sábado, 20 de julio de 2019

67. Antecedentes


Vivimos en una especie de atmósfera informativa muy contaminada. No pocas veces, en los últimos tiempos, una infamia periodística (naturalmente, al servicio del statu quo, del poder de clase) me incita a imaginar algo así como un blog, una columna o un rostrum (sigo fascinado por SPQR, de Mary Beard), donde desahogar mi indignación. Es muy poco probable que llegue a hacerlo alguna vez. Lathe biosas. Pero si lo hiciera (es bonito imaginarlo), podría titularlo genéricamente con la máxima de Montaigne: “¿qué sé yo?” En castellano, la frase tiene un doble sentido, no del todo ambiguo, muy interesante. Lo que sé, lo que puedo llegar a saber, lo que no sé y tampoco sé si llegaré a saber. La mejor medicina contra la falsedad. (De Huellas, 2016)

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A veces me gusta imaginar cosas que nunca haré. Como este blog que hoy me ha dado por imaginar, al que le pondría como cabecera “Qué sé yo”, y desde el que me dedicaría a opinar, con cierto estilo expresionista, sobre lo humano y lo divino. (De Huellas, 2017)



sábado, 13 de julio de 2019

66. Sicut nubes

En una calurosa mañana de julio (empieza a despuntar el calor), riego las plantas de la terraza, nuestra casa vegetal, y procuro no hacer ruido. Dentro, en casa, los hijos siguen durmiendo, juntos de nuevo por unos días. He quitado el aspersor de la manguera, y el agua sale ahora en un chorro compacto y fresco, lento, que inunda silenciosamente los tiestos. Siempre riego con el aspersor puesto, que escupe el agua en mil pequeños chorros potentes, veloces, histéricos. Así se mojan bien las hojas, y después de regar uno puede sentarse un rato en la terraza a disfrutar de esta humedad vegetal. Sin embargo, qué diferente me ha parecido hoy este fluir natural, pleno y plácido del agua bien fría (lo noto en los pies descalzos). Así debería fluir siempre (que sea posible) el pensamiento, la vida, todo lo que vamos pensando y haciendo día a día. Sicut nubes... (De Huellas, 2019)



miércoles, 10 de julio de 2019

65. Pequeño eclipse de blog

Esto que aquí comienzo podría ser un texto para QSY. Llevo casi un mes sin acceso al blog, a la página donde se escriben y modifican los textos. El vínculo de acceso está guardado en el navegador de mi ordenador portátil, que lleva todo este tiempo en el taller. Debería saber cómo acceder a esa página desde cualquier otro sitio (aparato) pero (todavía) no lo sé. Me parece interesante recoger algunas observaciones, banales y a la vez creo que importantes, sobre este breve periodo de eclipse de blog. Podría estructurarlas en los siguientes puntos.

1. Me siento desconectado de esos textos, sin acceso a ellos, y eso me produce cierta inquietud (pequeña). Puedo leerlos siempre que quiera, para eso no necesito mi portátil, pero no puedo modificarlos ni escribir nada nuevo; y eso es, al parecer, lo que hace que me sienta lejos de ellos.

2. Si no puedo escribir en el blog de forma inmediata, entonces no me encuentro pensando en el modo de escritura del blog, con vistas al blog. Esa forma de escribir, con su componente formal "público" (y su particular exigencia de rigor), se bloquea, se paraliza, se inactiva, si no es posible aplicarla al blog inmediatamente. 

3. Por último, sigo transcribiendo textos de estas notas, y encuentro algunos que, si el blog estuviera accesible, pasarían a formar parte de él. Como en este momento eso no es posible, estos textos se quedarán aquí, como otros muchos, la inmensa mayoría. La cuestión es que eso no me produce ninguna inquietud, no me parece importante.

Y hay algo más, creo, algo agradable, en volver por un tiempo a lo privado y anónimo, en no sentirse expuesto, ni siquiera en potencia; y en no sentirse obligado (¿inercia?) a exponerse. Paradojas (interesantes) de lo público/privado, lo personal/transpersonal, que interpelan al qúe-sé-yo con un (a veces inquietante) para-qué-lo-sé. (De Huellas, 2019) 





miércoles, 29 de mayo de 2019

64. De ida y vuelta


Lo que se aprende montando en bici, también metafóricamente. Me empeñé en utilizar un camino para ir, y no estaba mal. Pero hoy me he dado cuenta de que ese mismo (¿mismo?) camino es mucho mejor para volver. (De Huellas, 2016)


domingo, 26 de mayo de 2019

63. Decir y no decir


Decir lo que se piensa es lo que se espera de cualquiera, y, además, en condiciones normales, no es difícil. No decir lo que no se piensa me parece aún más importante. Ni adular ni herir. (De Huellas, 2016)



sábado, 25 de mayo de 2019

62. Even the losers

En esta mañana de espera preelectoral escucho la voz cálida, siempre emocionante*, de Tom Petty ("[...] even the losers / get lucky sometimes"), e inmediatamente adopto la idea como lema del momento. Bien pudiera ser que esta vez la izquierda que pierde ganara lo suficiente como para ser imprescindible para la izquierda que gana. Él habla de amor, lo sé, pero también hay algo, bastante, de amor, de amistad, philía, en esto, de amor por la pólis, política. Para decirlo con un lema político-amoroso de otro gran trovador: ojalá. 


