Uno piensa en nuestra vida política (democrática), y se ve andando algunos caminos (poros) que no llevan a ninguna parte (áporos), que no tienen salida. Ocurre, p. ej., cuando uno piensa en la educación.
A. Para que las cosas cambien realmente hacia el bien común (de la inmensa mayoría) tiene que existir una mayoría suficiente que esté dispuesta a votar a favor de ese cambio.
B. No parece que pueda llegar a existir esa mayoría (A) si no se ha producido antes, bastante tiempo antes, un cambio real en la educación (pública, naturalmente).
C. Para que se produzca un cambio real, radical, en la educación pública (B) (que, entre otras cosas, deje de financiar la educación religiosa y la escuela concertada, y deje de educar para el consumo de productos y de ideología), tiene que existir un gobierno decidido a llevarlo a cabo, y al que haya votado, en unas elecciones, una mayoría suficiente (A).
Etcétera. (Dx)