“…nunca se llegará a esas generalizaciones verdaderamente fecundas acerca de los fenómenos vitales en tanto que no se haya experimentado por uno mismo y removido, en el hospital, el anfiteatro o el laboratorio, el terreno fétido o palpitante de la vida. Se ha dicho por algunos que la verdadera ciencia debería compararse a una llanura florida y deliciosa, a la que no se pudiera llegar sino después de haber subido escarpadas pendientes y haberse destrozado los pies a través de la maleza y de los espinos. Si me fuera preciso dar una comparación que expresara mi sentimiento acerca de la ciencia de la vida, diría que es un soberbio salón todo resplandeciente de luz, en el que no se puede penetrar sino pasando por una larga y fea cocina.”
C. Bernard, Medicina Experimental (1865).
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