Trotando entre textos, y buscando en realidad uno que está unas páginas más adelante en Lo visible y lo invisible, encuentro este, que no puedo dejar de incluir aquí:
"Por ese camino, finalmente, se vería lo que es la
interrogación filosófica. No el an sit, y la duda, en que el Ser está
sobreentendido, y tampoco el «sólo sé que no sé nada» en que ya asoma la
certeza absoluta de las ideas, sino un «¿qué sé yo?» verdadero, que no es
completamente* el de Montaigne. Porque el «¿qué sé yo?» podría ser simple
recurso a la dilucidación de las cosas que sabemos, sin examen alguno de la
idea de saber. Sería entonces una de esas preguntas de conocimiento, como acaso
puede serlo también «¿dónde estoy?», en las que uno sólo duda sobre la
necesidad de hacer entidades -el espacio, el saber- tomadas como evidentes en
sí mismas. Pero ya, cuando yo digo, en el curso de una frase, «qué sé yo?», es
otra clase de pregunta la que nace, porque desborda la idea del saber mismo,
invoca no sé qué lugar inteligible donde deberían encontrarse hechos, ejemplos,
ideas, que me faltan**; insinúa que el modo interrogativo no es un derivado por
inversión o por trastrocamiento del indicativo y del positivo, ni afirmación ni
negación veladas o esperadas, sino una manera original de apuntar a algo, por
decir de algún modo, una pregunta-saber, que por principio no puede ser
superada por ningún enunciado o «respuesta», modo propio, quizás, de nuestra
relación con el Ser, como si él fuera el interlocutor mudo o reticente de
nuestras preguntas. «¿Qué sé yo?» es no sólo «¿qué es saber?» y no sólo «¿quién
soy yo?», sino, finalmente, «¿qué hay?» e incluso «¿qué es el hay?». Estas
preguntas no apelan a la exhibición de algo dicho que les pondría fin, sino al
develamiento de un Ser que no está planteado porque no necesita estarlo, porque
está silenciosamente detrás de todas nuestras afirmaciones, negaciones e,
incluso detrás de todas las preguntas formuladas. No es que haya que olvidar
éstas en su silencio, ni se trata de apresarlo en nuestro palabrerío, sino que
la filosofía es la reconversión del silencio y de la palabra uno en otra (…)."***
* En francés, tout à fait, y la traducción, naturalmente, es correcta en sentido literal, pero algo incomoda en la lectura. "Que no es enteramente equivalente" al de Montaigne, entiendo, que lo es solo en parte.
** La negrita es mía.
*** Maurice Merleau-Ponty. Lo visible y lo invisible. Traducción de Estela Consigli y Bernard Capdevielle. Buenos Aires: Nueva Visión, 2010. Pp. 117 - 118.