No es que me haya tomado nunca verdaderamente
en serio esto de escribir, no; al menos desde el punto de vista técnico (leo
las agudas consideraciones de Lampedusa sobre Stendhal, y me tengo que perdonar
la audacia de recordarlo en este momento); pero aun para estos breves párrafos
noto unas dificultades que sin duda me descalifican hasta para intentarlo. Son
dificultades a veces conscientes, voluntarias, no sé, a lo mejor hasta son
manías. Por ejemplo, hay cosas que, pudiendo ser contadas y pudiendo serme
útiles en estos apuntes rápidos, no quiero contar. Esto quizás es aún un poco
normal. Pero además hay expresiones que leo, oigo, y me pueden parecer
oportunas en muchos casos, y que me siento incapaz de utilizar. Sobre todo
porque no quiero. Hay muchísimas palabras, que ya me he acostumbrado a
reconocer en mis lecturas, que jamás podría utilizar. Es el resultado de muchas
decisiones minúsculas ya tomadas, quién sabe con qué criterio. Pero es así. Me
siento cómodo con lo que puedo decir, con lo que quiero decir; con unas
palabras que, no siendo pocas, no son todas las posibles. Comodidad; decía dificultad.
No, ciertamente no hay tal dificultad, si no es para rebasar la línea de sombra
que lleva al artificio, a lo forzado. No importa estar en el límite si se está
por dentro. (De Huellas, 1990)
Sigo suscribiendo este texto. En
todo este tiempo, no he tenido otra aspiración consciente que aprender a
ajustar la sintaxis al pensamiento. Las palabras, con nuestra carga personal de
filias y fobias, vienen solas. No he pretendido nunca, creo, producir belleza,
sino solo memoria, elementos más o menos primarios para el recuerdo. (2016)
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No tengo que preocuparme tanto de la manera de escribir. Basta con que se entienda lo que uno quiere decir, lo que dice. Escribir como se habla (Sartre), empleando las palabras con que uno piensa (Valéry), con palabras vividas (Guillén), todo eso en mi caso ya ocurre por el hecho de ponerme a escribir. El pensamiento debe estar puesto en el pensamiento, en la idea y en el objeto. Escribir correctamente para que se entienda, para entenderme yo, sin buscar efectos ni sombras. Para expresar, mucho más que para que se lea. (De Huellas, 1993)
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No tengo que preocuparme tanto de la manera de escribir. Basta con que se entienda lo que uno quiere decir, lo que dice. Escribir como se habla (Sartre), empleando las palabras con que uno piensa (Valéry), con palabras vividas (Guillén), todo eso en mi caso ya ocurre por el hecho de ponerme a escribir. El pensamiento debe estar puesto en el pensamiento, en la idea y en el objeto. Escribir correctamente para que se entienda, para entenderme yo, sin buscar efectos ni sombras. Para expresar, mucho más que para que se lea. (De Huellas, 1993)