lunes, 19 de octubre de 2020

183. Mare magnum

 ¿Cuánto tiempo hay que dejar una idea abandonada a sí misma (o a uno mismo) para saber si de verdad constituye un proyecto o es solo un entretenimiento circunstancial del pensamiento? Horas, días, años… qué sé yo. Aun así, esa incertidumbre, a la que ya he conseguido acostumbrarme, no ha evitado que me haya pasado el día jugando con la posibilidad de un proyecto, o mejor una idea, que rápidamente se asoció ella sola a una especie de título: mare magnum. Son pequeños trucos para no perder el sabor original de una idea. En síntesis, ¿por qué no intentar captarla en lo que tiene de nudo de proyectos (pasados) y experiencias (anticipadas), por qué no actualizarla en una serie de textos totales (desde el punto de vista expresivo), sin índice, sin sistema, sin que ello suponga ningún compromiso conmigo mismo ni con nadie? (De Huellas, 1991)



domingo, 18 de octubre de 2020

182. Cavafis

"Cada tierra posee sus atributos.
Caballo y monta son propios del tesalio;
en la hora del combate
descuella el espartano; Media es dueña,
 
entre manjares, del arte de la mesa;
la cabellera señala a los celtas, a los asirios la barba.
Pero Atenas tiene como atributos suyos
al Hombre y la Palabra."

                                 Atributos, C. P. Cavafis (traducción de Juan Manuel Macías)



sábado, 17 de octubre de 2020

181. El desánimo y la imagen

 Uno mismo es su primer lector, le escuché una vez a Marcial Suárez, autor (de textos y de actos*) de referencia en este blog. Releerse (como en general, releer) ayuda. El anterior #180, que sustituyó parcialmente al #180 original, devuelto este a su condición primera de borrador, me llevó a un cierto desánimo "sociológico". Hace un par de años comencé una mini-serie en este blog bajo el título genérico de aporías de la democracia. Algunas quedaron ya escritas, mientras que otras, aún borrosas (borradores), forman parte de este desánimo larvado** y recurrente. Una de ellas tiene que ver con la obligación política de convivir (coexistir) en un mismo país, valga la redundancia, con los/las que aquí muy acertadamente, con la imprecisión justa (sensu lato), llamamos fachas***. No con unos pocos fachas residuales, sino con millones de personas, también jóvenes (¡ay!) que se han tragado todo ese paquete ideológico de la peor de las Españas****. No se trata solo de personas, lo sabemos, que ya sería bastante, sino de estructuras socioeconómicas y sociopolíticas (esto es, ontológicas).

Ha venido en mi ayuda, sin embargo, en la referida relectura, el reciente (y relativamente más optimista) #177. Pensemos, me digo, en el extraño poder de las imágenes frente al que nos previene Emilio Lledó. Pensemos, un paso más, con cierto giro fenomenológico, qué sería todo ese mundo facha sin imágenes. ¿No es él mismo un resultado más, hipertrófico y grotesco, de ese pseudo-mundo creado por la publicidad y los medios de comunicación corporativos? No quiero decir que sin imágenes***** ese mundo facha desaparecería, sino que la mayor parte de lo que vemos de él, los gestos, las mentiras, el cinismo chulesco y provocador, se han hecho solo para la imagen (dirigida, corporativa, publicitaria), como los "argumentarios" en los que se inscriben. No, seguramente ese mundo no desaparecería, pero es posible que fuera (casi) irrelevante. Al menos para este desánimo.

Un amigo me contó hace poco que había dejado de tener televisión en casa. Sí, algo tan sencillo, dejar de verlos, podría ser una buena idea. También podríamos salvar las películas que vemos (una buena parte de la narrativa que necesitamos como un alimento), conservando esas pantallas (entre las otras muchas, seguramente hoy irrenunciables), y quedarnos con lo formal (y en consecuencia esencial) de ese gesto. No verlos, no escucharlos, no entrar, ni siquiera críticamente (¿para qué?) en esa trampa. Ponerlos entre paréntesis, como diría un fenomenólogo, dudar incluso de que algo así pueda existir en realidad, al margen de la pura propaganda. Si fuera posible, olvidarlos.


