‒ Me queda lo mejor, la costumbre, la necesidad de seguir leyendo. (De Huellas, 2017)
"Pensar es reflexionar sobre lo que se sabe." (H.- G. Gadamer) "La dificultad en filosofía está en no decir más de lo que sabemos." (L. Wittgenstein) "Hemos definido el filosofar como un preguntar que comprende a partir de una emoción esencial de la existencia." (M. Heidegger) "El hombre siempre es más de lo que se sabe de él." (K. Jaspers)
martes, 30 de julio de 2019
71. Algo queda
‒ Me queda lo mejor, la costumbre, la necesidad de seguir leyendo. (De Huellas, 2017)
sábado, 27 de julio de 2019
70. De poder a poder
Así decimos a veces cuando dos personas, grupos o entidades se enfrentan en igualdad de condiciones, de madurez, de posibilidades. Creo que la expresión vale referida al reciente proceso de negociación para la investidura (de momento inexistente) de un presidente del Gobierno. Sin embargo, bajo la simetría aparente de la expresión, es posible explorar en este caso una notable asimetría de sus términos (homónimos).
En este caso, digo, en estas negociaciones, me parece haber visto a un lado un poder sustantivo, efectivo, fáctico (esto es lo que hay), rodeado de sus coartadas (nacionales e internacionales) no menos fácticas (ojo con lo que hacéis), y eficazmente expuesto, emitido, por los medios de comunicación corporativos. Al otro lado, enfrente, me ha parecido ver otra fuerza, la de otro poder, la del verbo (poder), la acción, poder-hacer, poder-ser, en el sentido de la posibilidad real de Bloch*. El poder político cerrado y limitante, frente al poder-ser abierto, la posibilidad (real) de lo nuevo. De poder a poder.
De momento no hay acuerdo, no ha podido ser, y el desencuentro (urdido) ha puesto en cuestión su oportunidad. La posibilidad real ya es otra, ha cambiado. ¿Para mejor o para peor? Esperemos, con Beckett, que el próximo fracaso sea "mejor".**
* Ernst Bloch. El Principio Esperanza I. Ed. Trotta. Madrid, 2004. (Pág. 269 y ss.)
** Samuel Beckett. Rumbo a peor. Traducción de L. Aguilera, D. Aguirre, G. Dols, R. Falcó y M. Martínez Lage. Ed. Lumen. Barcelona, 2001.
domingo, 21 de julio de 2019
69. La ironía que nos pierde
Mi abuelo, hombre culto, sensible y también algo rígido (especialmente en lo referente a sus hábitos y horarios cotidianos), me dijo hace muchos años, uno de esos días en que iba a comer a su casa: "eres inteligente, pero te pierde la ironía". Así me formé yo, en parte, como todo el mundo (creo), intentando, más o menos conscientemente, evitar hacer cosas que no les parecieran del todo bien a las personas que quería (y que me querían). En parte, digo, porque, gracias al Demiurgo (vaya, una ironía), al lado de ese caballo "bueno y hermoso" está el otro "hecho (...) de todo lo contrario", que tira de nuestro carro alado hacia donde lo llevan nuestras pasiones*. Será por eso, quizá, por mi abuelo (en el origen), que tengo una sensibilidad especial a la ironía, y aún más cuando se utiliza como recurso argumentativo en lugar de (eso es lo que a mí me parece) un razonamiento o la presentación de algún hecho significativo.
Dejando a un lado (o mejor, para otra ocasión) la ironía socrática, metodológica, diferente de esta ironía nuestra actual y cotidiana**, vengo observando desde hace años que en las discusiones políticas en las que, con frecuencia, nos enfrascamos*** los izquierdistas ("inscritos", militantes, activistas, o meros ciudadanos), llegamos muchas veces a un punto en el que ya no se razona (ni se escucha, realmente), aunque se continúa haciendo algo parecido (¿paralogismo?) mediante la ironía, unas veces más explícita, y otras sutil y ladina. Es ese momento en que cada uno se refugia en su posición (también en sentido topológico), y se limita a agitar su bandera con desgana, por decir así, al blando ritmo de su ironía.
Dejémosle a Sócrates la ironía, como método, mientras intentamos seguir su ejemplo en el arte de vivir (ver Bernstein) que perseguía con ella, hablando, discutiendo entre nosotros, reflexionando juntos. Sin ironizar, si es posible.
* Platón, Fedro, 246a y ss. Traducción de Emilio Lledó. Ed. Gredos, Madrid, 1988.
* Platón, Fedro, 246a y ss. Traducción de Emilio Lledó. Ed. Gredos, Madrid, 1988.
** Richard J. Bernstein, vecino filosófico y amigo de R. Rorty, ha reflexionado magníficamente sobre la relación que puede haber entre uno y otro tipo de ironía: https://www.circulobellasartes.com/revistaminerva/articulo.php?id=653
*** Es divertido, a veces, jugar con las acepciones de un término que uno encuentra en el diccionario de la RAE. En este caso ("enfrascarse"), puede ser interesante probar a interpretar la frase con cada una de las tres acepciones que aparecen en https://dle.rae.es/?id=FIrSkJB. Las tres valen (en diferentes momentos, quizás), cada una con su propio sentido consistente.
sábado, 20 de julio de 2019
68. A mano y con pluma
Escribo tanto “a máquina” todos los días, en el teclado del
ordenador, que pienso de repente, mientras transcribo las notas (estas, o
mejor, sus antecesoras, todavía lejanas), si no ocurrirá algún día que tengamos
verdadera dificultad, por atrofia de algunos circuitos o de algunas conexiones
allá dentro, de hacerlo. No en mi caso ahora, o al menos todavía, ya que tuve
ayer la oportunidad, y el placer, de rellenar seis páginas del examen de
Antropología Filosófica I a mano. No encontré ningún problema en hacerlo, salvo
el habitual de lo que empeora la letra hacia el final del examen, cuando se
acerca el límite de tiempo, que es precisamente cuando las ideas fluyen mejor y
más rápido. Habrá que seguir entrenando. Seguir escribiendo notas como esta, si
no para evitar perder la costumbre de contar lo que se vive y lo que se piensa,
al menos para no dejar nunca, nunca, de escribir a mano, y, además, con pluma.
(De Huellas, 2017)
67. Antecedentes
Vivimos en una especie de atmósfera informativa muy
contaminada. No pocas veces, en los últimos tiempos, una infamia periodística
(naturalmente, al servicio del statu quo, del poder de clase) me incita a
imaginar algo así como un blog, una columna o un rostrum (sigo fascinado por
SPQR, de Mary Beard), donde desahogar mi indignación. Es muy poco probable que
llegue a hacerlo alguna vez. Lathe biosas. Pero si lo hiciera (es bonito
imaginarlo), podría titularlo genéricamente con la máxima de Montaigne: “¿qué
sé yo?” En castellano, la frase tiene un doble sentido, no del todo ambiguo, muy
interesante. Lo que sé, lo que puedo llegar a saber, lo que no sé y tampoco sé
si llegaré a saber. La mejor medicina contra la falsedad. (De Huellas, 2016)
- - - - - - - - - - - - - - -
A veces me gusta imaginar cosas que nunca haré. Como este
blog que hoy me ha dado por imaginar, al que le pondría como cabecera “Qué sé
yo”, y desde el que me dedicaría a opinar, con cierto estilo expresionista,
sobre lo humano y lo divino. (De Huellas, 2017)
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