domingo, 21 de julio de 2019

69. La ironía que nos pierde

Mi abuelo, hombre culto, sensible y también algo rígido (especialmente en lo referente a sus hábitos y horarios cotidianos), me dijo hace muchos años, uno de esos días en que iba a comer a su casa: "eres inteligente, pero te pierde la ironía". Así me formé yo, en parte, como todo el mundo (creo), intentando, más o menos conscientemente, evitar hacer cosas que no les parecieran del todo bien a las personas que quería (y que me querían). En parte, digo, porque, gracias al Demiurgo (vaya, una ironía), al lado de ese caballo "bueno y hermoso" está el otro "hecho (...) de todo lo contrario", que tira de nuestro carro alado hacia donde lo llevan nuestras pasiones*. Será por eso, quizá, por mi abuelo (en el origen), que tengo una sensibilidad especial a la ironía, y aún más cuando se utiliza como recurso argumentativo en lugar de (eso es lo que a mí me parece) un razonamiento o la presentación de algún hecho significativo. 

Dejando a un lado (o mejor, para otra ocasión) la ironía socrática, metodológica, diferente de esta ironía nuestra actual y cotidiana**, vengo observando desde hace años que en las discusiones políticas en las que, con frecuencia, nos enfrascamos*** los izquierdistas ("inscritos", militantes, activistas, o meros ciudadanos), llegamos muchas veces a un punto en el que ya no se razona (ni se escucha, realmente), aunque se continúa haciendo algo parecido (¿paralogismo?) mediante la ironía, unas veces más explícita, y otras sutil y ladina. Es ese momento en que cada uno se refugia en su posición (también en sentido topológico), y se limita a agitar su bandera con desgana, por decir así, al blando ritmo de su ironía. 

Dejémosle a Sócrates la ironía, como método, mientras intentamos seguir su ejemplo en el arte de vivir (ver Bernstein) que perseguía con ella, hablando, discutiendo entre nosotros, reflexionando juntos. Sin ironizar, si es posible.


* Platón, Fedro, 246a y ss. Traducción de Emilio Lledó. Ed. Gredos, Madrid, 1988.

** Richard J. Bernstein, vecino filosófico y amigo de R. Rorty, ha reflexionado magníficamente sobre la relación que puede haber entre uno y otro tipo de ironía: https://www.circulobellasartes.com/revistaminerva/articulo.php?id=653

*** Es divertido, a veces, jugar con las acepciones de un término que uno encuentra en el diccionario de la RAE. En este caso ("enfrascarse"), puede ser interesante probar a interpretar la frase con cada una de las tres acepciones que aparecen en https://dle.rae.es/?id=FIrSkJB. Las tres valen (en diferentes momentos, quizás), cada una con su propio sentido consistente.