sábado, 22 de marzo de 2025

404. Faustino Cordón

"En un lugar de mi autobiografía del que no quiero acordarme", dice un texto de Julio Cortázar que escuché hace poco, en voz del propio autor, en el Café del Sur de Dimitri Papanikas. No quisiera acordarme yo, precisamente, del momento y el motivo de mi despedida de Cordón, yo en busca de mi propio camino, intuido, y él muy cerca ya del final del suyo. Estos breves textos que acaba de publicar Mundo Obrero quieren, muy modestamente, hacer justicia a lo que aprendí de él y a todo lo que compartimos (preguntas, ideas, esperanzas y desalientos) en aquellos años inolvidables.

https://mundoobrero.es/2025/03/21/faustino-cordon-pensamiento-y-obra/

https://mundoobrero.es/2025/03/21/actualidad-de-la-biologia-evolucionista/

https://mundoobrero.es/2025/03/21/la-ciencia-en-la-vanguardia-del-desarrollo-social/

 

 

domingo, 9 de marzo de 2025

403. Filosofía del don

 Llevo un tiempo dándole algunas vueltas, a ratos, a esto del don (the gift, en inglés), de la filosofía del don, y a las perspectivas filosóficas que poco a poco voy descubriendo en este ámbito teórico: Derrida, Han, Heidegger, Vattimo, Jaspers, y otros/as. Para mi propia orientación/navegación, lo dejé mencionado en el congreso reciente sobre Foucault. La vida, la existencia, como un don, como parece indicar Heidegger en sus Beiträge, aunque todavía me queda mucho para llegar ahí (y en el fondo, quizás, la cuestión estribe en llegar precisamente ahí). Ahora, con motivo de la celebración del décimo aniversario del banco de cerebros de Oporto (y Portugal), y de las exposiciones y conferencias sobre ciencia y arte programadas a tal efecto, se me ha ocurrido desarrollar ("armar", como dicen en Argentina y Uruguay) un ensayo de análisis más modesto y controlado (y también más práctico y vivido) sobre la donación de cerebro. Science & philosophy of brain donation, se titulará la charla. Si la (buena) divulgación científica es difícil, ¿no lo será aun más este intento de divulgación filosófica eficaz, es decir, fácilmente comprensible?

 

 

sábado, 22 de febrero de 2025

402. El placer de expresar(se)

 No recuerdo ahora un final de novela tan fulgurante o tan luminoso, tristemente luminoso, como el de La chica de ojos verdes, de Edna O'Brien. La protagonista (y voz narrativa), Caithleen, se ha instalado en Londres con su amiga Baba, huyendo primero de la vida estrecha del pueblo (Las chicas de campo, título anterior de la saga) y de la vida absurda y hostil de Dublín. Caithleen ha dejado atrás (a duras penas) un amor roto, a un solitario Pigmalión que la ha querido y despreciado, diríase que a partes iguales. Y estudia Filología. Es inevitable buscar a la propia autora transfigurada detrás de esa voz.

"Hasta Baba se da cuenta de lo mucho que he cambiado, y me dice que como no deje de estudiar por las noches acabaré hecha una pobre desgraciada con gafas y zapatos planos. Lo que Baba no sabe es que por fin estoy aprendiendo a ser yo misma, y cuando sea capaz de expresarme imagino que no me sentiré tan sola ni tan lejos del mundo al que él trato de llevarme demasiado pronto."*

Ser capaz de expresarse, ese afán, ese placer.

 

* O'Brien E. La chica de ojos verdes. Traducción de Regina López Muñoz. Madrid: Errata Naturae; 2014, pp. 330-1. 



domingo, 2 de febrero de 2025

401. Sádaba desenfadado

He leído con gusto y algo de desconcierto (a veces) El arte de filosofar, donde un Javier Sádaba desenfadado (y a veces también muy enfadado) habla de lo humano y lo divino con brevedad y claridad wittgensteinianas. El gusto viene seguramente de ver cómo la alta competencia "técnica" de un reconocido experto en Ética puede dar lugar a reflexiones muy oportunas sobre cuestiones cotidianas (lo humano) lo mismo que sobre asuntos de filosofía más bien "académica" (lo divino). "Duchémonos con la bondad pero sequémonos con la justicia"*, dice, p. ej., enlazando hábilmente ambas orillas del discurso. El desconcierto (pequeños tropiezos, digamos, en la lectura) se debe a una tensión (que el autor intenta abordar críticamente en algún lugar) entre la invitación a la reflexión y el diálogo, a la crítica fundamentada, por una parte, y la declaración del "porque me da la gana", por otra. Breve, pues, y claro, y también honesto.


* Sádaba, Javier. El arte de filosofar. Córdoba: Almuzara, 2023 (p. 73).

 


domingo, 19 de enero de 2025

400. De los usos de la tumba de Darwin

 Hace unos días (13 de enero) dos señoras inglesas mayores (que yo) nos recordaron, escribiendo sobre la tumba de Darwin, en la Abadía de Westminster*, que en 2024 el planeta superó el límite de calentamiento global de 1,5 grados C establecido como margen de seguridad en los Acuerdos de París de 2015**. Lo hicieron con pintura de tiza, que se puede lavar fácilmente con agua. Sorprende ver las reacciones escandalizadas de algunos científicos y divulgadores de la ciencia. ¿Es acaso más sagrada la tumba del autor del Origen que las especies (la vida) cuya extinción masiva se acelerará a partir de este umbral ya (prematuramente) alcanzado de calentamiento global***? "Darwin se removería en su tumba si supiera esto", declararon entonces las activistas. Y también se alegraría de que su tumba tuviera este buen uso (pienso yo).