* Procede, creo, recordar aquí, de nuevo (con motivo del binomio autor/actor, precisamente en un dramaturgo) a su buen amigo Carlos Gurméndez, y su sartriano El hombre actor de sí mismo. Ensayo de una antropología dialéctica (Akal: Madrid, 1977). Otra de las obras del filósofo que leí con gusto.

** En fase larvaria, ¿y en la espera/esperanza de una próxima metamorfosis?

*** La cursiva pretende llamar la atención sobre la feliz confluencia en este término castellano, según el DRAE, de dos significados con origen en dos términos italianos diferentes, faccia y fascio, que nos llevan a distintas acepciones (poéticamente confluentes) en nuestro idioma: mamarracho y fascista.

**** En palabras de un tuit reciente del admirable (y lúcidamemente longevo) Edgar Morin, la de las "ruidosas botas" y también la de las "silenciosas pantuflas".

***** Recordemos aquí un momento al Peter Handke de La pérdida de la imagen o por la sierra de Gredos



lunes, 12 de octubre de 2020

180. Científicos, técnicos, políticos y politécnicos

 Ayer publiqué aquí una entrada con este mismo título que comenzaba con este párrafo y terminaba con la cita que también incluyo:

 Este último episodio de la derecha cuasi-golpista en Madrid ha coincidido con una extraña llamada de los científicos (es decir, de algunos miembros de un buen número de sociedades científicas del ámbito sanitario) a aplicar el conocimiento científico (los datos, sin más, parece entenderse) a las decisiones políticas. "En la salud, ustedes mandan, pero no saben", reza el desafortunado título*. Desafortunado en ambos componentes del binomio, que reduce la acción de un político (gobernante, se entiende) a "mandar" (¿por qué no a "decidir", que también es reduccionista, pero algo más apropiado fuera de las cosas militares?), mientras que su conocimiento (de qué, no se especifica) se reduce a cero. 

(...)

"Cada cual en su faena / porque en esto no hay suplentes", cantó Mario Benedetti (y con él Luis Pastor).

*https://www.fesemi.org/sites/default/files/documentos/prensa/semi/manifiesto_sociedades_cientificas_a4_def.pdf

 Unas horas después de publicarlo lo releí y lo encontré demasiado amargo, demasiado triste, y lo devolví a su estado previo de "borrador". Hoy, 12 de octubre, viendo pasar coches exhibiendo banderas, me sigo preguntando por ese extraño fenómeno esencial al ser humano, la ideología (como ceguera), y por la no menos extraña y escasa cultura política de este país. También en los científicos (en el sentido amplio que parece recoger el dichoso manifiesto).



sábado, 10 de octubre de 2020

179. Claude Bernard

 “…nunca se llegará a esas generalizaciones verdaderamente fecundas acerca de los fenómenos vitales en tanto que no se haya experimentado por uno mismo y removido, en el hospital, el anfiteatro o el laboratorio, el terreno fétido o palpitante de la vida. Se ha dicho por algunos que la verdadera ciencia debería compararse a una llanura florida y deliciosa, a la que no se pudiera llegar sino después de haber subido escarpadas pendientes y haberse destrozado los pies a través de la maleza y de los espinos. Si me fuera preciso dar una comparación que expresara mi sentimiento acerca de la ciencia de la vida, diría que es un soberbio salón todo resplandeciente de luz, en el que no se puede penetrar sino pasando por una larga y fea cocina.” 

                                                            C.  Bernard, Medicina Experimental (1865).

 

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

178. Pereza

Una de las formas de pereza que más debemos cultivar es la pereza para escribir. Cada vez que nos pongamos a escribir es preciso que tengamos muy buenas razones para hacerlo, esto es, para no hacer cualquier otra cosa, y especialmente leer.

