En un reciente artículo, Barco lleno, barco vacío, Antonio Muñoz Molina asocia, con el calor de lo recién vivido y del vivo recuerdo lejano, autobiográfico, la noción de fraternidad a las reuniones familiares propias (aunque no exclusivas) de las semanas navideñas que hoy concluyen*. Celebro (casi) todo en el texto, la sensibilidad con que recoge el heterogéneo encuentro trans-generacional, la diversidad compartida y respetada, e incluso, cómo no, la nostalgia que dejan, cuando concluyen, estas reuniones y su recuerdo. Si no tuviera suficiente con la mía propia (con solo unos pocos años menos que el novelista), tengo la mirada de mi madre nonagenaria, con la mejor memoria del mundo, para recordarme el abismo existencial que puede comenzar ahí.
Lo que no puedo celebrar, y me impulsa a dejarlo aquí inscrito, es la cita de la (manida) frase de Sartre, "el infierno son los otros", contrapuesta a esa idílica fraternidad familiar, y acompañada de un comentario, diríamos que, como poco, un tanto apresurado: "es en gran medida una tontería". Quizás lo fuera (aunque habría que pararse a pensar un par de veces antes de tildar de tontería una frase de Sartre) si el filósofo, en A puerta cerrada (Huis clos), situara la acción de su obra teatral en una comida familiar, p. ej., y no en el propio infierno, donde debaten claustrofóbicamente tres personajes bastante malvados. Ya en 1964 (veinte años después del estreno de la obra), el propio Sartre hablaba del uso incorrecto y banal de su cita en una entrevista, que se encuentra directamente accesible desde la entrada de la Wikipedia dedicada a la obra teatral.** Lo peor es la corrupción de lo mejor, como decían los escolásticos; eso es lo que Sartre quería decir, o mejor, de lo que nos quería advertir. Y una cita inteligente mal hecha puede, sí, ser una tontería.
* https://elpais.com/opinion/2024-12-28/barco-lleno-barco-vacio.html
** https://es.wikipedia.org/wiki/A_puerta_cerrada_(obra)
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