Hay que saber escribir de un modo eficaz y casi mecánico, para expresar con claridad lo que nos exige el trabajo inmediato. Pero, además, yo concibo al menos dos motivos para escribir cuidadosamente por placer: perseguir intuiciones en una cierta ‒propia‒ línea de pensamiento, y ‒en el máximo grado de libertad que puedo permitirme‒ escribir por el placer de recordar, de revivir. (De Huellas, 1997)
Para lo primero podría ser útil en algún momento, quién sabe, la inteligencia artificial (que no utilizaré, mutatis mutandis, mientras no cambie mi bicicleta mecánica por una eléctrica). No, afortunadamente, para lo segundo.
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