo ha resultado clave para obtener un contrato, le dice a los demás:

"Look on my works... and despair!"

Uno de ellos, un judio listo, ambicioso y algo genioide*, le responde: "se ve que no conoces el resto de los versos."

No se cita al autor del poema, Shelley, seguramente porque es un verso de sobra conocido por la audiencia anglosajona de la serie**. Lo busco y lo encuentro (en la web), y encuentro también, claro, el sentido de ese brevísimo diálogo. El verso pertenece a un soneto publicado por Shelley en enero de 1818, uno de sus poemas más conocidos, Ozymandias.

"I met a traveller from an antique land"
("Conocí a un viajero de un antiguo país"***)

El viajero habla de unas ruinas que vio en medio del desierto, las de Ramsés II (Ozymandias en su transliteración griega), y de la inscripción que leyó en su pedestal:

"My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!"
("Me llamo Ozimandias, rey de reyes.
Contempla mis obras, tú, poderoso y desespera.")

Por un lado el pedestal, el poder y la soberbia, y por otro las ruinas esparcidas que conservan "su frío gesto de dominio y desprecio", pero ruinas al fin. Así concluye el poema con el último terceto que el otro "creativo" sí recordaba:

"Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreek, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away."
("Nada permanece. Alrededor de la decadencia
de esta inmensa ruina, ilimitada y desnuda
se extiende lejana la arena solitaria.")

No es ese poder (que Shelley conocía bien) el que permanece, sino este otro que hoy vemos que lucha para salvar la vida de millones de personas.



* Creo que debo a Eloy Terrón el uso de este término tan descriptivo que, sin embargo, no reconoce el DRAE ni la Fundéu.

** Es interesante explorar en cada mundo cultural qué cosas pueden darse por sabidas, y para ello son muy útiles la poesía y la música (o ambas en combinación). En nuestras conversaciones (España, s. XXI) aparecen sin darnos cuenta versos del Romancero, de Calderón, Lope, Bécquer, Espronceda, Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Cernuda, entre otros muchos; y siempre me ha fascinado (como en esta ocasión) escuchar a nativos británicos o norteamericanos medio-decir (como hacemos nosotros) versos que a mí me ha costado mucho trabajo conocer (Shakespeare, los románticos ingleses, algunos poetas norteamericanos de los siglos XIX y XX). Lo mismo ocurre, naturalmente, con la poesía francesa, italiana, portuguesa o alemana (etc.), por decir lo más cercano culturalmente, y los ciudadanos que la aprenden como parte de su cultura nacional.

*** En esta ocasión, me convence la traducción de Ángel Rupérez en Lírica inglesa del siglo XIX. Edición bilingüe de Ángel Rupérez. Homo Legens. Madrid, 2007.



domingo, 22 de marzo de 2020

142. El ojo confinado

"El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve."

(Antonio Machado, Proverbios y cantares, Nuevas canciones)

Si estás confinado no es, principalmente, para que no te contagies tú, sino para que no contagies a otros. 

Dice Aristóteles en De Anima (II 412b 19) que si el ojo fuera un animal la vista sería su alma. Tenemos ahora, como animales racionales (zoón lógon exon), la función principal (misión) de protegernos unos a otros manteniéndonos alejados. Ojo.



sábado, 21 de marzo de 2020

141. De lo escrito y lo verdadero

En tiempos de confinamiento forzoso, biopolítico, una mirada hacia atrás y adentro.

La necesidad de escribir existe. Al menos, para mí -si se pudiera decir algo así- existe cada vez más. Hay un ritmo del pensamiento y una forma de estar estructuradas las ideas en la conciencia que sólo se ponen de manifiesto mediante este acto simple y puro: escribir. Es más, en el acto de escribir se ejerce con toda su intensidad el compromiso fundamental que le liga a uno con su propio pensamiento, consigo mismo. ¿Qué puede escribir uno que no lo viva en el acto mismo de escribirlo? Puedo hablar en voz alta, o sin voz, conmigo mismo, o estar en silencio, pero lo que digo y lo que callo me pertenece y me compromete sólo a medias. En cambio, cuando escribo me detengo cien veces, selecciono, pienso y pienso, para que sólo quede escrito lo instantáneamente cierto. “¿Qué puedo saber con certeza del mundo? ¿Qué naturaleza tiene esa certeza?”. Son preguntas que se están formulando una y otra vez, silenciosamente, cuando escribo, sea cual sea el ámbito al que se dirija mi atención. Escribo muy lentamente -también muy poco-, pensando, me interrogo, me busco, quiero escribir aquello que vea claro, en el estado en que se encuentre, con su sentido propio; y este acto constituye el único método para decidir -siempre en el último instante, cuando ya la pluma acompaña a la palabra- qué sé, qué creo, qué puedo decir que considere -con todas mis fuerzas- verdadero.

