Esa conferencia, la del final del congreso, ya se la había escuchado al conocido biólogo molecular y divulgador hace unos años, antes de la pandemia. Solo que no era exactamente la misma, algo había cambiado. Entonces, cuando terminó, hice una pregunta que ponía de manifiesto el carácter antianimalista del ponente, que había ilustrado extensamente a través de unos cuantos "excesos" del animalismo radical reciente. No recuerdo hasta qué punto expresé, en la pregunta y en el mínimo debate subsiguiente, mi posición habitual sobre la necesidad del radicalismo como vanguardia e indicador del camino, frente a la inercia y negligencia ("tanto da") de la mayoría. Sí recuerdo que al ponente la cosa no pareció hacerle mucha gracia. Ahora, sentado ahí en primera fila (cosas del protocolo), me agradó, y también me divirtió un poco, comprobar que el discurso, sobrio, objetivo, quizás algo escéptico o irónico, perseguía sobre todo, creo, evitar la acusación de antianimalismo. Avanzamos.