De repente encuentra uno, no las palabras ‒eso viene después‒, sino el estilo, el modo, el registro en que está pensando. Una vez alcanzado, reconocido ese modo, todo es fácil. Entonces ya se puede empezar a escribir. (De Huellas, 1995)
Hoy diría, más bien, que de repente se da uno cuenta de que está ahí ese tono, que ha surgido y lo ha encontrado.
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