Sí, claro, se trata de la divisa
de Montaigne, la que hizo grabar en su famosa torre mientras escribía los Ensayos.
Me gustaría adoptarla aquí, sin embargo, en su sentido más amplio, o en todos
los sentidos que damos, al menos en castellano, según el uso y el contexto, a
esta expresión. Lo que sé, lo que creo que sé, lo que me pregunto si sé de
verdad o sé correctamente, lo que puedo llegar a saber (en sentido kantiano),
cómo sé lo que sé, lo que me interesa saber, qué importa lo que sé, etcétera.
Cuánto relativismo hay ahí, y en qué sentido, ya se verá. El relativismo tiene
sus límites, y a Montaigne se remonta esa otra divisa del humanismo que aprendí
en Las palabras de Sartre, "todo el hombre está en todo
hombre". Pocas cosas más absolutas que esta.
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Nunca he sabido distinguir bien
lo que sé de lo que creo. Sé lo que vivo con certidumbre, y eso es lo que creo;
en definitiva, lo que sé. (Huellas, 1991).
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Desde hace bastantes años
trabajo profesionalmente en un ámbito científico especializado en el que me
siento competente. Estoy al tanto de lo nuevo, datos, hechos, interpretaciones,
alguna teoría o algún paradigma nuevo de vez en cuando, y creo que me he hecho
un cierto estilo personal de abordar el campo. A veces, incluso, recibo algún
tipo de reconocimiento por ello, y eso es agradable. Pero todo eso, a lo que he
dedicado y dedico una buena parte de mi tiempo, es aquello de lo que sé
(de lo que más sé), no lo que sé.