“Nunca había perdido aquel placer infantil de ver páginas
cubiertas por su propia escritura.” (I. McEwan, Expiación)
Ni siquiera hace falta que sean páginas. Basta con que algo
salga de la mano y de la pluma, tenga sentido y produzca alguna satisfacción.
Escribir algo es haberlo escrito (enérgeia), diríamos en clave aristotélica ("vivir es haber vivido").