* En ocasiones hasta el extremo, como en Damaged by love.



jueves, 23 de mayo de 2019

61. Hobbes, el multimillonario y algo más de biopolítica

En un importante texto, recientemente reeditado y extensamente ampliado, de Félix Duque (Filosofía de la técnica de la naturaleza*), el filósofo nos conduce reflexivamente a través de los estadios históricos (orgánico, artesanal, mecánico, cibernético y hacia un más allá solo intuido) que han conformado las nociones de técnica, naturaleza, y, en consecuencia de ser humano (y de su "naturaleza"). Para ello nos invita a un diálogo con los textos y los filósofos que han encarnado o discutido esas nociones, Platón, Aristóteles, Descartes (también Galileo y Newton), Kant, Hegel, Heidegger, y, en los últimos capítulos, con algunos poetas (Hölderlin, Rilke, Celan), artistas plásticos (Bill Viola) y arquitectos. La noción de naturaleza (falsamente entendida como "primaria") como producto de la técnica (la "técnica de la naturaleza") propia de cada uno de esos estadios; y así también la noción de ser humano, de vida humana y de la forma de Estado característica de cada época. Nos recuerda Félix Duque, p. ej., cómo el Estado moderno (absolutista) se conforma, en uno de sus téoricos principales, Thomas Hobbes, como una máquina (estadio mecánico) dirigida a preservar la naturaleza humana, el derecho natural del hombre, derivado de "las tres pasiones que engendran las Leyes de la Naturaleza: miedo a la muerte, deseo de lo necesario para una vida cómoda, y esperanza de alcanzar ésta por su industriosidad (industry)."** Miedo a la muerte, a que a uno le mate el hombre lupus en constante bellum de todos contra todos***. 

He vuelto a pensar en este miedo, de una forma u otra inscrito en la raíz del Estado moderno (esto es, entendamos de una u otra forma quién, qué grupo o institución social, se beneficia de ellos -del miedo y del Estado), ahora que se debate, en plena campaña electoral, sobre las donaciones de un multimillonario (que se encuentra entre los diez más ricos del planeta) al sistema sanitario público de nuestro país. El debate ha generado, en la izquierda diversa, una extensa y sana respuesta en defensa del Estado "social y democrático de Derecho"****. Hay algo que decir sobre la forma de la donación, que muestra algunos aspectos, diríamos que toscos, del gesto. ¿Por qué no se trata de una donación anónima? ¿Por qué no se dona al Estado sin más para que éste lo administre como mejor determine? Claro, cómo distinguiríamos esto último de unos impuestos, y, como se ha dicho, de una rebaja de impuestos. No, se dona muy directamente, no al sistema sanitario público en conjunto (ni siquiera un multimillonario como este podría competir con la financiación de un sistema como el nuestro), sino, localmente, aquí y aquí y aquí, como un regalo caído del cielo, a aquello que identificamos, bien lo sabemos, como una de las principales amenazas a una vida humana féliz: el cáncer. Ni siquiera a la investigación de posibles tratamientos, donde nuestro Estado invierte cantidades claramente insuficientes, sino al diagnóstico y al tratamiento de acuerdo con los protocolos actuales, que en nuestro país están garantizados.

Esto nos lleva al fondo, a la materia de la donación. ¿Qué produce, qué genera, y qué finalidad tiene? Produce, en la población diana (target, en términos de marketing), pacientes, potenciales, actuales y pasados, y también en cierto sector político, agradecimiento y admiración (honor, orgullo, thymós*****). Valdría la pena, si no se ha hecho ya, comparar el miedo a la muerte de los tiempos de Hobbes, y en su propio país, con el que tiene la población actual en nuestro mundo (sí, todavía quedan otros mundos, extensos). Se trata ahora del miedo a la enfermedad, a la vejez y a la fragilidad, y es el Estado actual, son nuestros sistemas sanitarios públicos, los que nos permiten olvidarnos de todo eso durante largos periodos de nuestra vida y alcanzar unas cotas de supervivencia (en la salud y en la enfermedad) hasta ahora desconocidas. El Estado, que vive (no es un decir: vive, vivimos, hegelianamente) de nuestros impuestos. Que los multimillonarios paguen los suyos (aunque sabemos que nunca lo harán) y, mientras no quieran formar parte de nuestra comunidad política, que nos dejen sencillamente en paz. (Dx)


* Félix Duque. Filosofía de la técnica de la naturaleza. Abada Ed., Madrid, 2019.

** Loc. cit., p. 182.

*** Sobre ese miedo y la incertidumbre que implica la guerra total, indeterminada, tiene el filósofo algunas cosas muy lúcidas que decir en el último capítulo del libro, dedicado al terrorismo de las últimas décadas.

**** Ver, p. ej., El dilema Amancio, de Gerardo Tecé: https://ctxt.es/es/20190522/Firmas/26315/gerardo-tece-amancio-ortega-sanidad-publica-donacion-maria-munoz.htm

***** También en el sentido propuesto recientemente por Sloterdijk, totalmente opuesto al de este texto, y que merecería un próximo QSY dedicado enteramente a él.