domingo, 28 de mayo de 2023

299. El carro de las manzanas

En esta nueva jornada electoral de resultados a todas luces decepcionantes para la izquierda (the end of the day, como indica la expresión inglesa, lo dirá), pienso melancólicamente en El carro de las manzanas, la extravaganza política de Bernard Shaw, y en todo lo que el autor dice allí (sobre todo en el extenso Prefacio) sobre las trampas de la Democracia occidental*. Entre muchas consideraciones agudas y acertadas (como son ¿casi? siempre las de Shaw), me quedo ahora, muy brevemente, con esto: "Así, pues, la democracia no puede ser el gobierno (government) por el pueblo: solo puede ser el gobierno con el consentimiento de los gobernados."**

El consentimiento y, algo más allá, la tolerancia (de la mayoría). Y, mientras sigamos siendo una minoría (hoy veremos cuántos), también la paciencia y la resignación de muchos. Por cierto, el carro de las manzanas, según la expresión metafórica inglesa, representa la estabilidad de algo que puede irse al traste si a alguien se le ocurre volcarlo.

 * Shaw era socialista (fabiano) y también era un demócrata, naturalmente. Por eso decía que era muy importante conocer las trampas de la democracia, especialmente las derivadas de la actividad política de las grandes corporaciones. 

** Shaw G. B. The apple cart. A political extravaganza. London: Longman, 1965. (Mi traducción, p. 12)



domingo, 14 de mayo de 2023

298. Lavorare stanca (escribir también)

 Se escribe por necesidad, porque no queda otro remedio (cura), porque lo pensado va organizándose poco a poco (a veces súbitamente) como texto, y el texto pide ser transcrito con urgencia (contra el olvido). Se escribe, en última instancia, porque se lee y se piensa lo leído, porque hay momentos en que ya se ha leído lo suficiente. 



sábado, 13 de mayo de 2023

297. Discrepancias en la izquierda (De consolatione)

 Estás leyendo algo sobre una cuestión muy específica, compleja, en la que buscas orientación, estructura, unos cuantos hitos fundamentales que te ayuden a fijar un camino. Estás concentrado, todo lo que permite el contexto y, en algún momento, te das cuenta de que estás pensando en otra cosa. Algo que has leído te ha llevado a un territorio mucho más amplio y aparentemente lejano.

En este caso, ni siquiera se trataba del texto principal, sino de una nota a pie de página. Intento familiarizarme con la literatura más especializada (y reciente) sobre la noción clásica de pneuma, las nociones, en realidad, porque, como era de esperar, se trata de un núcleo problemático que evoluciona y se diversifica a lo largo de toda la Antigüedad y más allá (acá). Como siempre, Aristóteles, que escribe muy poco sobre esta noción, le da un matiz especial que tiene importantes consecuencias en la filosofía y la ciencia posteriores. La física del alma, que acabaría convirtiéndose nada menos que en el espíritu

El libro reúne un conjunto de ensayos sobre la noción de pneuma en la Antigüedad Occidental*. El primer ensayo, de C. G. King, se titula "Ancient philosophy and science at the crossroads of metaphysics and medicine". El tema es fascinante y me lleva de nuevo a pensar cuántas cosas (de nuestras ciencias y filosofías) empezaron en aquella escuela médica de la isla de Cos. 

La nota a pie de página (Nota 2, p. 3), en realidad cita a otro autor, G. E. R. Lloyd**, un reputado e interesante experto en la ciencia aristotélica y en el análisis comparado de las culturas griega y china clásicas. La cuestión es que en la China clásica llegó a desarrollarse una noción análoga a la de pneuma, el concepto de qi. "What we find in Greece is a far more sustained and overt polemic. The Greeks did not just continue to disagree about the answers to the questions, of what the soul is and of how it affects the body; they went on disagreeing also on the basic senses and references of many of the key terms, especially aither and pneuma". "Los griegos no solo siguieron discrepando sobre las respuestas a las preguntas... sino también sobre el sentido de muchos de los términos claves..." Los griegos... y nosotros, sus (no siempre dignos) herederos, me encuentro pensando (aun a riesgo del consabido eurocentrismo), siempre discrepando de todo y con todos. 

Comienza una campaña electoral en la que se pondrán de manifiesto una vez más (y, como siempre, se exagerarán) las discrepancias, las diferencias y discusiones, en la izquierda del país, los países o los lugares que habitamos. En estos momentos, consuela pensar en los griegos que, discrepando, crearon este mundo nuestro. Los griegos eran de izquierdas.


* Bartos H. & King C. G (Eds.). Heat, pneuma, and soul in ancient philosophy and science. Cambridge University Press: Cambridge, 2020.