A mí me pasa que, de repente, empiezo a pensar “como si” lo pensado fuera a quedar escrito, y ello se convierte en una necesidad a la vez que en un elemento de rigor. Hay que intentar escribir así, empujados por pequeños destellos de claridad, y si no, no. (De Huellas, 1991)



sábado, 12 de septiembre de 2020

177. La imagen de los textos

Este blog, el programa, la plataforma, lo que sea que está detrás (es una forma de decirlo) del hecho de que este texto esté disponible (visible) en la red*, ofrece diversos formatos para su visualización**.  Resulta entretenido elegir uno, y también complicado. La distribución del espacio, los colores, el espacio y el lugar ocupado por las imágenes, todo se puede seleccionar dentro de un amplio rango de posibilidades. Las imágenes, es decir, las fotografías, no plantean ningún problema porque desde el comienzo del blog decidí (aunque creo que no lo escribí) que solo incluiría textos. Recordaba e invocaba entonces el mensaje esencial de Imágenes y palabras, de Emilio Lledó, y recuerdo y traigo aquí algunos momentos ("Es tiempo la materia de la escritura") de esa colección de textos:

"Ese imperio de viento, esas tempestades visuales que anegan y asfixian la posibilidad de pensar y, por consiguiente, la posibilidad de ser, vienen acompañadas, además, de una ideología que se expresa en aforismos que parecen lugares comunes e indiscutibles. Así aceptamos con la mayor sumisión y después de haber oído el discurso de la modernidad, del futuro de la modernidad, tesis como aquella que dice que «Una imagen vale más que mil palabras». ¿Qué imagen?, ¿qué valer?, ¿qué palabras?"

"En el mundo de la visualidad, en la inundación continua de las imágenes, es más necesario que nunca el cuidado del lenguaje, el cuidado de la interpretación; de lo que hacemos con ese lenguaje para que pueda ser captador y asimilador de imágenes que lo enriquezcan y lo estimulen y para que, sobre todo, pueda rechazar ese dominio de esperpentos que nos acosa. Un dominio que somete el desarrollo de la mente a un futuro cegado por el chisporroteo de fantasmas, de espectros que lentamente nos llevan, otra vez, al fondo de aquella caverna de la que, al parecer, hace milenios habíamos logrado escapar."***

Con el maestro siempre, en esto como en otras cuestiones que se han inscrito en algunos rincones de este blog. Sin embargo, ese imperio poderoso acaba alcanzando (rozando) también a las palabras, a los textos, que también convierte, como nos recordó Bradbury (#56), en imágenes: "un texto en una pantalla no es un texto, sino la imagen de un texto." No podemos sino conceder, ante estos textos inscritos, representados, en nuestras pantallas, que de alguna forma debemos tratarlos también como imágenes; de alguna forma, esto es, con un formato determinado. Al fin y al cabo, algo parecido ocurre con los textos en papel, que sostenemos en las manos y tocamos y olemos: pueden ser de una manera o de otra, más o menos adecuada para una lectura cómoda y agradable. Solo quería decir, en suma, que, obligado a seleccionar un diseño del blog, he elegido de momento el que me parecería mejor si el texto estuviera inscrito en papel (siempre se puede imprimir, ¿y entonces?). Aquel cuya imagen se parece más a la de un texto real, aunque esto parezca escrito desde la caverna, como nos recuerda el maestro.


* Comienzo este texto en diálogo con el DRAE. Compruebo, tecno-ignorante, que "blog", "red", "web", e "internet" ya forman parte de los términos incluidos en el diccionario (aceptados, hemos dicho siempre, esa cuestión de la autoridad). Dudo al escribir "red" por si el término no es lo bastante específico, pero lo es en ese contexto (por eso está aceptado).

** Dudo también aquí al elegir el término, y de nuevo el DRAE viene en mi ayuda tendiendo un puente entre la primera acepción de "visualizar", "visibilizar" (acabo de escribirlo), y la última (quinta), "hacer visible una imagen en un monitor." Una imagen, un texto, o un texto-imagen. Sí, de eso estoy hablando, como se verá.

*** LLedó, Emilio. Imágenes y palabras. Madrid, Ed. Taurus, 1998. (pp. 152-153 y 155)