¿En qué sentido puede ser un consuelo escribir? Hay un
indicio de ello en darse cuenta de lo que consuela la mera idea de hacerlo.
Sin embargo, tan cargados de cosas, de penas y sustos como
ya vamos, sería improductivo marcarse cualquier objetivo en términos de
resultados formales o de contenidos. Basta con hacerse consciente, durante unos
momentos, del poder del lenguaje, y someterse a él, para decir algo que, en
lugar de envanecer, cure, consuele, sosiegue. Sin sistema, con necesidad. Sin
doctrina, con la llana honestidad de unas vidas que quisieron ser auténticas.
Sin ambición, con conocimiento, como búsqueda de un saber inmediato, incorporado
a la vida como su más alto sentido.
No, no es la coherencia de lo dicho lo que más importa, sino
la breve y humilde satisfacción de decirlo. El texto, como residuo, debería
permitir evocar esa satisfacción, aunque solo fuera en algunos casos. Nada más.
(De Huellas, 2011)