* https://juststopoil.org/2025/01/13/1-5-is-dead-darwins-grave-painted-as-world-passes-safe-limits-threatening-mass-extinction/

** https://unfccc.int/es/acerca-de-las-ndc/el-acuerdo-de-paris

*** https://en.wikipedia.org/wiki/Extinction_risk_from_climate_change



domingo, 12 de enero de 2025

399. Aporías de la democracia: biopolíticas públicas

No es fácil precisar el concepto de biopolítica, porque los autores que han pensado en este ámbito de cuestiones (Arendt, Foucault, Negri, Esposito, Sloterdijk, Zizek, entre otros) han destacado diferentes aspectos de un tema común (amplio y de límites difusos). El propio Foucault, que nos enseñó a pensar cómo el poder político alcanza los niveles más profundos de nuestra existencia biológica, llegó a proponer y a utilizar tres nociones diferentes de "biopolítica"*. Hace un tiempo hice un primer viaje (de ida y vuelta) a la biopolítica, y me emplacé a mí mismo a ir recogiendo materiales para lo que entiendo desde entonces como una (posible) biopolítica afirmativa, de signo contrario a la "necropolítica" dominante**. 

En algunas de estas recientes comidas navideñas, Mu y yo, de nuevo, a vueltas con la defensa de la sanidad y la educación públicas; cuando las correspondientes entidades privadas, cada vez más poderosas (como ponen de manifiesto el affaire MUFACE y la proliferación ilimitada de las universidades privadas en el país, a punto de superar en número a las públicas) se permiten desafiar al Estado negociando con las vidas de miles, cientos de miles de personas. En alguna de esas discusiones se me ocurrió recurrir a la ingenua sugerencia de Edgar Morin [§280], en cuanto a la posible capacidad de una masa (una multitud, diría Negri) de consumidores o usuarios para enfrentarse a una política (o anti-política) determinada. Asumimos el deterioro progresivo de la sanidad pública en los últimos años, deterioro limitado a los tiempos de demora en las citas para las patologías o condiciones no graves ni urgentes, esto es, cuidadosamente calculado para trasladar toda esa carga asistencial "de bajo riesgo" a la sanidad privada). Asumimos también el empeoramiento de las condiciones de trabajo de los profesores de la enseñanza pública, la reducción forzada de plazas para alumnos y la creación de guetos sociales disuasorios. Bien (es un decir), sin embargo... ¿y si, con una precisa organización política en cuanto a su organización espacio-temporal, como si de una huelga general se tratara, decidiera todo el mundo, a la vez, renunciar a la sanidad y a la educación privada (concertada) (todo el mundo con la suficiente conciencia política y social, se entiende) y reclamar su derecho (humano, constitucional) a un servicio público de calidad? Eso es imposible, es la respuesta inmediata, nadie se va a jugar la vida (biológica o biográfica) de esa manera. Y esa es precisamente la cuestión, cuya ambivalencia Foucault supo diseccionar perfectamente, y que de alguna forma representa los dos signos, positivo y negativo, de la biopolítica. Una buena política (pública) hoy, en un país como el nuestro (esto conviene no olvidarlo), permitiría curar, cuidar y educar en un grado (técnico y de equidad) excelente. Sin embargo, esas mismas políticas alcanzan niveles tan profundos y frágiles de la vida, que dejan a la población inerme cuando, en malas manos, van dirigidas, en último término, contra la vida, la vida mejor de la mayoría.


*Lemke, T. Introducción a la biopolítica. México: Fondo de Cultura Económica, 2017 (p. 49).

** https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8773159

 


lunes, 6 de enero de 2025

398. Malos tiempos para Sartre

 En un reciente artículo, Barco lleno, barco vacío, Antonio Muñoz Molina asocia, con el calor de lo recién vivido y del vivo recuerdo lejano, autobiográfico, la noción de fraternidad a las reuniones familiares propias (aunque no exclusivas) de las semanas navideñas que hoy concluyen*. Celebro (casi) todo en el texto, la sensibilidad con que recoge el heterogéneo encuentro trans-generacional, la diversidad compartida y respetada, e incluso, cómo no, la nostalgia que dejan, cuando concluyen, estas reuniones y su recuerdo. Si no tuviera suficiente con la mía propia (con solo unos pocos años menos que el novelista), tengo la mirada de mi madre nonagenaria, con la mejor memoria del mundo, para recordarme el abismo existencial que puede comenzar ahí. 

Lo que no puedo celebrar, y me impulsa a dejarlo aquí inscrito, es la cita de la (manida) frase de Sartre, "el infierno son los otros", contrapuesta a esa idílica fraternidad familiar, y acompañada de un comentario, diríamos que, como poco, un tanto apresurado: "es en gran medida una tontería". Quizás lo fuera (aunque habría que pararse a pensar un par de veces antes de tildar de tontería una frase de Sartre) si el filósofo, en A puerta cerrada (Huis clos), situara la acción de su obra teatral en una comida familiar, p. ej., y no en el propio infierno, donde debaten claustrofóbicamente tres personajes bastante malvados. Ya en 1964 (veinte años después del estreno de la obra), el propio Sartre hablaba del uso incorrecto y banal de su cita en una entrevista, que se encuentra directamente accesible desde la entrada de la Wikipedia dedicada a la obra teatral.** Lo peor es la corrupción de lo mejor, como decían los escolásticos; eso es lo que Sartre quería decir, o mejor, de lo que nos quería advertir. Y una cita inteligente mal hecha puede, sí, ser una tontería.


* https://elpais.com/opinion/2024-12-28/barco-lleno-barco-vacio.html

** https://es.wikipedia.org/wiki/A_puerta_cerrada_(obra)