Observo que existe un determinado tipo de personas, o de caracteres, si se quiere (por utilizar un término clásico), entre los que creo encontrarme, para quienes el impulso motivador para embarcarse en un nuevo proyecto ilusionante viene con frecuencia acompañado del temor, súbito e irrracional, de no poder llevarlo a cabo debido a una enfermedad repentina e irremediable.
(Me parece que hubo un tiempo en que leí demasiado -y con gran placer- a Schopenhauer.)