** https://es.wikipedia.org/wiki/Geoffrey_Lloyd



296. JRJ (siempre)

 "¡Quién, quién, naturaleza,
levantando tu gran cuerpo desnudo,
como las piedras, cuando niños,
se encontrara debajo
tu secreto pequeño e infinito!"

                              JRJ, Piedra y cielo
 
El filósofo-naturalista y el poeta-filósofo ("quién").
 
 
 

jueves, 11 de mayo de 2023

295. Las dos culturas

 Aunque llevo toda la vida es un decir oyendo hablar de "las dos culturas", esa noción siempre asociada a C. P. Snow, a un texto suyo muy citado (¿y muy leído?) durante décadas, me he mantenido intuitivamente, creo, alejado de ese "tópico". Intuía también que esa cuestión no era ajena a mi zigzagueo habitual entre la ciencia y la filosofía, pero creo que la veía, de lejos, en su aspecto más superficial, más banal. Los de "ciencias", los de "letras", todo eso. Evitar las ingenuidades filosóficas de los científicos y las ingenuidades científicas de los filósofos, eso me propuse en algún momento como programa personal, como lema. También esto, así enunciado, tenía su buena dosis de banalidad (y de dificultad). Sin embargo, ahí está la cosa, ahí sigue, más como marco que como tópico, y habría de llegar el momento por qué no pensarlo así en que no podría rehuir el encuentro con el tópico; en que no querría ya evitarlo, por mejor decirlo. 

Como tantas cosas buenas, el encuentro fue en una librería, El Buscón, librería duradera y resistente, de barrio y universal (internetera). Andaba yo buscando algo vagamente, o no, solo esperando (Heráclito), quizás, y practicando ese ejercicio visual que aprendí muy joven, el de leer a toda velocidad los títulos y autores de los lomos de los libros, el de escanear rápidamente y de forma semi-inconsciente toda una pared de una librería. Así hacemos los patólogos cuando sobrevolamos al microscopio mares de células y tejidos en espera de que aparezca algo anómalo. Allí estaba, The two cultures, un librito delgado, Cambridge University Press, editado por primera vez en 1959, en una reimpresión de 2000, con veintitrés reimpresiones previas*. Muy leído, ciertamente (al menos, la edición original en inglés). Pues hasta aquí llegó mi algo forzada indiferencia, Mr. Snow. Veamos qué tenemos que decirnos sesenta y cuatro años después de aquella famosa conferencia (7 de mayo de 1959). 

Quedaban pocos meses para que yo naciera (lo autobiográfico, como nos enseñó Dilthey, nos da una medida, una conexión, un marco, en este caso temporal), cuando Charles Percy Snow pronunció su famosa conferencia, una Rede Lecture, en la Senate House de Cambridge con el título de "Las dos culturas y la revolución científica." El impacto periodístico y cultural fue enorme, dentro y fuera de Europa, y dio lugar durante años a una extensa literatura de comentarios, en su mayor parte elogiosos, y unos pocos, también famosos, inesperadamente agresivos (p. ej., el de F. R. Leavis). Snow había tocado una tecla clave de la cultura y la educación occidentales desde hacía décadas, algo que él había empezado a ver, como físico (años 1930s), en el laboratorio Cavendish de Cambridge (con Rutherford), y que había confirmado durante su vida profesional posterior como novelista de éxito. Llegó a ocupar un alto cargo de Educación en un gobierno laborista y tuvo la oportunidad de actuar contra esa división social en las "dos culturas" creando la primera infraestructura educativa estatal para la formación masiva de ingenieros en su país. Snow pensaba que la revolución científica de las primeras décadas del s. XX exigía que los dirigentes o gobernantes no tuvieran una formación basada solo en las Humanidades, y que el Reino Unido se encontraba, a este respecto muy por detrás de la URSS y de Estados Unidos. Vale la pena escuchar sus propias palabras, tal como él mismo resumía su propuesta cuatro años después de la conferencia original ("The two cultures: a second look"). Traduzco:

"Se trata de algo como esto. En nuestra sociedad (esto es, la sociedad occidental avanzada) hemos perdido incluso la más mínima intención de conservar una cultura común. Las personas que conocemos que han recibido una educación más intensa ya no pueden comunicarse entre ellas en el plano de sus principales preocupaciones intelectuales. Esto constituye un problema serio para nuestra vida creativa, intelectual y, sobre todo, normal. Nos está llevando a interpretar erróneamente el pasado, a juzgar mal el presente, y a negar nuestras esperanzas sobre el futuro. Nos está haciendo difícil o imposible adoptar acciones correctas.

