Muy al comienzo de estos QSY me propuse no tratar aquí de "lo obvio". Sin embargo, a veces los acontecimientos alcanzan un grado de horror, de monstruosidad, de maldad, que ni un prudente (o perplejo, o impotente) silencio vale como expresión de lo ya inexpresable. Duele decir y duele, sobre todo, no decir. "Silenci" tituló Lluis Llach aquella preciosa canción, donde decía (cantaba) esos versos finales, enigmáticos y amenazadores, "ara que tinc les mans / per a canviar de guitarra." También decía (cantaba) esto otro en Campanades a mort:
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