viernes, 19 de abril de 2019

52. Vota Portugal

Decimos "sí se puede" porque entrevemos que algo se puede hacer en el ámbito político (si se genera la fuerza política suficiente) -cuánto y en cuántas direcciones, no sabemos. Siguiendo a Aristóteles (de nuevo), podemos pensar que la política, la ciencia que nos dice "lo que debemos hacer y lo que debemos evitar"  y la ética, que se ocupa de "cosas que son generalmente así" y de "cosas que pueden ser de otra manera" (a diferencia de la Física, p. ej.) forman parte de un mismo ámbito de conocimiento práctico (Ética Nicomáquea I)*. Ética y política, lo que debemos hacer, lo que podemos cambiar.

Tenemos intuiciones fuertes de las cosas que tendrían que "ser de otra manera" de forma inmediata  en nuestro país (por mencionar algunas): habría que i) garantizar una educación pública universal de alta calidad efectiva (esto es, eliminar la enseñanza concertada y la segregación socioeconómica del alumnado, y dejar trabajar -dejar literalmente trabajar "en paz"- a un profesorado público altamente capacitado; ii) garantizar una atención sanitaria (y sociosanitaria, no olvidemos) universal y (de nuevo) de alta calidad, a la altura de la excelente formación de nuestros profesionales sanitarios; iii) garantizar una renta básica a la población que permita abordar directamente, sin eufemismos del "bienestar", las desigualdades sociales actuales (a todas las edades); iv) garantizar una financiación del Estado suficiente para desarrollar los puntos anteriores, mediante un sistema fiscal justo y eficaz, y un modelo productivo basado en la generación de conocimiento, potenciando y aprovechando al máximo la I+D+i propia (académica e industrial); y v) desarrollar una acción internacional ecopacifista dirigida a evitar las guerras neocoloniales y las migraciones masivas que generan, y a promover la protección de la biosfera.

Sabemos además, con Ernst Bloch, que lo utópico (la dimensión utópica de la esperanza) es por sí mismo (en alguna proporción misteriosa y a veces sorprendente) un motor (anticipador) de lo posible, de su realización; pero también hemos aprendido (y la derecha política ha aprendido a utilizarlo muy bien, al igual que la izquierda "moderada") la potencia de lo anti-utópico, de las "falsas esperanzas" (there is no alternative, TINA, Margaret Thatcher; que para esa izquierda "moderada" viene siendo TINOA, there is no other alternative). Realpolitik.

A este respecto, tenemos nuestra propia carta robada (Poe) ahí al lado, bien cerca y a la vista de todos, en Portugal, con un pacto de gobierno (desde noviembre de 2015) entre el Partido Socialista, el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués. Los resultados de ese pacto para la población portuguesa durante estos años también están a la vista de todos (crecimiento, salario mínimo, educación, fiscalidad, pensiones, regreso de emigrantes, aunque todavía queda mucho que hacer, al parecer, en sanidad). No se trata aquí, en este pequeño apunte de ontología política, de discutir las estrategias políticas (no menos importantes que los objetivos), ni la especificidad histórica y geopolítica de Portugal, que han hecho posible estos logros (solemos decirlo así, con este positivismo, "posible" cuando es ya "real"). Se trata, más bien, de señalar la "anomalía" portuguesa (en el contexto occidental), el éxito social y político de lo que se calificó entonces, en sus inicios, como geringonça (chapuza, artefacto, jerigonza). Lo inesperado, y como nos enseñó Heráclito,

"el que no espera lo utópico, jamás llegará a descubrirlo (...)"**.

Lo que consiguieron los portugueses, inesperadamente, votando. Votemos Portugal, por si aquí también se puede.

(Ah, se me olvidaba: la clave del éxito del pacto de la geringonça no parece ser el Partido Socialista.)



* W. D. Ross. Aristóteles. Ed. Sudamericana, 1957.
** G. Colli. La sabiduría griega, III. Heráclito. Traducción de Dionisio Mínguez. Ed. Trotta, 2010. Fragmento A63.