LLevamos algunas semanas asistiendo a un nuevo episodio de eso que el periodismo actual (tan impregnado de metodología publicitaria) denomina "crisis de la izquierda". De la izquierda realmente alternativa, se entiende, no de la "alternante", la que alterna con la derecha la gestión de un Estado estructuralmente antiigualitario (véase, como ejemplo de esta alternancia cíclica y retroalimentada, la gestión de la enseñanza pública, lastrada desde hace décadas por la enseñanza concertada). Desde que tengo uso de razón (política), he conocido numerosas "crisis" de esta izquierda alternativa, en España y en esa parte del mundo de la que tenemos alguna información regular (de nuevo, aquí, el periodismo, o mejor, los medios de comunicación). Tantas, que podría uno pensar que más que de "crisis", en un sentido más bien clínico*, se trataría de procesos de generación de iniciativas políticas ante nuevos contextos históricos.
Hay al menos dos elementos constantes (a lo largo de los años) en la evaluación que solemos hacer de estos periodos de "cambio rápido" en la izquierda: el de las ideas y el de la organización. También solemos juzgar las acciones individuales y colectivas, lealtades, deslealtades, traiciones, firmezas, la astucia, la inteligencia, la ignorancia, la mala fe, entre otras, aunque todos estos aspectos parecen estar vinculados de algún modo a las ideas y/o a la organización (qué importancia tendrían, si no, salvo para una interpretación literaria de estos procesos).
¿Qué relación hay entre las ideas y la organización en un movimiento político? Desde hace algunos años se ha impuesto un eje (o plano) de pensamiento definido por el par de contrarios abierto-cerrado. Así, la apertura de las ideas, frente al dogmatismo, la ortodoxia, la intolerancia, incluso, se correspondería con la apertura de la organización, frente al sectarismo, el centralismo, la disciplina. Es curioso que en Podemos, la organización política que ahora, presuntamente (si se nos permite el uso de este término, tan del gusto de los medios), se encuentra en "crisis", hay otro par de contrarios muy activo en los debates ideológicos y organizativos: arriba y abajo, en la sociedad y en la organización ("los de arriba" y "los de abajo"), que traduce una estructura de poder, los que deciden (de nuevo, "crisis") y los que se atienen a las decisiones. Los que deciden están "arriba" en la sociedad, y "abajo" en la organización política, y los que se atienen a las decisiones están "abajo" en la sociedad y "arriba" en la organización. Esa es la idea, la estructura y el funcionamiento de la organización política reproduce de alguna forma sus propias ideas y sus fines políticos, que pretende trasladar a la sociedad. De ahí la importancia de la organización y de la lealtad a la organización.
En estos debates, el ejercicio de una organización fuerte y estructurada (que, de acuerdo con el esquema anterior, debería traducir unas ideas claras y unívocas) se suele asociar (observo que también por parte de algunos filósofos académicos), en un sentido algo peyorativo (como si ya debiéramos saber todos de antemano lo malo que es eso), a nociones como "leninismo" y "sovietización": lo extremadamente "cerrado" y "arriba" en la organización, al parecer**.
Marcial Suárez (1918 - 1996), escritor del exilio interior, y maestro de unos cuantos de nosotros en cuestiones de política, y de muchas otras cosas, dedicó unas acertadas reflexiones a esta cuestión en un artículo en la revista Tiempo de Historia (1981)***, con motivo de la publicación de un discurso inédito de Lenin dedicado a la memoria de Yakov Mijáilovich Sverdlov al año de su muerte, con 33 años, hace ahora un siglo. Acierta Marcial Suárez cuando, leyendo a Lenin, encuentra una estrecha relación entre la consistencia ideológica y la eficacia organizativa, de la que Sverdlov habría sido un ejemplo excelente.
Una cuestión clave para evaluar hoy la consistencia ideológica y organizativa de un movimiento político puede ser su estrategia electoral. Es también una cuestión antigua, tan antigua como la izquierda de la que aquí se viene hablando, y que tiene que ver con la idea de "revolución". Para no alargar más esta reflexión, podemos preguntarnos: si (a pesar de la experiencia contrafáctica de Tsipras, por mencionar solo una reciente) se considera que la única vía para transformar realmente las condiciones actuales de desigualdad social es ganar unas elecciones, ¿qué organización se requiere para este fin, y qué ideología corresponde a esta organización? Como resulta cada vez más manifiesto en la política actual, para estos fines bastan algunas estrategias publicitarias y algunas técnicas de comunicación (y mucho dinero para pagarlas). Cuando los fines políticos no son solo electorales, o lo son de forma secundaria, como consecuencia natural de la actividad política y social, entonces hace falta una organización fuerte, eficaz, y algo más, mucho más, que una estrategia electoral.
En cuanto a la dimensión trágica de la aparente "crisis" permanente de Podemos (según los medios de comunicación), no está mal recordar irónicamente el diálogo que tiene lugar entre el personal del
servicio, en el primer episodio de Downton Abbey (1ª temporada), con motivo de la muerte, en el hundimiento del
Titanic, de dos parientes de los Lores a los que sirven, y las funestas consecuencias de estas muertes para la transmisión hereditaria del
patrimonio familiar:
- Es una verdadera tragedia.
- Es algo aun peor que eso: una contrariedad.
(*) Conviene recordar el uso habitual del término "crisis" en griego antiguo con el significado de "juicio" o "decisión", y también (p. ej., en los Tratados Hipocráticos) con el de "cambio de estado" en el curso de una enfermedad (mejoría o empeoramiento).
(**) No está de más recordar que, a diferencia de lo que se suele pensar, el virtuoso término medio aristotélico no resulta de un cálculo geométrico a partir de dos extremos opuestos objetivamente dados, sino que, en el sentido original de Aristóteles, es este término medio "natural" el que se toma como referencia para definir los extremos viciosos. No basta, pues, con dar por sentados "objetivamente" (ideológicamente) los "extremos", y bien podría ser en muchos casos que eso que parece "extremo" (de nuevo, en los medios de comunicación) fuera en realidad lo natural, el término medio virtuoso.
(***) https://www.youscribe.com/catalogue/documents/savoirs/sciences-humaines-et-sociales/un-inedito-de-lenin-el-discurso-funebre-para-sverdlov-1802418