Presenté el ejemplo más incisivo de esta falta de comunicación mediante los dos grupos de gente que representan lo que he bautizado como "las dos culturas." Uno de ellos incluía a los científicos, en cuyo peso, mérito e influencia no es necesario insistir. El otro incluía a los intelectuales literarios. No quise decir que los intelectuales literarios son los que toman las decisiones principales en el mundo Occidental. Quise decir que los intelectuales literarios representan, verbalizan y en gran medida configuran el estado de ánimo de la cultura no científica: no toman las decisiones, pero sus palabras se filtran en la mente de los que lo hacen. Entre estos dos grupos los científicos y los intelectuales literarios hay poca comunicación y, en lugar de camaradería, hay algo así como hostilidad."**

¿Sigue valiendo este diagnóstico en la era de internet, en el laberinto cultural que hoy todos habitamos (F. Jarauta)?*** ¿Y en la naciente era de la inteligencia artificial? La cultura común, esa "tercera cultura" añorada por Snow, ¿no ha acabado siendo la cultura tecnocientífica de los ingenieros que él mismo contribuyó a construir? 

 Me pregunto por qué esta fórmula de Snow, "las dos culturas", sigue siendo tan socorrida. Por qué todos, aún hoy, parecemos entender con ella algo tan evidente que no hace falta explicarlo. Es posible que, en realidad, la cuestión principal no esté (solo) situada en ese eje cultural (y educativo) intuido por Snow, sino en el problema, aun más general, de la especialización, la de la educación, el conocimiento y el trabajo. 

"El continuo avance de la ciencia en expansión se invierte en la desconexión mutua de las parcelas atomizadas (...). La continua creación de lenguajes especializados para cada rama del saber impide la existencia del saber; el especialista en lo particular (y todos lo somos ya, seamos o no científicos) es analfabeto en general."****

Sí, esto es así y no hay que olvidarlo, pero es posible que haya algo más. Que no se trate solo de los lenguajes, de las palabras (y los conceptos), sino también de los modos, las maneras de hablar y pensar. Y también de mirar y ver. Es posible que en el límite, en los extremos, de lo que Snow llamó "las dos culturas" se encuentren esas prácticas que, de un modo un tanto idealizado, esquemático, vengo llamando "ciencia" y filosofía". Lo empírico y lo especulativo (¿narrativo, metafórico?), que tan bien podemos ver entreverado (en el origen, diríamos) en Aristóteles. Siempre separado lo uno de lo otro, siempre diferente, pero también en diálogo permanente.


* Snow, C. P. The two cultures. Cambridge University Press: Cambridge, 2000.

** Ibid., p. 60-61.

*** Jarauta, F. El mundo como laberinto. https://mondiplo.com/el-mundo-como-laberinto.

**** Duque, F. Filosofía de la técnica de la naturaleza. Abada Ed.:  Madrid, 2019, p. 282.



sábado, 15 de abril de 2023

294. Las filosofías de la vida

 Continúa, "sin prisa, pero sin pausa", la serie de artículos sobre la memoria. Este segundo artículo quizás algo más denso que el anterior, no sé. Conviene vigilar esa densidad, que, aunque permite conservar lo leído y pensado, no ayuda tanto a compartirlo. Aprendiendo sobre la marcha.

https://nah.sen.es/es/numeros/numero-actual/556-ciencia-y-filosofia-de-la-memoria-en-el-siglo-xxi-2-antecedentes-controversias-cientifico-filosoficas-en-los-inicios-del-siglo-xx



lunes, 3 de abril de 2023

293. Oé y el rayo de Zeus

 Murió Kenzaburo Oé, de quien me queda aún mucho por leer después de aquella primera lectura deslumbrante de Cartas a los años de nostalgia. Supe entonces, aun antes de conocer la historia de (con) su hijo, que era de "los míos". He buscado, y no encuentro una referencia en mis Huellas a , aunque sí a la idea que suelen evocar en mí historias como esta:

“Escucho con mucho respeto a Carlos Boyero en la radio. Un hombre que habla honestamente de sus pasiones, inmensas, y de sus adicciones, que no debieron de serlo menos. Ahí cayó un rayo, pienso, con la fórmula griega que aprendí en una novela de Ivo Andric. Eso es lo sagrado, pienso, donde cayó el terrible rayo de Zeus. Así pienso a veces de estos episodios nuestros recientes, que han hecho que nuestra vida, la de todos, se haya vuelto un poco (este matiz es solo cultural) sagrada. Después pienso de qué manera eso que llamo sagrado se traslada a la vida, la cultura, el arte, y qué bien lo transmite Boyero cuando habla del cine que ama. A mí, que solo intuí el rayo, aunque demasiado temprano, me pasa algo parecido con ciertas composiciones literarias, algunos textos filosóficos, algunas novelas, algunos poemas, como me pasó desde muy joven, sobre todo, con algunas ideas científicas. Es como si algo nos redimiera de eso, aunque solo fuera en parte o por un momento. «Una lágrima de mayo…»” (De Huellas, 2013)