Pienso, luego existo; escribo, luego pienso. (De Huellas, 1990)


sábado, 14 de marzo de 2020

140. Realpolitik y biopolítica

Reconozco que el QSY anterior (§139) se encuentra en un camino, sinuoso y difícil ("los nuestros"), que últimamente me estaba llevando a revisar esa noción aparentemente tan útil (tan a-la-mano, por decirlo también con Heidegger), sobre todo en su dimensión peyorativa*, la noción de Realpolitik. En esa dimensión, se trataría más bien de la política (de gobierno) que hacen "los otros". ¿Hay también una Realpolitik de "los nuestros"? Parece que sí, cuando son "los nuestros" quienes gobiernan, en nuestro país o en cualquier otro**.

Ese camino de reflexión se ha visto interrumpido súbita, dramáticamente, por la reciente pandemia***. En una crisis sanitaria como esta, de proporciones todavía desconocidas, y en gran medida dependientes de la capacidad de los Gobiernos/Estados para controlar el movimiento de la población y de proporcionar una asistencia sanitaria bien organizada y a la altura del "estado del arte" en cada momento, en una situación como la que vivimos, digo, solo es posible (y también necesario) aplicar una auténtica Realpolitik (valga la tautología o la circularidad del argumento). Cuando además está en juego la vida de miles de personas, esa política "real" debe ser sobre todo una biopolítica que ponga en el primer plano la vida humana amenazada y todos los instrumentos científico-técnicos (biomédicos y biotecnológicos), sanitarios, sociales y políticos para preservarla. ¿Quiénes son aquí "los nuestros"? En un sentido amplio, cómo no, nos sentimos profundamente solidarios (unidos) con todas las personas que trabajan y luchan ahora mismo, con su cuerpo, con sus manos, contra esta amenaza. Ese sentimiento tiene también una dimensión política, y todos ellos son también de "los nuestros". En sentido estricto, sin embargo, pensamos en quienes toman las decisiones de mayor alcance. Y llamamos "los nuestros", precisamente, a los que en momentos como estos son capaces de hacer una política real, radical, directa y eficaz; no ya la posible, sino la absolutamente necesaria. Además, porque, como nos pasa con los trabajadores/profesionales mencionados (admirados), podemos confiar en ellos****.


* Digo peyorativa porque la definición que da el DRAE es: "Política basada en criterios pragmáticos, al margen de ideologías." Ay, la ideología, siempre aparece de una u otra manera, aquí por su ausencia, poco creíble por lo demás. Veamos qué dice de ella el propio DRAE, en el que no debemos buscar la esencia de la cosa definida (¡lástima!), sino la objetividad del uso actual del término: "Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc." Vaya, por si la cosa no era lo bastante amplia, se le añade un etcétera. Habrá que volver sobre esto. Cuando lo hagamos, no deberemos olvidar ese otro término, clave, que aparece en la primera definición, "pragmáticos". Sí, lo pragmático y lo ideológico forman un tándem, un binomio o un dipolo, un campo de fuerzas (táctica y estrategia), que hay que abordar en conjunto.

** Sobre la importancia de ser ciudadano de un país determinado (sea cual sea) en un mundo global/cosmopolita dice algunas cosas muy lúcidas Martha Nussbaum en esta entrevista:  https://www.thenation.com/article/culture/interview-cosmopolitan-tradition-martha-nussbaum/

 *** Esto está siendo escrito desde Madrid, uno de los focos mundiales más activos, hoy, de la pandemia. 

**** Para decirlo (cantarlo) esta vez con Raimon, poeta y trovador, "I, per què no dir-ho també? / Una fe, una gran fe / En determinada gent / És el que jo cante."


domingo, 8 de marzo de 2020

139. De los nuestros, de los suyos

En el mundo político, nacional o internacional, unas veces (la mayoría) queremos entender lo que ocurre (conocer, en lo posible, las causas) y otras, quizá sin darnos cuenta del todo, buscamos a nuestros afines, a los nuestros. Son movimientos (del espíritu, por qué no) complejos y a veces entrecruzados o zigzagueantes; en ocasiones también (por qué no) tenemos necesidad de entender a los nuestros.

