domingo, 24 de marzo de 2024

358. Lo casual

Hace unos días fui a Oporto a dar una charla y viajé en coche, claro, como siempre. Me habían invitado a contar la historia del banco de cerebros, los bancos, tres décadas ya de historia, también personal. En el título de la charla incluí la pregunta, quizás algo irónica, de si, al cabo, la cosa había valido la pena. Se me ocurrió, por ello, comenzar citando (en una diapositiva) el poema Sísifo de Miguel Torga, en realidad solo el comienzo y el final, justamente los versos recogidos aquí en un QSY anterior (§314):

 "Recomeça..."

  Sí, hubo que recomenzar varias veces el banco a lo largo de los años, y en diferentes lugares, y la loucura lúcida con la que remata Torga el poema concuerda con mi pregunta del título de la charla.

 El viaje hasta Oporto fue agradable, tranquilo, aunque largo y, al final, un poco cansado. Llegué a media tarde al hotel donde tenía una habitación reservada, en una calle bonita (y no turística, afortunadamente) de edificios antiguos, cubiertos de azulejos, muy próxima al Hospital Santo Antonio, donde daría mi charla al día siguiente. Un hotel pequeño (también bonito), sin un espacio donde dejar el coche antes de descargar y llevarlo a un parking. Di algunas vueltas por aquellas calles estrechas hasta que encontré un pequeño hueco para dejar el coche un momento. Bajé del coche, cogí la mochila y lo cerré. Mientras me aseguraba de que quedaba bien cerrado miré a la pared que tenía enfrente, medio cubierta por unos bonitos azulejos, muchos de ellos ausentes. Sobre los azulejos, escrito con mucho cuidado, nítidamente: "Recomeça...", precisamente los primeros versos del poema de Torga. Rápidamente, hice una foto con mi teléfono móvil, convencido de que tendría que incluirla en la presentación de mi charla.

 Así me recibía Oporto, pensé, de un modo tan amable y tan personal. Así me recibía ese país, como el mío, de grandes poetas. Que esta historia fuera a resultar verosímil en mi charla del hospital, eso no lo veía tan claro.



miércoles, 20 de marzo de 2024

357. Lo terco

No importa perderse a veces, olvidarse incluso, estar a otra cosa. También explorar, porque quién sabe, quién puede estar siempre seguro del camino. Y lo nuevo (novum, decía Bloch) se anuncia, porque somos tiempo (dice Heidegger), pero volvemos a ello (¿siempre, una y otra vez, como quiso Nietzsche?), aunque sea de un modo re-novado. Si paramos un momento (cuando podamos) y cerramos los ojos (como nos propuso Husserl), notamos que está por ahí cerca, acogedor. Jaspers lo llamo lo abarcador (das Umgreifende), y yo, en un ámbito más pequeño y personal, más autobiográfico (como lo comprendió Dilthey), prefiero llamarlo ahora lo terco, lo que no nos abandona y constituye así una certeza, la mayor, quizás. Y nos persigue, a veces, como un recuerdo, y lo sentimos en el cuerpo, como el tábano de Sócrates.



domingo, 17 de marzo de 2024

356. Lo absurdo

 Sigo con Camus, me atrapa su estilo. Recojo aquí otro texto de su Sísifo para más adelante, quizás. El hombre (o la mujer, claro), se ha enfrentado ya al absurdo de la existencia, y ha llegado a ser el "hombre absurdo".

"En cierto punto de su camino, el hombre absurdo es solicitado. No faltan en la historia religiones ni profetas, inclusive sin dioses. Le piden que salte. Todo cuanto puede responder es que no lo acaba de entender, que eso no es evidente. No quiere hacer, precisamente, sino lo que entiende bien. Le aseguran que eso es pecado de orgullo, mas él no comprende la noción de pecado; quizás el infierno esté al final, pero no tiene bastante imaginación para imaginarse ese extraño futuro; acaso pierda la vida inmortal, pero eso le parece fútil. Quisieran que reconociese su culpabilidad. Él se siente inocente. A decir verdad, solo siente eso, su irremediable inocencia. Ella es la que le permite todo. Así, lo que se exige a sí mismo es vivir solamente con lo que sabe, arreglárselas con lo que es, sin que intervenga nada que no sea cierto. Le responden que nada lo es. Pero eso, por lo menos, es una certeza."*

Me pregunto si está claro en todos los casos quiénes son ellos, esos otros (y otras) que exigen todo eso de él (o ella), y también que quiere decir eso de vivir solo con lo que uno sabe. Intuyo que Camus se está acercando aquí a algo interesante (al menos para la idea, creo, que puso en marcha estos QSY). Veremos.


*Camus A. El mito de Sísifo. Traducción de Esther Benítez. Barcelona: Penguin, Random House, 2023, pp. 59 y 60.

 

 

sábado, 9 de marzo de 2024

355. Aporías de la democracia: votar a distancia

Pienso en la distancia en relación con el voto. No en la distancia entre el votante y la urna (el voto por correo y todo eso), sino en la que separa la intención de votar de lo efectivamente votado. Lo que me separa, como perspectiva y posición política, de la candidatura a la que finalmente votaré. Sí, se trata del terreno (pantanoso) del voto útil, del menosmalismo (y todo eso). Para unas personas esa separación es mayor, para otras menor, pero me imagino que el bipartidismo dominante en estas democracias occidentales tiene que ver con eso, quiero decir, con que muy pocas personas voten lo que (como) realmente piensan. Al menos, entre las personas que piensan el voto, que esa es otra (aporía de la democracia).