Leo un tuit donde Adolfo Pérez Esquivel propone a Evo Morales como candidato al Premio Nobel de la Paz; Pérez Esquivel, él mismo Premio Nobel de la Paz (1980). Bien, pienso, ninguna duda, ahí estoy, no hay nada especial que entender ahí que no sea obvio ante la larga trayectoria política de Evo Morales y después del reciente golpe de Estado en Bolivia; aún más evidente (el golpe) después de la publicación del estudio encargado por el Center for Economic and Policy Research a dos investigadores del Massachusetts Institute of Technology*. Tampoco cuesta entender, en términos causales, un nuevo golpe de Estado apoyado en estructuras judiciales (lawfare) en Latinoamérica: Honduras, Argentina, Venezuela, Brasil, de nuevo Venezuela, etc. Son las normas que viene dictando el Imperio (en el sentido propuesto por Michael Hardt y Antonio Negri) para una de las regiones del mundo con mayor potencial utópico. Bien, ahora viene la pregunta inmediata, muda, inconsciente, inevitable, ¿Es Pérez Esquivel de los nuestros? O, por plantearlo de un modo menos egocéntrico, ¿somos nosotros de los suyos? Ahí está esa cuestión de la ideología que todavía me tengo que formular correctamente, planteando esta pregunta tan instintiva, tan tribal. Busquemos, pues, una respuesta en la web.

Vale la pena detenerse en algunos detalles de su vida**, aunque aquí solo intentaré reflejar algunos rasgos esenciales. De origen más que humilde (y, por qué no recordarlo, de proto-origen gallego), fue desde su juventud un activista humanitario de orientacióm cristiana, y también notable artista (escultor y pintor). En su prolongada vida de activismo político internacionalista en favor de sus "hermanos los más pobres y pequeños", fue encarcelado y torturado en varias ocasiones por algunas de las dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del s. XX. Ha promovido y dirigido las principales iniciativas en aquel continente en favor de los Derechos Humanos, la Paz y la Justicia. Cuarenta años después de recibir el Premio Nobel, Pérez Esquivel sigue activo, practicando "el imperativo categórico de subvertir todas las relaciones en las cuales el hombre sea un ser envilecido, humillado, abandonado, despreciado".***

Sí, sin duda, Pérez Esquivel es uno de los nuestros, o mejor, somos de los suyos.




*https://www.washingtonpost.com/politics/2020/02/26/bolivia-dismissed-its-october-elections-fraudulent-our-research-found-no-reason-suspect-fraud/

**https://es.wikipedia.org/wiki/Adolfo_P%C3%A9rez_Esquivel

*** K. Marx. Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1844). En este texto, Marx habla mucho de la religión, y no precisamente como elemento emancipador. Cada cosa en su contexto histórico, la religión es, no obstante, uno de los principales ingredientes de la "ideología". En ocasiones (en determinados contextos históricos), lo religioso es múltiple, y así habrá que analizarlo.



sábado, 29 de febrero de 2020

138. Almayer y su locura

Kasper Almayer, el personaje de Conrad (Almayer's folly, La locura de Almayer) es un héroe trágico de la memoria personal. El único occidental ("hombre blanco") en la costa este de Borneo, fue allí en busca de fortuna y, abandonado por su compañía, acabó creando un precario emporio comercial, lleno de trampas y engaños, en un complejo equilibrio de poder entre malayos, árabes y el ejército colonial holandés. Tuvo una hija, Nina, con una mujer malaya, y despues de veinte años en Borneo, decidió dedicar el resto de su vida a crear una última fortuna que le permitiera volver con Nina a Europa como un comerciante rico de ultramar. No contaba, sin embargo, con que Nina se enamoraría de uno de sus socios comerciales, el hijo del rajá de Bali, y que acabaría huyendo con él. Sintiéndose traicionado y en el extremo de la desesperación, Almayer se propuso entonces, y esa fue la última de sus locuras, olvidarla del todo, absoluta, radical, originariamente. Empezó -y es imposible no ver esa escena con la claridad cinematográfica que tantas veces se ha atribuido a los textos de Conrad (aunque sus novelas no se vean realmente como películas, creo, sino propiamente como novelas*)- empezó, digo, borrando cuidadosamente, una a una, las huellas que Nina había dejado en la arena de la playa cuando embarcó junto a su amante. Después destruyó todo lo que pudiera recordarle a su hija, enmudeció y quedó reducido a una vida latente cuyo único objetivo era olvidar la existencia de Nina. Finalmente, solo el opio y su propia muerte le permitieron cumplir su trágico destino. "Allá, allá lejos;/ donde habite el olvido","ojala que tu nombre se le olvide a esa voz", ¿habrá mayor tragedia humana que querer olvidar aquello que más se resiste al olvido?


* Hay una película basada en esta historia (https://www.imdb.com/title/tt1532530/), como hay tantas películas que han recreado y aun reinterpretado (p. ej., Apocalypse now) las grandes historias de Conrad. No la he visto (todavía), pero no necesito ver en una pantalla la escena de las huellas para comprender (que también es, en cierto sentido, ver, noéticamente) su hondo y pleno significado, que solo la palabra puede transmitir (dicho sea esto último como un mínimo homenaje a Emilio Lledó).